Una escolar de Confrides se pone gel de un dispensador instalado en el colegio. HÉCTOR BENAVENT

Alumnos de una de las clases del aulario de Gaianes del CRA Mariola-Benicadell. AZORAIDA MARTÍNEZ

El de aula o grupo burbuja es un concepto que se ha hecho tristemente conocido en el inicio de este atípico curso escolar marcado por el coronavirus. La crisis sanitaria supone, entre otras muchas cosas, que los escolares de diferentes clases no puedan relacionarse entre sí, al menos dentro del centro educativo, y que se extremen las precauciones para evitar aglomeraciones a las horas de entrada y salida. No obstante, las escuelas rurales afrontan la situación con un mínimo alivio en comparación con lo que sucede en núcleos más grandes: el poco alumnado favorece que no se produzcan masificaciones y que haya muy pocos grupos estables de convivencia o, incluso, que todo el centro sea en sí una burbuja.

En estos colegios, donde el número de alumnos puede estar por debajo incluso de la quincena, la posibilidad de relacionarse entre todos favorece la convivencia, o bien, la reducción de la ratio da lugar a que haya grupos con muy pocos escolares y que, en consecuencia, la enseñanza pueda ser aún más personalizada de lo que ya lo es de manera habitual. Así lo explican directores de algunas de centros de este tipo en la provincia, quienes, sin embargo, hacen hincapié en que la pandemia ha roto por completo el modelo pedagógico de la escuela rural: el contacto con el entorno. Las precauciones para evitar los contagios impiden realizar casi cualquier actividad fuera del recinto.

La escuela de La Torre de les Maçanes arranca el curso con 20 alumnos, tres de ellos nuevos, que conforman un único grupo, por lo que pueden relacionarse entre ellos «sin tener que cumplir el metro y medio de distancia», explica la directora, Llúcia Torregrosa. Eso permite «funcionar como siempre, salvo porque «los de Primaria deben ir con mascarilla» y por todas las medidas estrictas de higiene y desinfección que se llevan a cabo. Podrían haber dividido al alumnado en dos grupos, pero han preferido ser una sola burbuja porque esa separación «no es lo que queremos». Además, la solución adoptada facilita, en su opinión, el día a día en el colegio, al poder convivir todos los escolares con más naturalidad, pese a que dentro del centro están en aulas separadas los de Infantil y de Primaria y que cada nivel entra con diez minutos de diferencia sobre el otro porque «intentamos que no se junten al entrar y salir, y que no se formen corrillos» de familiares en la puerta.

El hecho de estar en un pueblo pequeño y que la comunidad social sea de por sí reducida ha facilitado que la escuela de La Torre pueda ser un solo grupo, pese a reunir escolares de todos los niveles. También en Confrides «la burbuja es la propia sociedad», tal y como indica el director del colegio, Héctor Benavent, aunque en su caso han preferido separar a los de Infantil de los de Primaria. Eso sí, el primero cuenta con ocho alumnos y el segundo con seis, cifras que por sí solas reflejan que «aquí no tenemos el problema de la aglomeración de personas» en la entrada y salida. Cada nivel accede también con diez minutos de diferencia sobre el otro.

Con todo, el docente señala que «la realidad del pueblo es que los niños se juntan», porque al ser tan pocos en total es inevitable y, además, hay dos parejas de hermanos de niveles diferentes. De cualquier modo, Benavent insiste en que el factor de aislamiento que comporta el hecho de vivir en una localidad como Confrides ya implica de por sí una burbuja. Es, a grandes rasgos, la misma razón por la cual el colegio rural agrupado (CRA) Mariola-Benicadell solicitó ser un solo grupo en los aularios de Alfafara y Agres, y tres en el de Gaianes. Sin embargo, la Conselleria «nos dijo que debíamos bajar más la ratio», comenta la directora del centro, Azoraida Martínez. Así, finalmente hay dos, tres y cinco aulas, respectivamente, en cada localidad, pero con muy pocos escolares: la más numerosa, en Gaianes, tiene 14, y en Alfafara hay una con sólo cinco. «Atención personalizada», todavía más de lo habitual, indica.

Actividades extra al mínimo

El funcionamiento diario de las clases apenas se ha resentido, pero el coronavirus sí ha truncado la filosofía de la escuela rural de estar en contacto con el territorio y con otros centros. En el CRA Mariola-Benicadell será imposible este curso hacer actividades conjuntas entre los tres aularios, como se había hecho siempre, aunque la directora señala que «si no nos reunimos físicamente, los alumnos se verán por vía telemática. No será lo que hacíamos, pero esperamos que esto pase pronto». Pese a todo, Azoraida Martínez lamenta que «somos una escuela de calle, y ahora no podemos hacerlo de igual forma».

Actividades tan variadas como acompañamiento lector entre escolares de diferentes niveles, la visita de personas mayores para que contaran experiencias vitales, o a establecimientos de las localidades para que les contaran cómo es su trabajo han sido hasta ahora habituales, y no podrán llevarse a cabo. También las escuelas de La Torre de les Maçanes y Confrides, que comparten maestros especialistas, realizaban actividades conjuntas que por las circunstancias son imposibles de materializar. Eso sí, los tres docentes coinciden en que «cuando esto pase volveremos a ser igual que antes». Los maestros son ahora mismo los únicos que se desplazan de una localidad a otra. Los especialistas de La Torre y Confrides sólo acuden cada día a una de las dos localidades, mientras que en el CRA Mariola-Benicadell «intentamos itinerar lo mínimo posible, pero las necesidades docentes se deben cumplir», señala la directora. El lavado de manos y el cambio de mascarilla es por ello continuo.

Unas medidas de higiene que, por otra parte, los tres directores corroboran que han sido asumidas por los escolares con absoluta naturalidad. «Son impecables», afirma Llúcia Torregrosa, mientras que Azoraida Martínez incide en que «son muy responsables». También las familias «entienden la situación perfectamente», apostilla Héctor Benavent, y colaboran para que el curso pueda desarrollarse con toda la normalidad que permiten las circunstancias de esta pandemia.