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Gobierno fallido en El Campello

La marcha de Podemos del cuatripartito da el toque de gracia a un mandato marcado por la falta de una mayoría y la parálisis del Ayuntamiento

La salida del Partido de El Campello (PDC), la marca blanca de Podemos, a las puertas de las elecciones, es de facto el cierre a un convulso mandato y ejemplifica lo que ha sido un gobierno fallido.

Incapaz de sacar adelante unos presupuestos, ni de avanzar en un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) tras anular el Supremo en abril de 2016 el aprobado en 2011, ni reinvertir sus millonarios superávits, ni abrir la ansiada piscina climatizada, ni desbloquear el centro comercial de El Messell... El ejecutivo llega al final de su mandato sin haber puesto en marcha en la práctica su gobierno del cambio por una evidente falta de mayoría que no ha sabido, o no ha podido, compensar con puentes con la oposición. El paradigma de ello es que ha mantenido prorrogadas unas cuentas que fueron confeccionadas y aprobadas por el PP en 2014, por lo que la principal herramienta para llevar a cabo sus políticas ha estado en la práctica fuera de servicio. Y todo sin haber llegado a poner sobre la mesa un borrador en condiciones, ni haber obligado a la oposición a posicionarse en un pleno sobre las cuentas.

El ejecutivo, salvo los primeros meses, aún con EU en el gobierno, en los que contó con el apoyo externo del PSOE -que no entró inicialmente al no aceptar a su candidato como alcalde pese a ser el más votado-, no ha contado con mayoría absoluta y ha acabado enfrentado a Podemos y EU, que a su vez se llevan a matar entre sí -lo último es una querella por calumnias del PDC contra EU-.

La formación morada, con graves problemas internos, se va dejando el área de Urbanismo llena de sombras, con supuestas irregularidades y una gestión puesta en cuestión incluso por sus propios técnicos, y numerosos temas empantanados. Un PGOU que no arranca, una inversión de 4,4 millones para el centro comercial de El Messell que permanece en un limbo, las serias dudas sobre la Comisión Ambiental al permitir dos casas sobre un acantilado, y el vial abierto en Muchavista cuya legalidad cuestionan ahora los técnicos y que queda como «patata caliente»... Muchas dudas para un área tan sensible.

Este nuevo terremoto ha hecho saltar el cuatripartito por los aires, y ya van dos veces. El primero fue en octubre de 2015, cuando EU fue expulsada del ejecutivo. Ahora el PDC sale del gobierno liderado por el alcalde de Compromís Benjamí Soler, justificándolo en una subida del abono de la productividad a los funcionarios que aseguran no se ha consensuado y califican de «sobresueldos encubiertos». Una marcha que no se puede leer de otra forma que no sea en clave electoral, ya que parece muy difícil de justificar tras casi cuatro años de gobierno.

Su salida se produce a escasos tres meses de unos comicios muy inciertos en los que la izquierda aparece muy fracturada, y con la formación morada que trata de tomar distancia respecto a sus hasta ahora socios de gobierno. Unas relaciones que sobre todo con Compromís se han ido deteriorando, y cuya fractura se escenificó las pasadas navidades con la marcha de la número 2 de Podemos, Adriana Paredes, al partido del alcalde. La edil dejó el acta pero la maniobra fue calificada por la portavoz del PDC y edil de Urbanismo y Educación, Mari Carmen de Lamo, como «puñalada trapera» de Soler.

Lo inexplicable es que tras dejar entrever el alcalde que igual no daba las mismas área de Paredes (Bienestar Social, sobre todo) a su sustituto en Podemos, Luis Cobo, y amenazar Lamo el mes pasado con dejar el ejecutivo si no mantenían las mismas áreas, abandonen el barco 20 días después de delegar Soler las áreas reclamadas a Cobo.

Por ello diversas fuentes deslizan que la intención de Podemos era realmente buscar una excusa para romper con el equipo de gobierno. También apuntan a la existencia de serias discrepancias entre Lamo y Cobo, agravadas después de que este último haya quedado relegado al puesto 8 de la lista electoral y que pudiera incluso renunciar al acta, lo que habría acelerado la ruptura.

De esta forma, el ejecutivo se queda con tan solo 7 ediles (3 de Compromís, 3 del PSOE y el edil no adscrito David Alavés), frente a una abarrotada bancada con 14 regidores de PP, Cs, EU y PDC. Un equipo de gobierno bajo mínimos, donde además el portavoz del PSOE, Pepe Varó, está de baja por un problema cardíaco, por lo que su regreso al Consistorio parece muy difícil, como la reedición de un gobierno de izquierdas tras el 26-M.

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