La dulce pionera de Xixona que levantó una pastelería de la nada

Se jubila la emprendedora María Teresa Escoda, que alquiló un local en los años 80 para hacer polvorones y ahora es proveedor de cientos de empresas

Escoda, con una máquina cortadora de polvorones que compró

Escoda, con una máquina cortadora de polvorones que compró / L. Gil López

L. Gil López

L. Gil López

Fabricar los mejores polvorones de forma artesanal. Ese fue el objetivo que se marcó allá a finales de los años ochenta en Xixona una emprendedora, María Teresa Escoda, que venía de una familia de panaderos y pasteleros de tres generaciones.

35 años después, esta trabajadora incansable se jubila después de levantar una empresa de la nada con la que ha conseguido llevar estos y otros dulces a cientos de miles de hogares, ya sea con su marca o como proveedora.

La historia empieza cuando María Teresa Escoda estuvo cinco años trabajando de secretaria en una fábrica de turrones y helados, donde implantó el sistema de control. De allí pasó a las oficinas de una ebanistería familiar.

"Recuerdo que regalé casi todos los polvorones, pero fui preparando el terreno para la siguiente temporada"

María Teresa Escoda

— Empresaria de Xixona

Entonces, ella y su marido, Luis, que preparaban lotes de Navidad, vieron que tenían problemas para conseguir polvorones. En ese momento de inflexión, se preguntó ¿por qué no hacerlos nosotros? "En Xixona la pastelería artesana se había visto desplazada por el producto estrella que era el turrón", explica.

Campaña

Así que dio un paso adelante, y no pequeño, y con un dinero que justamente heredó en esos meses se lanzó a la aventura: alquiló un local, lo arregló y se fue a ver maquinaria para hacer polvorones, y así empezó la primera campaña.

María Teresa Escoda, con polvorones, ante varias felicitaciones de Navidad que le hace llegar la Casa Real

Escoda, con una caja de polvorones, delante de las felicitaciones que le hace llegar la Casa Real / L. Gil López

Los inicios fueron duros, tenía los dulces pero no a quién vendérselos, así que fue tienda por tienda ofreciéndolos, para darse a conocer. "Recuerdo que casi los regalé todos, pero fui preparando el terreno para la siguiente temporada", explica.

En efecto, la producción y la venta fue creciendo de tal manera que el local no podía abarcar tal cantidad y se mudaron a otro. Escoda no se quedó solo en los polvorones, su espíritu inquieto y decidido le llevó a ampliar la fabricación con otros productos, como pastelitos de Gloria, pan de Cádiz, peladillas, etcétera.

"Y fuimos creciendo y creciendo, creando y probando, y también se nos hizo pequeño y ya nos trasladamos aquí", al local donde en su día estuvo la fábrica de turrones y helados donde de joven había trabajado, pero que estaba totalmente devastada y que poco a poco y con mucho esfuerzo fueron poniendo a punto.

María Teresa, entre sus hijos Rubén y Juan

María Teresa, entre sus hijos Rubén y Juan, delante del depósito de miel / L. Gil López

Otra decisión de esta emprendedora fue la iniciativa que tomó para conseguir alargar el periodo de trabajo, que con la temporada se reduce a tres o cuatro meses al año. "Mi madre vio que había una necesidad de tener trabajo todo el año y pensó en productos como los chocolates y los grajeados, que nos dan esa continuidad, poder tener una plantilla estable durante todo el año y que la fábrica trabaje", explica su hijo Rubén con orgullo.

Almendra marcona

En los últimos años han diversificado todavía más la producción, con innovaciones como la frambuesa liofilizada, nuez de macadamia o mandarinas con chocolate, y siempre utilizando materias primas de calidad y la almendra marcona.

Su otro hijo, Juan, es celiaco y María Teresa no ha permitido que esta intolerancia se convirtiera en un hándicap para la familia: "Saqué los polvorones sin gluten, que se venden un montón, tienen la garantía y cumplen la legislación, yo he sido siempre la primera que he estado pendiente porque sé las consecuencias, lo sé desde que nació mi hijo".

Escoda, junto a recortes con noticias de INFORMACIÓN referentes al regalo que hacían a la Casa Real

Escoda, junto a recortes con noticias de INFORMACIÓN referentes al regalo que hacían a la Casa Real / L. Gil López

También iba a fábricas que cerraban para hacerse con maquinaria y algunas llegó a pedir que las adaptasen para poder mejorarlas y sacarles mayor rendimiento y hacer mejores productos. Todavía tiene una cortadora de polvorones de sus inicios que mima con cariño.

Apoyo familiar

Escoda, que presume de no haber fallado en servir los pedidos siempre en la fecha prevista, ha contado con el apoyo de su marido, trabajador de banca, y de Juan y Rubén, que son quienes ahora cogen el testigo generacional.

Conforme se acercaba el momento de la jubilación, ella tenía claro que si sus hijos no querían continuar el legado, no había ningún problema y vendería la fábrica, pero ha sido un proceso natural. "Ellos han vivido esto desde pequeños, que me los traía a la fábrica, siempre ayudándome y decidieron continuar", afirma con emoción.

La jubilación ha sido un paso más que ha aceptado con naturalidad y no suele pasar por la fábrica, aunque está al corriente de todo: "Confío plenamente en mis hijos y estoy muy tranquila, estamos en las mejores manos, tanto la empresa como el personal".

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