La Guardia Civil no se adapta a Jacobo, en silla de ruedas tras un accidente
Un agente destinado en El Campello y con una lesión medular tras una caída en bicicleta acudirá a la vía judicial para seguir en la Benemérita tras acordar Defensa su pase a retiro
Todo eran promesas y buenas palabras que auguraban un desenlace feliz para el guardia civil Jacobo Barchín, destinado en El Campello y en silla de ruedas por una lesión medular tras un accidente con su bicicleta en Mutxamel en 2020, pero esta semana ha recibido la peor noticia y su sueño de seguir trabajando como guardia en un puesto adaptado a sus limitaciones se ha esfumado. Una resolución del Ministerio de Defensa, a propuesta de la directora de la Guardia Civil, ha acordado el pase de Jacobo a situación de retiro por «inutilidad para el servicio» y pese al «mazazo» que ha supuesto para él y su familia, Jacobo asegura a este diario que «no me voy a rendir y voy a seguir luchando por seguir siendo guardia civil».
Jacobo, de 34 años y natural de San Clemente (Cuenca), ha agotado la vía administrativa en su lucha para seguir como guardia civil en un puesto de trabajo adaptado a sus limitaciones físicas -disminución de fuerza y sensibilidad de cintura para abajo, aunque puede caminar con la ayuda de una órtesis y un andador- y en breve emprenderá la vía judicial con la ayuda de los servicios jurídicos de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Alicante, que le han estado asesorando hasta ahora y que presentarán una demanda en los juzgados centrales de lo Contencioso Administrativo.
A su favor, explica Jacobo, existen dos antecedentes, una soldado que sigue trabajando en silla de ruedas el Ejército de Tierra y un policía con una pierna biónica que trabaja tras darle la razón los tribunales.
Jacobo considera que la Guardia Civil le ha discriminado por su discapacidad y estima que hay «cientos de puestos burocráticos donde podría estar trabajando». El agente, que llegó destinado a El Campello en febrero de 2020, afirma que tiene «toda la vida por delante y yo no quiero vivir de una pensión, quiero trabajar». Y no en cualquier trabajo, sino en la Guardia Civil. Es su vocación: «Para mí la Guardia Civil es vocacional y no todo se puede comprar con dinero; me encanta ayudar a los demás».
Accidente de bicicleta
La pesadilla de Jacobo empezó en diciembre de 2020. Tras ingresar en la Academia de Baeza en 2015, al año siguiente hizo el año de prácticas en su localidad natal, San Clemente, y en 2017 fue destinado al Puesto de Albocàsser, en Castellón. En febrero de 2020 llegó a la unidad de Seguridad Ciudadana en el cuartel de El Campello y el 2 de diciembre de ese año tuvo el fatal accidente cuando practicaba una de sus aficiones preferidas, el ciclismo. Salió a entrenar y cuando circulaba por el término de Mutxamel cayó dentro de una arqueta que estaba abierta.
Fue evacuado en helicóptero al Hospital General de Alicante y le intervinieron de una grave lesión medular. «El primer diagnóstico que me dieron en Alicante era que tenía una lesión medular completa y que no volvería a caminar ni a ponerme de pie», recuerda Jacobo.
Pero no fue así. Fue trasladado al Hospital Aguas Vivas en Tavernes de la Valldigna, donde estuvo ingresado un año, y a base de esfuerzo diario ha conseguido mejorar sus condiciones físicas y aún continúa realizando rehabilitación en dicho centro.
Un tribunal médico militar de Valencia le examinó un año y medio después del accidente y le dijeron que era válido para el servicio y que «iban a hacer lo imposible para que volviera al trabajo, pero que necesitaban un certificado del grado de discapacidad». Se la cifraron en un 70% y seis meses después le dijeron que no podía trabajar como guardia civil. «No estaba conforme y presenté alegaciones asesorado por el abogado de la AUGC».
Las alegaciones se formularon por discriminación por razones de discapacidad y tras ser admitidas el pasado enero tuvo que acudir al Hospital Central de La Defensa Gómez Ulla en Madrid. De nuevo Jacobo se mostró esperanzado cuando un traumatólogo y una neuróloga le examinaron y le aseguraron que «me iban a ayudar y que incluso me iban a proponer para acudir a un acto con limitaciones». Salió contento de la revisión, pero la alegría le duró solo hasta mayo, cuando le notificaron el acta que decretaba su incapacidad permanente y además elevaba al 76% su grado de discapacidad.
El abogado de la AUGC presentó nuevas alegaciones pero las han desestimado y el pasado 8 de octubre recibió la resolución del Ministerio de Defensa que decreta su incapacidad permanente y el pase a retiro por inutilidad para el servicio.
Jacobo considera «injusta» la decisión de retirarlo: «Me están discriminando por tener una discapacidad y lo hacen por prejuicio e imagen». El agente reitera que ha sido «un mazazo terrible», pero seguirá en su lucha por volver a trabajar como guardia civil y recuerda que el cuartel de El Campello está perfectamente adaptado para prestar servicio de acuerdo a sus limitaciones y no tendrían «que invertir un solo euro».
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