Usar el váter como un cubo de basura es poco ecológico y también muy caro para el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig. El consistorio asegura que eliminar los atascos que produce arrojar al inodoro toallitas de bebé, pañales, bastoncillos para los oídos o más recientemente las propias mascarillas, le cuesta al consistorio 350.000 euros.

Es la cifra que ofreció este martes el alcalde de San Vicente del Raspeig, Jesús Villar, durante la presentación de «Tirar al váter una toallita, o una compresita, o un bastoncito, o una mascarillita no crea problemitas, crea problemones». El Ayuntamiento de San Vicente y Aguas de Alicante han desarrollado la campaña «Basta de diminutivos» con el objetivo de concienciar sobre los graves problemas que genera tirar este tipo de elementos por el inodoro en el medio ambiente y la red de saneamiento de San Vicente.

«Tenemos que concienciarnos del problema que supone tirar este tipo de materiales por el lugar equivocado. A San Vicente le cuesta 350.000 euros al año su eliminación, sin contar los atascos que producen en los sistemas de saneamiento». Villar apela a la responsabilidad de los sanvicenteros «estoy convencido de que una vez más, seremos ejemplo de cómo hacer bien las cosas».

Materia orgánica que atasca la red sacada de una alcantarilla de San Vicente. | INFORMACIÓN

La concejal de Servicios Urbanos, Pilar Alcolea destaca que se trata de una campaña «sencilla, visual y directa, con la que buscamos visibilizar el mal uso que habitualmente suele realizarse del inodoro y las consecuencias que tiene para el medio ambiente y las arcas municipales».

Gasto económico

Usar el váter como un cubo de basura es una práctica habitual y muy extendida y sus consecuencias son devastadoras. Y así lo corrobora el director de Poblaciones de Aguas de Alicante, Sergio Sánchez, para quien el gesto de echar toallitas y otros elementos además de los perjuicios que provoca en el medio ambiente y el alcantarillado, provoca un gasto económico importante que es posible evitar. «Se ha calculado que en España supone 200.000 millones de euros al año de sobrecoste en la gestión de este tipo de residuos», asegura.

«Estos objetos de higiene personal que forman parte de nuestra vida cotidiana en el momento que se desechan por el inodoro no sabemos que ocurre después. Pues bien, todos ellos tienen impacto en el medio ambiente. Las toallitas, a pesar de que en el envase indiquen que son desechables, no lo son. Las fibras que las componen se depositan poco a poco en la red de saneamiento y generan una masa de materia orgánica que causan atascos en la red y problemas medioambientales», resume la gerente de Depuración y Secado Térmico de Aguas de Alicante, María Flor García.

Advierte del elevado coste económico que tiene arrojar al váter estos elementos porque requieren de un doble tratamiento. Al tirarlo al inodoro se gestiona como si fuera agua residual y cuando se extrae se ha de llevar después al vertedero, realizándose así dos procesos.