Garantizar la supervivencia de la Torre de la Illeta de El Campello. El Ayuntamiento va a encargar un proyecto para restaurar este icónico baluarte, después de que el escaneo de alta precisión realizado el pasado verano haya revelado un deterioro ante el que los expertos aconsejan hacer frente cuanto antes para que no vaya a más y preservarlo durante décadas.

El informe sobre esta torre defensiva concluye que para frenar su constante deterioro es necesaria una intervención de consolidación y reparación de zonas dañadas y erosionadas. Aunque la estabilidad de la torre es buena en términos generales, pese al paso del tiempo y la acción de agentes corrosivos, actuar sobre el monumento ahora se traduciría en garantizar su óptima conservación durante décadas.

Por ello el alcalde Juanjo Berenguer (PP), sobre el que recaen directamente las competencias de Patrimonio, encargará el proyecto de obra para actuar «cuanto antes» sobre el monumento más emblemático del municipio.

Los daños por la falta de rejuntado y el deterioro de algunas piezas del bastión es evidente. | MANUEL R. SALA

«Hay que actuar sin titubeos», enfatiza Berenguer haciendo suyos los argumentos de José Ramón Fuentes Bernabéu, arquitecto técnico que ha dirigido el estudio. Este experto propone restaurar sillares deteriorados por la erosión, y sustituir algunas piedras desplazadas y degradadas en un 100%, principalmente las piezas de arenisca, ya que las de caliza están en mejor estado de conservación. Además, en las zonas erosionadas anidan pájaros, cuyos detritus afectan negativamente a la piedra.

La actuación incluiría una limpieza general de la torre, aplicando consolidantes hechos a partir de productos naturales y ecológicos, lo que evitaría la erosión futura, además de rehacer rejuntados con el mismo mortero tradicional que se utilizó en su época. Toda la actuación implicará la utilización de materiales próximos a la zona, los mismos con los que fue construido el monumento en el siglo XVI.

El Campello restaurará la Torre de la Illeta tras revelar un estudio su deterioro

Estabilidad

En general, el estado de conservación de la fortificación es bueno. Su estabilidad no peligra y no se han detectado filtraciones, según destacan desde el Consistorio. Los desaguaderos instalados en 1991, año en que se intervino de forma importante en su restauración, funcionan bien. Sin embargo, dejar pasar el tiempo supondría que dentro de pocos años la restauración global costaría mucho más de los 95.000 euros que se precisan ahora para ejecutar las obras.

El estudio de José Ramón Fuentes para determinar el estado de la torre defensiva de La Illeta, incluyó un minucioso y completo escaneado tridimensional de la construcción mediante láser, para obtener un diagnóstico preciso milímetro a milímetro. De ese trabajo se encargó un grupo de expertos en ingeniería civil de la Universidad de Alicante, y de los resultados se ha llegado a una propuesta de intervención acorde a la identidad y singularidad del monumento que identifica a El Campello.

Tras varias sesiones de trabajo de toma de datos, en agosto pasado, se registraron miles de millones de «puntos», no solo de la torre sino de todo su entorno, lo que ha permitido obtener un modelo digital de la torre, erigida para defensa de los ataques de los corsarios berberiscos.

Actualmente, el torreón presenta daños diversos, entre los que destacan manchas en muros, la ausencia de rejuntado entre las piedras, y grados de erosión de distinta naturaleza, algo que responde al elevado nivel de exposición de agentes atmosféricos al que se encuentra sometido, fundamentalmente por su cercanía al mar.

Los expertos recomiendan una actuación «poco o nada traumática», consistente en la conservación y consolidación de aquellas partes más dañadas dentro del conjunto, sustituyendo mínimamente sus elementos sin temor a que se aprecie lo nuevo respecto a lo antiguo.

Reforma de 1991

La restauración del año 1991, dirigida por el arquitecto Marius Beviá, fue la más relevante y la que configuró el aspecto actual de la torre, aunque su imagen fue modificada respecto a su construcción originaria, que no tenía la «corsera» que ahora remata la fortificación.