«Es la hora de disfrutar, de llenar las calles de música y amistad y de dejar que la magia nos traslade a un mundo de fantasía y color. La noche comienza a caer y nuestro corazón late con más fuerza que nunca, las emociones afloran a cada paso y los nervios de la Rambla ya no pueden esperar». El músico de Mutxamel Carlos Poveda ha dado este sábado el pistoletazo de salida a la Entrada de los Moros y Cristianos de la ciudad, unas fiestas que se han retomado con más ganas que nunca tras dos años sin celebrarse por la pandemia. 

Por primera vez, la Entrada de Mutxamel ha contado con la «arrancà» antes del desfile, como se hace por ejemplo en Alcoy. Poveda, que por la mañana había dirigido el Himne de Festes al acabar la Entrada de Bandas, animó a los participantes (ya de por sí emocionados) «per Mutxamel y per la Mare de Déu de Loreto».

Acto seguido, comenzó el desfile con el bando cristiano y los Piratas en primer lugar. Garfios, cañones, corsarios, filibusteros, ninfas o mercenarios tomaron las calles de la ciudad. Tras ellos, las comparsas Contrabandistas, Mozárabes, Templaris y, por último, Maseros, que ostentan la capitanía cristiana, conJosé Pastor Javaloyes al frente.

Un boato, el de los Maseros, en el que rememoraban el trabajo que mujeres y niños hacían en el campo, en la huerta alicantina, mientras los hombres luchaban contra los corsarios. Carros con mujeres y niños , plataformas con almendros, olivos, calabazas y otros productos del campo,... la originalidad se funde con la fantasía y la espectacularidad de un desfile que no hizo sino desatar los aplausos de las miles de personas asistentes, pese al calor reinante.

Después ha llegado el turno de los moros, con las comparsas Xodios, Abencerrajes, Moros del Cordó, Zegries y Els Pacos. Xodios, en su año de Capitanía, ha traído a las calles de Mutxamel el esplendor cultural que en el siglo XII vivió Toledo, donde cristianos, judíos y musulmanes convivían en paz.

Un boato repartido en cuatro bloques, con la recreación de una imponente puerta de la judería y un mercado. Un gran ballet ha abierto el cortejo real, que ha dado paso a todo un séquito de mujeres portando los tesoros y sedas que el capitán trae a su pueblo, escoltados por los caballeros de honor que desde sus camellos preceden a los capitanes. Cerrando el desfile, la guardia personal del capitán, Alejandro Ruiz Carrasco, que les escolta y protege a su paso por las calles de Mutxamel.

Unas fiestas, declaradas de interés turístico autonómico, en las que, como había dicho Poveda en la «arrancà», en las que «dos ilusiones, dos historias, dos capitanías; dos familias que hoy hacen más grande la historia de nuestro pueblo y la magnitud de nuestras fiestas».