Los duros meses de confinamiento no fueron del todo tiempo perdido. Al menos en el caso de Elena García Coca, de 78 años. Cuando la pandemia del covid-19 lo paralizó todo en la provincia, ella, entonces con 76 años, aprovechó ese tiempo precioso junto a sus nietas para sacarse una espinita que llevaba tiempo clavada: Aprender a escribir y mejorar la lectura. Y esto la ha llevado a alzarse con un premio de escritura nacional. "Pensaba que se iban a reír de mí, y he ganado. Me dicen que he sido muy valiente", comenta emocionada esta campellera de adopción, adonde llegó con 15 años desde su Jaén natal.

"Me hacía ilusión aprender a escribir, aunque la letra me sale muy mal y estoy borrando continuamente para hacerla mejor", afirma, a lo que su nieta, también Elena de nombre, apostilla entre risas que "somos muy perfeccionistas". Para ello, con la llegada del covid, le compraron media docena de cuadernos de caligrafía Rubio y bolígrafos borrables, con los que por fin se ha adentrado en el mundo de la escritura que hasta entonces le estaba vetado. Y es que desde muy joven empezó a trabajar, solo fue uno o dos días a la escuela, y solo sabía escribir su nombre, y con dificultades. Leer en cambio se defendía un poco, sobre todo gracias a las revistas del corazón, periódicos y la televisión.

La carta con la que ha ganado el concurso la campellera Elena García

Y su relato, ganador del concurso "Palabras mayores" de la revista digital "Cultura Inquieta", es muy revelador sobre lo que ha supuesto para Elena aprender, con 76 años, a escribir. Es corto pero clarificador: "Nunca se lo he dicho a nadie: me hubiera gustado aprender a leer y escribir. Nunca dejes de intentarlo".

Esta campellera explica que "me ha costado mucho, quiero hacerlo bien y no me salen las letras como yo quiero. Eso sí, leo mucho, leo y leo. Escribir me ilusionaba mucho. Yo ya entendía bastante lo que leía". Las revistas del corazón son su debilidad. Y es que su nieta explica que tuvo que empezar desde cero, comenzando por hacer líneas y círculos, para después pasar a las letras. Ahora, ya puede escribir felicitaciones, la lista de la compra, realizar con mas seguridad su firma, los números...

Y en tres meses de confinamiento, al llegar el verano, Elena ya se podía defender con la escritura. Por fin. Vive con su hijo y dos nietos, en el edificio de en frente tiene a sus nietas, que se han volcado en hacer realidad el sueño de Elena. Toda la vida trabajando desde muy pequeña, no tuvo opción, como otros muchos, de elegir otro camino. Era la menor de siete hermanos de una familia casi toda analfabeta. Ella ya sabe por fin leer y escribir.

Recuerdos a través de la escritura

Su nieta Elena Tur explica que "cuando nos ponemos a practicar con ella, es de las veces que más la escuchamos reírse de su 'mala letra' y nos cuenta recuerdos de cuando era joven. Aunque en su día a día no tiene necesidad de escribir mucho, queríamos que tuviera confianza de escribir la lista de la compra, el 'felicidades' de la tarjeta de cumpleaños de sus nietos o su firma sin ponerse nerviosa. Era una de las cosas que le habría gustado hacer para ella, y no por los demás, aunque nunca lo haya dicho en voz alta".

Y "el concurso de Cultura Inquieta vino perfecto para que se diera cuenta de que tenía capacidad de comunicarse escribiendo y decir en alto por una vez en su vida, algo que ella anhelaba y no algo que los demás quisieran que hiciera. Nosotras no tenemos tanto tiempo libre y le duele mucho el hombro, por lo que no practica la escritura mucho. Pero sigue leyendo revistas para mantenerse al día".

Elena García acaba recordando que "fueron mis nietas las que me animaron a participar en el concurso", porque era su "asignatura pendiente". "Solo querían que aprendiera", siendo elegida hace dos semanas como ganadora con un concurso de escritura breve nacional para mayores de 65 años que llega al corazón. Y es que nunca es tarde para intentarlo... y aprender.