Agost devuelve a la vida su lavadero del siglo XVIII con la creación de unos murales que recuerdan su historia y la importante función que tuvo. Se trata de ocho pinturas que el artista Enrique Jordá ha plasmado en las paredes del interior de este complejo protegido, y en una de las fachadas exteriores, y que también sirve para recordar su fuente, situada detrás, que data de 1699 y que fue el origen de sus alfarerías.

En esta iniciativa para poner en valor este emblemático enclave ha costado al Ayuntamiento 15.000 euros, y se espera que tenga continuidad en otros puntos, conforme haya disponibilidad económica y se pueda acceder a ayudas, como ha sido este caso gracias a una subvención europea del programa Leader, que ha sufragado el 70 de su coste.

Las pinturas murales en el lavadero representan escenas de la vida cotidiana del pasado de la localidad alfarera, con el objetivo de mejorar la imagen se esta zona e incorporar un atractivo turístico.

Son siete murales de 4,4 metros cuadrados dentro del lavadero, que aunque dispone de agua está fuera de uso y su acceso está cerrado, siendo visible desde el exterior. Y hay un octavo mural de 18 metros cuadrados en un extremo, en una de las fachadas del lavadero, que representa la fuente y abrevadero que se encuentra en el otro extremo, y que también está fuera de uso.

Los murales del interior del lavadero J.A.RICO

Con estos murales se muestra cómo era la actividad en torno a la fuente y el lavadero hace más de un siglo. El edil de Turismo, Francisco Iborra (PP), ha explicado que esta actuación se desarrolló en septiembre para poner en valor el lavadero, que está incluido en la Ruta de la Alfarería. Y la intención es en un futuro seguir poniendo en valor otros enclaves con murales similares, que sirven además de atractivo turístico para los visitantes.

La fuente junto al lavadero es la más antigua de Agost J.A.RICO

Primeras alfarerías

La Font de l’Abeurador es la más antigua de Agost, ya que fue construida en torno a 1699 y tenía dos partes diferenciadas: una como abrevadero para el ganado y otra para el consumo doméstico, así como para el abastecimiento de las primeras alfarerías que se ubicaban en sus proximidades. En la piedra de la fuente son bien visibles las marcas de apoyar el cántaro que muestran el continuo uso que se hacía de esta fuente. Y era un punto de encuentro y socialización.

Dentro del lavadero hay siete murales J.A.RICO

Y en cuanto al lavadero, se remonta a antes de 1830, probablemente al siglo XVIII a 1860. Se nutría del agua sobrante de la fuente, que pasaba por gravedad a las cuatro pilas que se conservan actualmente. En la más cercana a la fuente se enjuagaba la ropa ya limpia, mientras que en la segunda se lavaban las prendas blancas, en la tercera las de color y la cuarta se destinaba para la ropa más sucia. Había una quinta, desaparecida, para la ropa de los alfareros. Además, por otro canal se llenaba el fregadero para limpiar la vajilla.