Se hacen llamar el Equipo Quinto Milenio. Y con toda la razón. El piloto "virtual" de su cacharro será el presentador del programa televisivo de la nave del misterio, Íker Jiménez. Son cincos jóvenes ingenieros de San Vicente del Raspeig, amigos del instituto, que han sido seleccionados para participar en la carrera Red Bull Autos Locos que se va a celebrar a principios de octubre en Madrid. Y forman parte de esta loca competición porque su proyecto ha gustado entre los cientos que se han presentado a esta carrera en la que hay participante de todas partes.

¿En qué consiste? En construir un "auto loco", un vehículo que se desplace sin motor alguno y que esté tematizado y lo suficientemente divertido como para llamar la atención de la organización y de los espectadores. Y sobre todo, que ofrezca espectáculo y no se despedace en el primer obstáculo, ni se deshaga tras la primera curva... o sí. Puesto que uno de los atractivos para el público es ver cómo se hacen añicos algunas de las creaciones. Aunque el principal objetivo es divertir a los congregados. Y optar a los premios, porque son ambiciosos y quieren ganar.

Y en la creación de máquinas chifladas estos cinco amigos son unos genios. Han puesto en el proyecto lo que cada uno sabe para construir un prototipo, que han bautizado como "La Ufoneta", un platillo volante que tendrá como protagonista-conductor volante a un muñeco que es la imagen del presentador de Quinto Milenio. El monigote irá suspendido en el vehículo que está a medio construir y en el que simulan que la nave lo está persiguiendo. "Como la edición es en España queríamos representar una venganza de los alienígenas. Íker Jiménez ha estado toda la vida buscándolos y ahora lo encuentran ellos a él. Le persigue un platillo volante", explica Cristian.

Los jóvenes ingenieros tienen entre 22 y 23 años y son amigos del Instituto María Blasco donde estudiaron juntos. Hoy cada uno ha tomado un rumbo distinto, viven en distintas ciudades y construir La Ufoneta ha creado una unión más fuerte entre ellos. Y esperan que también sus vecinos de San Vicente se sientan orgullosos de ellos.

Juan Robles es ingeniero Aeroespacial; Carlos Gaspar estudia Electromecánica Clínica; Juan Carlos Valera está a un TCG (trabajo de fin de grado) para obtener el doble grado de Ingeniería Informática y ADE; Kuang Liu está en el último año de Ingeniería Eléctrica; y Cristian Cobo, erigido como portavoz de los cinco, se dejó Ingeniería Multimedia al descubrir que su vocación estaba más enfocada al arte y es de hecho quien ha hecho el boceto de La Ufoneta.

Boceto en un día

Participar en esta competición llegaba de casualidad. Juan vio un anuncio en la cafetería de su Facultad y le llamó la atención. Es la segunda vez que esta carrera se hará en España y se dijo que ¡por qué no! Y embarcó a sus amigos. "Fue todo muy rápido porque no había mucho tiempo y se acababa el plazo; hicimos el boceto en un día. No perdíamos mucho", cuenta Cristian. El autor de la idea inicia explica que La Ufoneta es un híbrido entre un platillo volante y una furgoneta "que persigue a Íker Jiménez".

Saber que estaban seleccionados ha sido un poco accidentado. Y de hecho, pasaron varias semanas sin ser conscientes de que eran uno de los 45 equipos participantes. Tras presentar el proyecto a principios del verano, Juan se marchó de viaje y a los días recibió un mensaje de la organización en la que les decía que su proyecto no había sido seleccionado, que podían sentarse cómodamente en las gradas para disfrutar de la competición. Les habían descartado. Recuerda que miró el mensaje y que se desilusionó un poco, pero se olvidó rápidamente. Su sorpresa fue mayúscula cuando días después llegó a su casa una caja enorme a modo de pack de bienvenida a la competición "una nevera con latas y obsequios y una carta de felicitación. ¡Nos enteramos a finales de julio!". Revisando su correo comprobó que después de recibir el mensaje en el que les decían que no habían sido seleccionados, había recibido otro en el que les daban la bienvenida a la competición. Fue en ese momento cuando se pusieron manos a la obra.

De izquierda a derecha, Cristian, Juan Carlos y Kuang, y Carlos y Juan sentados sobre el chasis de La Ufoneta. Alex Dominguez

Los ingenieros sanvicenteros tienen muy clara la idea de su proyecto. Han conseguido lo más importante, construir el chasis. Una base muy resistente que han logrado de hacer innumerables viajes al ecoparque, con el permiso que les dio el alcalde de San Vicente, Jesús Villar, a quien ya le han presentado su proyecto. Han aprendido a seleccionar la chatarra, que es de lo que está hecho la base de su auto. Las únicas que son nuevas son las ruedas, que son de carretilla. Un somier es lo que sustenta a La Ufoneta. El volante es el manillar de un patinete; y los asientos los van a acoplar quitándoles las patas a dos sillones de escritorio.

Uno de los autos más locos

Su principal preocupación era encontrar patrocinios, sobre todo para poder transportar el vehículo a Madrid con una furgoneta y también para su estancia en la capital. Y ya cuenta con algún apoyo. Cuentan también con una gran confianza en sí mismos y en su proyecto. Respaldada porque uno de los artículos que ha publicado la organización ha destacado al suyo como uno de los autos más locos.

Tras construir el chasis, ahora les queda encontrar los materiales para la decoración de su cacharro. "Hemos superado ya lo más importante que era tener el vehículo", explican. Saben que van a ser de los corredores más jóvenes y que se enfrentan a profesionales de la mecánica que lo han tenido más fácil para construir y acceder a los materiales. Pero confían absolutamente en su puesta en escena y en hacer reír y mucho al público que va a ir a verles. Ahora les toca la decoración; y las luces jugarán un papel importante en su coche.

Tienen que hacer un espectáculo previo antes de "despegar" en el circuito y se sienten confiados de hacerlo muy divertido. "Sabemos hacer gracia y tenemos buenas ideas para el show", cuenta Cristian. Juan apunta que "nuestro primer objetivo es divertirnos; lo segundo aprender". Además, participar en esta competición les ha "soltado" mucho por el hecho de buscar patrocinadores o explicar su proyecto a distintas personas y aseguran que cuando en uno o dos años salten al mundo laboral, irán con muchas más tablas. "Esto nos ha puesto en el mundo real. Es un proyecto grande que requiere de un equipo multidisciplinar, planificar, hacer presupuesto, lista de materiales..."

Aún no saben bien cómo será el circuito al que se van a enfrentar y saben que La Ufoneta tiene que resistir los embites de los obstáculos, giros y saltos que la prueba tendrá. "Lo que más nos preocupa es el salto, porque es ahí donde más se rompen los coches", reconoce Cristian. Está aún por decidir, aunque es probable que sean Juan y Carlos, porque son los que menos pesan, los que vayan en el vehículo.

Los cinco amigos sanvicenteros son ambiciosos y tienen claro que salen a ganar con su auto loco.