Si hay algo que le reconforta a José Antonio es saber que está haciendo todo lo que está en su mano para ayudar a los que lo necesitan. Desde que comenzó a colaborar hace dos años en Cáritas siente que ha evolucionado como persona, aunque, como él mismo reconoce, al principio le causó un gran impacto observar de cerca situaciones tan límite del ser humano.

¿Qué tipo de servicios presta Caritas en El Campello?

Somos seis personas voluntarias de manera estable y nos centramos en el reparto de alimentos que se completa con productos de higiene del hogar y personal y con la ayuda en el pago de algún recibo, siempre que podemos. En lo que respecta al reparto de alimentos dependemos del Banco de Alimentos de Alicante, del que actualmente recibimos unos 15.000 kilos de comida al año, y del FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria), así como de las donaciones externas, que provienen de comercios locales, juntas festeras o de origen anónimo.

Además ponemos a disposición de los usuarios un teléfono de ayuda psicológica, pero no prestamos este servicio directamente, como tampoco actividades con niños, porque no contamos con los profesionales adecuados para ello. Nuestro trabajo inmediato es salvar el hambre, pero hay más estamentos que se tienen que comprometer y gestionar estas situaciones. Lo que damos aquí es un alivio a la economía, pero no para vivir.

¿Cómo empezó a colaborar en Cáritas?

Cuando llegué aquí era un necesitado más que venía a recoger mi paquete de comida. Venía de la crisis de la construcción y pasé de cobrar 2000 euros al mes a 450. Hasta que Paco, el encargado de la documentación en la sede de Cáritas de El Campello, me llamó para echar una mano y colaborar con ellos. Verte en la necesidad te deja tocado, te preguntas quién eres ahora. Hasta ese momento era mucho más limitado en mi forma de pensar, me creía un inútil, hasta que encuentras a alguien que te abre los ojos y te hace ver que tú no tienes la culpa y que la situación ha venido así para muchos. Al venir aquí crecí mucho como persona y comencé a entender toda esta situación, es entonces cuando das un paso adelante, evolucionas, te sientes lúcido... pero todo eso cuesta años de asimilar y muchas sesiones de psicólogo. Nada es tan oscuro como parece al principio y te das cuenta de que no hace falta tanto para vivir. Poder vivir no significa conformarse, poder vivir es que te admitas con la vida que tienes, saber que con lo que tienes es suficiente.

A raíz de la pandemia, ¿cómo ha evolucionado o cambiado el perfil de las personas que solicitan sus servicios?

Ha habido un incremento en los servicios porque se ha quedado mucha gente sin trabajo. El perfil es la persona que tenía trabajos precarios y ellos son los primeros en caer, los de siempre. A este sector de la población se suman aquellos que tenían un buen trabajo y lo han perdido a causa de la pandemia. Ellos suelen ser personas que nunca pensaron que esto les iba a ocurrir, y les supone un mundo. No estar preparado para esto te hace sentirte inferior y tener vergüenza, afrontarlo es difícil, pero con el tiempo se van mentalizando y se dan cuenta que no es el fin del mundo.

José Antonio y Paco, el responsable legal de Cáritas, forman un tándem perfecto, junto a los demás trabajadores, siempre al servicio de quienes necesitan su ayuda. Pilar Cortés

¿A cuántas familias atienden actualmente?

Ahora hay 65 familias porque el trabajo se va recuperando muy poco a poco, pero esta cifra es oscilante. El primer pico de la pandemia fue horrible, llegando a atender a más de 100 familias. Acuden de todas las edades, pero las que son jóvenes sueles ser monoparentales, compuestas por la madre con 3, 4 ó 5 hijos, y eso sí es un verdadero drama. Los alimentos se reparten el segundo jueves de cada mes, y si ese día hay alguien que no ha podido venir se le entrega al día siguiente o cuando puedan. La gente no se queda sin lo que le pertenece, siempre estamos al servicio de las necesidades de la ciudadanía.

Tras la pandemia, ¿cree que se ha producido un cambio social? ¿Somos ahora más solidarios o nos hemos vuelto más egoístas?

A nivel humano sí que somos solidarios, esta pandemia es difícil que no haya dejado en ninguna familia a nadie tocado. Desde muertes, como la de la esposa de Paco, a gente que ha perdido el trabajo, y esas personas ya no son quienes eran. Esta pandemia ha venido para decirnos que no somos tan infalibles y para bajarnos los humos a muchos.

¿En qué piensa cuando se marcha a casa?

Cuando veo el sufrimiento de los otros intento que afecte de una forma selectiva. Entender el sufrimiento para no dejar nunca de ser persona y poder ayudar, eso es primordial. Hay que marcar una diferencia porque en casa cada uno tiene sus problemas y no se pueden mezclar con los que hay aquí dentro. Me es difícil llegar a casa y no hablar de Caritas, así que intento hablar de temas positivos. Porque una cosa es saber que hay necesidad y otra muy distinta es ver la necesidad.

José Antonio y Paco, el responsable legal de Cáritas, forman un tándem perfecto, junto a los demás trabajadores, siempre al servicio de quienes necesitan su ayuda. Durante el confinamiento nunca cerraron sus puertas, repartiendo los kilos de alimentos que llegaban en camiones, y actualmente, cualquier persona que necesite algo de ellos puede acudir los martes y jueves de 9:30 a 11:30h. «La gente te demanda la ayuda más grande, pero ¿hasta dónde podemos llegar? Hasta lo que tenemos en la despensa».