Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Campello y la familia de Rafael Altamira acuerdan la repatriación de los restos del jurista desde México

El Ayuntamiento y los familiares aúnan esfuerzos para traer al jurista y su mujer hasta el cementerio campellero. El proceso se prevé largo y farragoso para que los restos reposen en el municipio que tanto amaba

El alcalde con el bisnieto de Rafael Altamira este martes en el Ayuntamiento

Conseguir repatriar desde México los restos de Rafael Altamira y trasladarlos al cementerio de El Campello. Este es el objetivo que se han fijado el Ayuntamiento y la familia del prestigioso jurista alicantino, que van a aunar fuerzas para llevar a cabo una iniciativa sin precedentes en el municipio, y con pocos casos en el resto del país. El Ayuntamiento de El Campello y la familia del jurista, escritor, humanista e historiador Rafael Altamira Crevea (Alicante, 1866-México DF, 1951), se han puesto de acuerdo para iniciar los trámites necesarios para repatriar sus restos y los de su esposa Pilar Redondo desde la capital mejicana hasta el camposanto campellero, a cuyo municipio la familia está muy vinculada desde hace décadas.

El jurista Rafael Altamira

Este martes se ha desarrollado el primer encuentro entre el bisnieto del humanista, Ignacio Ramos Altamira, y el alcalde campellero Juanjo Berenguer (PP). Ambos han coincidido en señalar que, sin la menor duda, la repatriación llegará tras un proceso burocrático largo y farragoso, que implicará a varias instituciones públicas españolas y mejicanas, “pero muy gratificante si conseguimos el objetivo”, según han explicado desde el Ayuntamiento.

Y ese objetivo es precisamente que Rafael Altamira repose definitivamente en el municipio que él amaba profundamente, como reconoció personalmente en una entrevista concedida al diario “El Día” el 2 de mayo de 1935, cuando declaró que “cuando se me aparte de la vida oficial me retiraré al rincón de mis amores más gratos: a Campello”.

Al margen de ese deseo personal, la vinculación del jurista más relevante de la historia de España es amplia. Sus padres, José Altamira Moreno y Rafaela Crevea Cortés, están enterrados en El Campello, y el municipio hace años bautizó con su nombre una calle, la Biblioteca Municipal y un colegio público. Además, se ha acordado poner el nombre de su nieta, la literata Pilar Altamira, a una plaza del municipio. Se trata de un alicantino universal, ya que no solo fue el primer español en formar parte del conocido hoy como Tribunal Internacional de La Haya, sino que fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz en dos ocasiones y fue doctor honoris causa por las Universidades de Burdeos, París, México, Santiago de Chile, Lima, Columbia y Cambridge.

Un momento de la reunión entre el alcalde con el bisnieto de Rafael Altamira

Al estallar la Guerra Civil española en 1936, Rafael Altamira fue detenido cuando intentaba huir del país, pese a poseer inmunidad diplomática. El 29 de agosto se le permitió abandonar España.​ Llegó a Holanda, donde continuó con su trabajo de juez permanente del alto tribunal, pero la invasión alemana de los Países Bajos en 1940 le obliga a refugiarse en la ciudad francesa de Bayona.

Allí permanecerá hasta 1944, año en el que tiene que salir de nuevo a causa del avance alemán. Tras una breve estancia en Portugal, es invitado por la Fundación Carnegie a dar un curso en la Universidad de Columbia, Nueva York. Un accidente con rotura de la cadera durante el viaje, le fuerza a cambiar de destino y se instala definitivamente en México, donde estaban exiliadas sus dos hijas, Pilar y Nela. Allí falleció el 1 de junio de 1951. Fue enterrado en el Panteón Español del cementerio central de México DF. Y ahora su familia y el Ayuntamiento dan los primeros pasos para repatriar sus restos hasta su amado El Campello.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats