De residencia de tiempo libre y universidad fallida a visión desoladora. Y sin visos de que vaya a haber cambios a corto o medio plazo.

La verja de entrada está abierta de par en par. No hay barrera de acceso. Y aunque está rodeado por un muro, es sencillo saltar por él. Y una vez dentro, unos chavales con tablas de skate tratan de grabar un vídeo en un ambiente que parece el paisaje después de una batalla. Una trapa abierta es el primero de los obstáculos/peligros a la entrada del complejo que debe de estar cerrado, pero que al carece de vigilancia es fácilmente accesible.

De los tres edificios que se levantaban ni una ventana, ni persiana sobrevive. No quedan puertas, ni lámparas, ni colchones ni camas. En algunas de las ventanas se observa el humo de los incendios que ha sufrido periódicamente algunas de las habitaciones en las que personas sin techo se han refugiado en ocasiones y que ha sufrido continuas ocupaciones y sobre todo, numerosos actos de vandalismo.

La Residencia de Tiempo Libre de Sant Joan d'Alacant nació en los años sesenta para ser un complejo de asueto y tranquilidad. Contaba con 128 habitaciones y capacidad para 300 personas. Tuvo unas décadas doradas en la que durante las temporadas vacacionales cientos de personas disfrutaron en un ambiente idílico que hoy se ha tornado infernal. Su decadencia ha estado ligada a la indefinición de su uso. El complejo pertenece a la Generalitat que la tenía como centro de vacaciones para trabajadores de la Administración. A principio de los años 90 el complejo se cerró. Y dentro quedaron sus muebles, documentos y objetos de hostelería de los que ya no queda ni rastro.

Ha sufrido saqueos, incendios continuos, destrozos y toda clase de actos vandálicos sin que se haya hecho nada. Los espacios comunes que un día acogieron el comedor o salas de juego están completamente destrozados. Algunas de las mesas y sillas que nadie se ha llevado están tiradas por el suelo, rotas. Las paredes llenas de pintadas y graffittis. Y los techos abiertos y caídos por los numerosos robos de cables y todo lo que pudiera ser de valor. Han desaparecido los aparatos de aire acondicionado, los plafones... Ha desaparecido hasta el techo metálico de los aparcamientos, un proceso que debió de llevar su tiempo.

El complejo compuesto por tres edificios, espacios verdes y zonas deportivas está en una zona privilegiada de Sant Joan, a las afueras, pegada al Polideportivo Municipal y junto a los viales que acceden a la playa, a los centros comerciales, al Hospital y a la autovía. Pero recuperar este espacio va a ser muy difícil porque ha sufrido actos vandálicos y tras los incendios continuos su estructura podría estar comprometida.

La única piscina que tiene Sant Joan está en este complejo, pero mucho debería de recuperarse para poder devolverla a la vida, ya que ahora está llena de pintadas y basura en su interior. Durante un tiempo sirvió para que los escolares pudieran practicar sus clases de natación. También hay una pista de tenis que es de las pocas cosas que se conserva en buenas condiciones. Ha desaparecido el monolito en el que se colocó la placa de la primera «y última piedra», dice el alcalde, Jaime Albero, para la que iba a ser la futura UCAM en Sant Joan, una zona para universitarios que hoy es un escenario perfecto para una película de terror o de hecatombe mundial. La vegetación está descuidada y los especímenes sobreviven como pueden.

El Ayuntamiento mira con pena este complejo con tantas posibilidades. El primer edil cree que sería perfecto para la ampliación del polideportivo.

La situación administrativa de este complejo es ahora mismo complicada. El Ayuntamiento depositó un aval de 1,1 millones de euros para adquirirlo por 4,5 millones de euros. La operación ha dado la vuelta y el nuevo equipo de gobierno cuatripartito, además de criticar esta operación del anterior equipo de gobierno popular, decidió devolver a su dueño, la Generalitat, este espacio con la esperanza de que sea el Consell el que le dé un uso y le devuelva la dignidad.

La semana pasada el alcalde y el edil de Hacienda, Llorens Román, estuvieron en Valencia para tratar el tema. Ahora saben que siguen teniendo un problema. El aval que reclaman todavía no lo van a recibir. La Generalitat tiene que hacer un inventario de todo lo que está roto o ha desaparecido y lo va a repercutir a ese aval. Confían que a algún inversor privado le interese el complejo y quiera invertir en él, pero nada de lo construido serviría.