Una sala de estimulación activa permite a pacientes que han sufrido un daño cerebral recuperarse de forma integral. El Hospital de San Vicente ha puesto en marcha de forma pionera en hospitales públicos este espacio en el que los pacientes realizan su rehabilitación en un ambiente en el que los cinco sentidos juegan un papel fundamental y la interacción con otros forma parte también de ese apoyo para su recuperación. Allí tratan a personas que han sufrido ictus, traumatismos craneoencefálicos, hipopsias, tumores benignos...
La sala está llena de luminosidad, de la que goza todo el hospital, y se complementa con luces leds de colores que activan las sensaciones; la música siempre está presente durante los ejercicios, y también se realizan sesiones específicas de musicoterapia. Cada esquina está pensada para estimular un sentido. Cuenta con ordenadores con un software específico que valora el trabajo activo de cada paciente y que registra los resultados de cada uno, lo que permite ver su evolución y preparar a la vez programas de trabajo personalizado a su nivel cognitivo. Otro programa de estimulación auditiva permite reconocer los sonidos habituales de la vida diaria. El Hospital ha ideado además dos aparatos de estimulación cognitiva que se colocan junto a la cama de aquellas personas que no pueden moverse de ella.
Hacer palmas al escuchar una canción, entrelazar las manos, esbozar una sonrisa o un olor que evoca la infancia son victorias para los pacientes, una forma activa y entretenida de psicomotricidad. También para sus rehabilitadores, que forman parte de la terapia que busca que los enfermos logren autonomía y aumente su calidad de vida.
This browser does not support the video element.
En la sala se viven situaciones emocionantes. Mavi, tras un ictus y una craneoectomía, logra comunicarse con dificultad, pero cuando llega el momento del karaoke ella canta la canción que conoce porque se activa la parte de su cerebro no afectada que los expertos llaman el lenguaje automático. Cuando le mostraron el olor a pino también logró traer a su mente sus recuerdos infantiles.
La sala es un espacio diáfano para que las personas que generalmente van en silla de ruedas no encuentren obstáculos. Distintos módulos se reparten a lo largo de esta habitación para ayudar en la recuperación. El módulo táctil donde se trabajan las texturas, funciones básicas como abotonar y atar unos cordones. El módulo olfativo y gustativo para estimular sentidos que en muchos casos se han perdido. Algo tan vital como reconocer el olor a gas y evitar que se queme la comida son estrategias que forman parte de esta recuperación hacia la rutina.
A la vez, la sala «transforma» a pacientes como Mari Carmen, solitaria y poco comunicativa en su habitación, que durante las sesiones «es otra», relajada y centrada.
María, la terapeuta ocupacional, ayuda a José Antonio a aprender a deglutir, tiene una hemiplejia que le afecta toda la parte derecha de su cuerpo. Mientras trabaja la estimulación táctil metiendo la mano en un agujero para reconocer un objeto, lleva un aparato que mueve los músculos que permiten tragar.
«Los pacientes ven, oyen, piensan, recuerdan sensaciones», destaca la directora del centro, María Ángeles Rueda, que no disimula su emoción por esta sala que forma parte de un proyecto global de humanización del Hospital que se ha traducido en la introducción de la naturaleza en el centro con plantas diferenciadas por colores, con dibujos vegetales y frases alentadoras en las paredes,
El Hospital de San Vicente es un referente de la Comunidad Valenciana en la unidad de Neurología de la Conducta y Demencias, Daño Cerebral Adquirido, Fibromialgia y Cuidados Paliativos. Y esta sala multisensorial es el sueño que sus médicos han hecho realidad. Para los pacientes es el camino a su mejoría, que de media tarda 70 días, de una forma amena que activa los cinco sentidos.