Las viudas de los dos fallecidos en la extinción del incendio reclaman que se haga justicia cuanto antes y que el que «sea culpable que lo pague». En opinión de Amparo Villar, mujer del brigadista, la actuación en la que murió su marido fue una «imprudencia en mayúsculas».

Transcurrido un año desde la tragedia, las viudas de los dos fallecidos intentan rehacer sus vidas con el amargo recuerdo siempre presente. Amparo Villar, brigadista como su esposo fallecido, lleva adelante a sus dos hijas, una de 4 años y otra de tan sólo 8 meses, puesto que en el momento del suceso estaba embarazada. «He pasado muchas noches sin dormir pensando en lo sucedido y en que nadie se ha responsabilizado de lo que parece claro que fue una negligencia», apunta.

Lamenta que el procedimiento judicial «vaya tan lento» y que desde la Conselleria «no se nos haya informado para nada de las investigaciones». De acuerdo con los testimonios que ha podido recoger en relación al suceso, señala que «no me entra en la cabeza que llevaran a la gente a ese lugar y que se decidiese hacer un contrafuego. Fue una imprudencia en mayúsculas». Para Amparo, «si el culpable es el coordinador al que todos señalan, no merece ese puesto y debe ser castigado».

Pilar Garrigós, viuda del agente medioambiental, también tiene a su cargo a dos hijos, en esta caso un niño de 14 años y una niña de 11. «Fue un palo muy duro, en especial para los niños, que de un día para otro se quedaron sin padre». Pilar dice no tener queja por parte de la Conselleria, «que con nosotros se ha portado muy bien». Destaca que el proceso judicial avanza lento «porque parece que en San Vicente tienen muchos casos y además ha habido cambio de juez». Con todo, afirma que «confío en que la justicia aclare lo sucedido y que quien sea culpable lo pague».