Alguien pensó que para participar plenamente de la vida local había que organizarse… y en el año 2016 nació «Bilingüe El Campello» casi de forma espontánea, con el objetivo de agrupar al gran colectivo de extranjeros residentes en el municipio, con la salvedad, en este caso, de que los españoles tendrían cabida como el resto entre sus filas. Ya alcanzan los 225 socios, de 23 nacionalidades diferentes, y en el colectivo se puede escuchar hasta 16 idiomas. Esta torre de Babel está muy organizada, se ha integrado a la perfección en la sociedad campellera, y destaca por sus constantes aportaciones solidarias.

La asociación, sin ánimo de lucro y sin intención alguna de oficializar su actividad, es un ejemplo de trabajo constante y bien hecho. Surgieron para dar cobertura y asesoramiento a los extranjeros que eligen el municipio para establecer su residencia, y ahora se reúnen cada semana para organizar actos solidarios, jornadas gastronómicas internacionales, rutas de senderismo, conmemoraciones destacadas de todos los países, participación en fiestas de la provincia y excursiones culturales. Sólo se exige un requisito: hablar español.

Se aprecia cómo se ha convertido en auténticos expertos en paellas. | INFORMACIÓN R.C.

De la variedad de nacionalidades que integran Bilingüe El Campello da cuenta la composición de su junta directiva. El presidente es José Javaloyes (español); la secretaria, Beatriz Lenis, es colombiana; el vicepresidente se llama Bil Mullaney y es británico; la tesorera Karen Lelieveld llegó de Holanda, y tienen dos vocales: la española Mar Asín y la suiza Judith Mirams. Todos, sin excepciones, se declaran «campelleros», porque residen en el municipio y se sienten en él «como en casa».

Una de las costumbres adoptadas por el colectivo es el tardeo. | INFORMACIÓN

Todos ellos se han autoimpuesto desde el principio que la lengua vehicular sea el español, porque «es la forma elegida para integrarnos rápidamente en nuestra tierra de acogida», señalan. El otro idioma «oficial» es el inglés.

Cuota mínima

No persiguen ni subvenciones ni registros oficiales. Se autofinancian con una pequeña cuota anual de 5 euros por cabeza para cubrir los gastos de funcionamiento, que son mínimos, y cuando organizan algún acto cada uno se paga lo suyo. «A escote».

Aunque su principal razón de ser consiste en ponerse al servicio de cuantos extranjeros apuestan por establecerse en El Campello, decidieron que sería bueno no olvidar a sus países de origen, y es habitual que participen todos en las más variopintas festividades del mundo, desde la archiconocida irlandesa de Saint Patrick’s, a la fiesta nacional de Suiza, la fiesta escocesa o el 4 de julio norteamericano.

En una de las recogidas de alimentos solidarias. INFORMACIÓN

Ayudan con el idioma a los recién llegados, les acompañan a hacer gestiones de empadronamiento en el Ayuntamiento o a conseguir la cartilla sanitaria, y asesoran sobre el sistema tributario español.

De esta forma, el proceso de adaptación e integración se simplifica al máximo. Cerca del 16% de la población censada en El Campello es extranjera, con más de 5.000 residentes. Cuando llegan se sienten perdidos, pero pronto se adaptan «a una calidad de vida envidiable, que es lo mejor que tiene este municipio».

Aunque la mayoría de ellos son jubilados y sus integrantes tienen desde 40 a 90 años, en verano el colectivo se multiplica con la llegada de familiares para pasar una temporada juntos. Es entonces cuando los jóvenes se organizan por su cuenta y activan el bautizado ya como «Bilingüe junior», con actividades paralelas igualmente integradoras.

Mención aparte, por la habitual alta participación, son las jornadas interculturales culinarias, en las que cada uno cocina un plato de su país de origen y tiene que explicar al resto su procedencia, ingredientes y forma de prepararlo.

Participando activamente en la Peregrina a Santa Faz. INFORMACIÓN

La pandemia lo cambió todo

Como al resto de los mortales, la pandemia sanitaria provocada por el Covid lo cambió todo, aunque pronto supieron adaptarse, y las reuniones que antes se celebraban de forma presencial cada jueves en la cafetería Barroco (ahora recuperadas con todas las medidas de seguridad), se convirtieron en encuentros virtuales.

«No podíamos perder el contacto, y además organizamos el llamado 1x1, consistente en conversaciones personales, también virtuales, entre dos socios», para hablar en español e inglés.

Además, crearon un equipo de voluntariado que atendía a los que por edad o enfermedad no podían salir de casa para realizar compras o gestiones. Sus compañeros lo hacían por ellos.

Un numeroso grupo realizando un recorrido por las Hogueras. | INFORMACIÓN

La solidaridad que habitualmente los caracteriza se ha agudizado en tiempo de pandemia, hasta el punto de que la secretaria del grupo, la colombiana Beatriz Lenis, se hizo voluntaria temporal de Protección Civil. El chaleco y el carnet eran su pasaporte para moverse sin dificultades por el pueblo, acudir a la casas a recoger alimentos y entregarlos a diario a Cáritas o la propia Protección Civil para abastecer las despensas de familia desfavorecidas. «Hay que ayudar a los vecinos, y nosotros podemos», aseveran.

A algunos extranjeros residentes el confinamiento les pilló de visita en sus respectivos países, «pero también colaboraban, porque lanzábamos el mensaje de necesidades puntuales y les faltaba tiempo para hacer transferencias para comprar alimentos y productos de primera necesidad».

Tal es el grado de implicación e integración en el municipio de Bilingüe El Campello que, pese a no estar registrada como asociación de interés local, el alcalde Juanjo Berenguer los ha incluido en el listado de protocolo municipal, y ya son invitados a los actos oficiales. «Se lo han ganado a pulso», enfatiza Juanjo Berenguer.