Como diría mi gran Pepe Calvo, el artista plástico, mi artista favorito, entre tambores e incienso, junto a películas de la tele de temas religiosos, los potajes de vigilia, bacalao mediante, la coca de sardinillas o el tomatito con capellans, y toda suerte de pescados varios, iban pasando nuestras tardes de procesiones y sofá, siempre en sintonía con Spartaco, Ben-Hur o Quo Vadis en aquellas teles, aquellos particulares años de nuestra infancia que veían esas Semanas Santas de inicio del color. Yo, algo más joven que mi gran Pepe, ya soy fruto de escapadas por el Barri, entre el paso de Santa Cruz y «peyas» gastronómicas, porque ya me zampaba a escondidas las primeras hamburguesas de turno y unos perritos en el actual Tribeka, de la Calle San Fernando, entonces el Frankfurt de Perramón, que, como destacaría ahora Domingo Luján, director del Hotel Portamaris y vicepresidente de APHEA Asociación de Hoteles de la provincia) hoy tiene el honor de tener junto a su mujer, la gran chef María José San Román, el magnífico y único Monastrell (estrella Michelin de la ciudad). Pepe Calvo se declara fan de Santa Cruz, de las callejuelas del Barrio Histórico, como casi todos a los que estoy preguntando, y de sus claveles, olores de pared blanca con sabor a vida, ventanas de sonrisas y cante, alma del sureste y sabor a mar entre los muros de una ciudad que se asoma y la preserva. Nada como parar en el horno de Santa Cruz para comprar unas cocas o una mona de pascua, típicas con imagen de patitos, dragones y pájaros. Subir entre geranios a la ermita y luego a las murallas, como antiguos centinelas, y ver, desde arriba, a la luz de la noche, la subida de un Cristo que no tiene precio. Un plan de Semana Santa destaca Domingo Luján que siempre le recuerda a Manuel Ricarte, el alma de una Semana Santa que, con él, ha llegado hoy a ejemplo en España. Empieza un día con un buen paseo alado del mar (hacia la cantera de Alicante es brutal) en la ciudad, comida en Monastrell, café y puesta de sol en su terraza, y de ahí, siesta recomendada en su grandioso spa con piscina privada en las Suites del Mar mirando al puerto, aprovisionamiento de granizado de limón del Peret y toñas clásicas de Monóvar del Fornet. Y de ahí, una tarde de procesiones, que el domingo culmina con la bella matinal del Domingo de Resurrección, con un manto de la virgen que no tiene precio ( Pedro Espadero a mano borda mejor todavía que baila). Aunque esta ciudad coincide en dos cosas para casi todos, la Santa Cruz y la Santa Cena, donde desde el alcalde de alicante Gabriel Echávarri (fan de las clásicas torrijas) al presidente de la Diputación, el alcalde de Calpe César Sánchez, junto a la Bellea del Foc o todas las damas que se precien de querer estar hacen un hueco en su vida junto a un pedazo de guapo como el diestro José Mari Manzanares, que nunca falla a la semana Santa que su padre veneraba en su barrio (los Dolls Samper son de aquí más que la Santa Faz, y a mucha honra). He de contar que recuerdo mi primera procesión junto a Riquelme, el alma de Santa Cruz, y nunca lo olvidaré, bajo la voz de Antonio Santiago en un balcón y la guitarra de Tomatito, a lagrima viva? lo reconozco, la pura emoción. Pero la provincia también es un planazo señores y señoras. Además de recomendar Calpe y su melting pot de costumbres y colores (también es Pasión y Pascua entre finlandeses, alemanes...), estos días de calor y color, incienso y tambores son parte de Callosa del Segura como si fuese su vida misma. Entre tortas de aceite y sal, milojas y potajes, la Vega Baja es todo color. Rafa Paredes, recomienda ponerse unas «paredes» (él solo se las quita en bici?) para patear una provincia por sus playas, ir a por un buen caldero en Tabarca en Los Pescadores, darse una vuelta por los campos de alcachofas (planta bonita y curiosa) de la vega de Elche y la partida Matola, un arroz en Casa Salvador y un dia de kite surf en las Playas de la Marina (entre suecos e ingleses) y una excursión a Guadalest. A todo esto, con kit de supervivencia de pasteles de Dalua, eso sí, y recordando que hay un Gym Cosmopolitan abierto todos los días. Antonio García, empresario que hoy exporta a todo EE UU con su firma Spanish Shoes, me quiere regalar un par de salones negros de «manola de toda la vida chica» para que me vaya a Orihuela ( la mantilla ya la tengo del desaparecido ya Juanito Soler y las Clarisas?negra y hasta el suelo suelo) y un buen te a la Teteria Carmen del Campillo, parada y fonda.., en Crevillente. En la primera, sede de pasos icónicos de Salzillo, hay una costumbre única y original, que hoy os cuento. Resulta que hay que ver el paso de la Diablesa. El increíble diablo/a con cuernecitos, pechos, rabo y dientes burlones de colmillos alargados, el único que no entra en la iglesia pero soporta encima una bola del mundo y una cruz, junto a la muerte en pleno esqueleto. El shopping también cuenta, nada como buscar encajes de bolillo en Gata de Gorgos, La Nucia o encajes en mercadillos como el de Benissa, entre teteras antiguas y muebles únicos. Y como la noche también existe, estoy cada vez más enamorada de Benidorm, ese skyline no tiene precio? dirán lo que dirán, pero os recomiendo el Ritch Bich y el Café Benidorm, lo más de lo más? porque como diría el actor Toni Misó, hay mas mundo en estas fechas, ósea que también hay teatro y cines, y entre medias, una visitilla a la Bodeguita de Alfonso y hale, a casa? en la ciudad que sea, claro pero listos. Feliz Finde.