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Punto y aparte

La era de las monedas ilegales

Un vecino de San Vicente rescata la historia de casi 900 piezas usadas entre 1850 y 1950 en casinos, fábricas, cafeterías o comercios de la provincia que no estaban regularizadas y nacieron en un contexto de pobreza social

Luis Miguel Garrido muestra su libro y una parte de estas monedas. rafa arjones

¿Sabían ustedes de la existencia de fichas monetarias que se usaban en fábricas, comercios y casinos allá por los siglos XIX y XX? Eran piezas que surgieron al margen de la legalidad, cuyo uso se reducía a la comercialización de carne, pan, telas, perfumes, e incluso alcohol y espectáculos de variedades cuando el parné escaseaba y la necesidad afloraba. Luis Miguel Garrido Notario ha dedicado doce años de su vida al coleccionismo e investigación de la numismática y exonumia, por lo que ha conseguido editar un libro para mostrar la función y el aspecto de casi mil ejemplares de las «otras monedas» que se han usado en la Comunidad Valenciana durante cien años. La publicación recoge muchas efemérides sobre el uso de estas 865 monedas en los municipios de la provincia, cuando Alcoy era conocido por su producción en fábricas, Alicante vestía sus playas en blanco y negro y las comarcas subsistían gracias a la existencia de estos objetos de latón, plata y níquel. Una búsqueda incansable que le ha llevado a viajar por toda España, cientos de entrevistas a hijos y nietos de los propietarios de estos objetos e incluso comprar algunos de ellos en EE.UU. Todo para que estas piezas no caigan en el olvido.

«Ha sido un arduo trabajo de recopilación, pero mi objetivo era abrir el mundo de las monedas a la gente y mostrar que detrás de cada una se esconde una historia», indica este vecino de San Vicente. Garrido explica que estas fichas no eran de curso legal y que tienen su origen en un contexto histórico de pobreza social. «Tuvieron su gran auge después de la II República, eran una monedas que servían para comprar en fábricas, negocios, consumir en cafeterías y en otros establecimientos como empresas, cooperativas y mercados de abastos», sostiene. Además, el fraccionamiento del dinero obligó a muchos municipios a emitir sus propias monedas, como fue el caso de Aspe, Monóvar, Pego o Ibi. «Esto servía también como un reclamo comercial porque muchas firmas y tiendas acuñaron sus nombres en este dinero para que los clientes pudieran hacer transacciones a través de las fichas», detalla el autor del libro. De hecho, la existencia de estas piezas aclara como se ganaban la vida los camareros y empleados de bares por aquel entonces.

A finales del siglo XIX y principios del XX, los dueños de cafeterías pagaban a sus trabajadores con las ganancias que obtenían después de canjear estas monedas. «Era costumbre que en las cafeterías se usaran monedas de plástico de diversos colores y tamaños por parte del personal. Al comienzo del día contaban con una cantidad de estas fichas y el jornal de los empleados salía del suplemento que cobraban al servir las bebidas una vez cambiadas todas las fichas que habían obtenido al final de la jornada. Esta forma de proceder era habitual en muchos lugares, pero el libro habla explícitamente del Café España de San Vicente del Raspeig, en la céntrica plaza de la localidad.

Casinos y salones recreativos

La publicación habla de muchos casinos y salones recreativos de Alicante, Elda, Monóvar o Sax y muestra qué aspecto tenían las monedas que se usaban en dichas instalaciones. «Acuñaron varios valores en piezas de níquel y plata para el uso interno de los socios y miembros del casino», subraya Garrido. Al respecto, el libro muestra varias fotografías de las fichas emitidas por Vicente Giménez Sol, acuñado «El Maestro Sol», uno de los primeros profesionales del juego en la capital y que nació en Aspe en 1888. El régimen franquista le requisó gran parte de sus pertenencias pero aún quedan algunas fichas de su firma que se usaron en el casino de Alicante a principios de 1900. Mientras que otras de las monedas más llamativas son las que aún guardan el recuerdo de locales muy conocidos en la época como el Gran Café de Europa o el Hotel Reina Victoria.

Humphrey Bogart

El estudio de estas fichas impresas en Alcoy a principios del siglo XX dieron a conocer una de las efemérides más curiosas de la publicación. Fue tal el nivel adquisitivo de las fábricas y firmas alcoyanas de entonces, que la mercantil Bambú, que fabricaba papel de fumar, llegó a pagar al actor estadounidense, Humphrey Bogart, para que luciera el nombre de la empresa en una secuencia de la película Casablanca. «Hay una historia detrás de cada moneda, este libro es también un homenaje a la cultura y a los recuerdos que aún residen en las personas que las llegaron a usar», concluye.

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