La intensa vigilancia y la minuciosidad en los trámites marcaron ayer el proceso de reparto de los 2.400 kilos de pólvora para el Alardo, que por segundo año consecutivo se desarrolló en el antiguo bar del polideportivo Francisco Laporta, un punto bastante aislado. Los miembros de las filaes de las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy fueron acudiendo durante la jornada, con el fin de conseguir el kilo de pólvora con el que podrán participar en el Alardo del próximo martes.

En una mañana desapacible por el viento, pero soleada, el operativo de distribución de la pólvora se acometió con cierto retraso. A las diez en punto ya estaban todo el entramado montado, pero faltaba lo más importante, la pólvora, que llegaba desde el polvorín de Dos Aguas por la autovía, pero que se hizo de rogar durante media hora; al final resultó que había efectuado un reparto previo, en la población de Albaida.

La demora provocó que a su llegada ya se hubiese congregado un buen número de festeros a las puertas del recinto, por lo que el reparto se inició a buen ritmo y de inmediato, según destacó el ponente de Fiestas de la Asociación de San Jorge, Jordi Verdú. En el proceso estaba presente también, como colaborador, el vicepresidente primero, que destacó el cuidado con que se realiza todo el reparto, que se desarrolló ayer durante toda la jornada y continuará esta mañana, quedando concluido al mediodía.

La zona de distribución estaba controlada por agentes del servicio de Intervención de Armas de la Guardia Civil, así como por otros efectivos de seguridad privada aportados por la Asociación de San Jorge, todo lo cual configuraba un importante dispositivo de control en la zona. Los festeros iban llegando a la zona, aparcando sus vehículos en el parking y retirando el kilo de pólvora, tras haber mostrado el DNI y el carné de conducir, un documento que se considera válido para la manipulación del arcabuz, al requerir un test psicotécnico para su obtención.

A la aglomeración inicial, provocada por el retraso del vehículo, siguió un "goteo constante" durante toda la jornada, lo cual permitió la retirada de la mayor parte de la pólvora que se ha encargado y adquirido para el Alardo de este año.

Para la presente edición, como se ha venido informando, se ha decidido reforzar la seguridad auditiva, con el objeto de minimizar los efectos negativos del ruido de los arcabuces. La empresa Phonak y el Ayuntamiento han previsto hasta 3.000 pares de tapones, que se entregaban en una mesa montada justo al lado de la puerta de entrada a la caseta de reparto de la pólvora.

Las crecientes medidas de seguridad impuestas en torno al Alardo y el explosivo provocaron que la Guardia Civil vetara el año pasado el recinto de la Piscina Municipal, que había sido el marco habitual durante muchos años, pero que se descartó por la proximidad de un colegio. También se ha acrecentado la obligación de revisar los arcabuces.

La Asociación gestionó un incremento de la cantidad de pólvora disponible, ya que con un kilo difícilmente se puede cubrir el itinerario completo; en muchos casos, se está dando la circunstancia de que los festeros se reparten en turnos de mañana y tarde, lo que reduce el número general de participantes. El permiso se obtuvo para obtener al menos dos kilos, pero manteniendo vigente la prohibición de que un festero pueda tener más de un kilo a la vez, lo que obligaba a efectuar un nuevo reparto al mediodía del Alardo, con el fin de entregar la pólvora para la tarde. Esta opción ha sido desestimada por la Asociación, fundamentalmente por el alto coste que tendría el alquiler de un polvorín portátil. Todo esto, además, habría requerido el desplazamiento de todos los festeros al punto de reparto, que obligatoriamente habría tenido que ser un punto aislado, lo que se consideraba poco factible.

Por todo ello, la Asociación decidió que el Alardo de 2012 sea exactamente igual que su predecesor, de manera que cada festero tendrá su kilo. El itinerario será el habitual, pero no se descarta que pueda producirse algún recorte del recorrido, en el supuesto que los problemas para conseguir el explosivo continúen.

Hay que recordar que para este año se han adquirido 2.400 kilos de pólvora, lo que supone prácticamente la mitad del explosivo que se utilizaba en la segunda mitad de los años ochenta. La reducción más drástica ha coincidido con el refuerzo de las exigencias de seguridad.