Descubrir las vistas que desde la cima de la atalaya de Xixona tenían los antiguos moradores hace casi mil años; caminar por el interior de una alcazaba y Torre del Homenaje de las que, hasta hace un año, quedaban cuatro piedras; entrar en una Torre Grossa que ha recuperado su estructura original con una cuarta pared -aunque ahora de acero- y dispone de una escalera de caracol para ascender... La experiencia que dentro de unas semanas se va a poder vivir dentro del castillo de la Torre Grossa va a ser sin duda un regalo para los xixonencs, tras permanecer la fortaleza en un olvido durante siglos que la había dejado en un vergonzoso estado de ruina.

Las obras de reforma arrancaron el pasado noviembre y ya están prácticamente acabadas. Falta la instalación de medidas de seguridad como barandillas y protecciones en las zonas más peligrosas para evitar accidentes, así como la colocación de los carteles que detallarán a los visitantes los secretos de este bastión de origen almohade que data de entre los siglos XII y XIII... y describirán las espectaculares vistas que desde allí se observan. Y es que desde la fortaleza se pueden ver el valle de Xixona, las playas de Alicante y El Campello y el castillo de Santa Bárbara, por lo que su ubicación es privilegiada y fue un emplazamiento fundamental para controlar la llegada de embarcaciones enemigas y avisar de incursiones. Es más, tuvo un papel clave en el siglo XIII en la defensa del Reino de Valencia, al ser frontera con Castilla.

Y esto solo es la primera fase, ya que el Ayuntamiento proyecta una segunda para restaurar la muralla exterior y el resto de torres que protegían el perímetro del bastión, aunque de ello también dependerá que el Ayuntamiento pueda acogerse a nuevas subvenciones para recuperar patrimonio, según explicó la alcaldesa Isabel López durante la visita que se realizó a la obra el pasado miércoles.

La reforma del castillo de la Torre Grossa ha contado con un presupuesto de 528.095,89 euros, de los que la Generalitat ha aportado cerca de 275.000 euros a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Y aunque el plazo de ejecución era de tres meses y una semana, los problemas con las lluvias y el viento, la autorización de Cultura para recuperar la cuarta pared de la Torre Grossa tras confirmar las excavaciones su existencia, y la necesidad de ampliar los trabajos arqueológicos una vez empezada la obra, demoraron la actuación, lo que unido a la pandemia ha hecho a que el plazo para justificar la ayuda se haya prolongado a noviembre.

Con esta intervención se ha recuperado la volumetría original de su principal torreón, la Torre Grossa, diferenciando lo que había de lo nuevo, e instalando una escalera de caracol para subir a ella. Y también se ha recuperado la alcazaba y su Torre del Homenaje, al menos la parte de la que se ha podido constatar como era su estructura. Todo para poner en valor este BIC y aprovechar su potencial turístico.

Descubrimiento

Los trabajos incluyeron catas arqueológicas junto con el desbroce y limpieza de la zona, descubriéndose un aljibe dentro de la alcazaba, de 2,10 metros de profundidad y de 30 m3 de capacidad, del que no se tenía constancia y que se hallaba colmatado pero en buen estado.

Para llegar a la alcazaba se ha instalado una escalera, y a su vez en su interior otra escalera de caracol permite subir a la parte superior de la Torre del Homenaje. Un regalo para la vista que ha cambiado el «skyline» de Xixona.