La impresionante crecida del río Serpis ha llenado a rebosar el pantano de Beniarrés en apenas 48 horas. Las precipitaciones de hasta 400 litros por metro cuadrado en las comarcas de l'Alcoià y El Comtat han recuperado el embalse, que estaba tan sólo al 15% de su capacidad, y han obligado a abrir sus compuertas.

Quién lo iba a pensar. Después de que el pantano de Beniarrés llegase a tocar fondo como consecuencia de la sequía con los niveles más bajos desde 1964, ayer, con la impresionante crecida registrada por el río Serpis, tuvo que abrir sus compuertas para dejar salir el agua que le entraba a raudales.

El embalse, en concreto, se encontraba el pasado viernes a apenas un 15% de su capacidad, pero las intensas precipitaciones registradas entre el sábado y la mañana de ayer lo llenaron en un visto y no visto, ante la perplejidad de los vecinos de la zona. El temporal dejó registros que oscilaron entre los 404 litros por metro cuadrado del propio Beniarrés y los 225 de Alcoy, pasando por los 400 de Planes, los 320 de Millena o los 306 Muro.

La intensidad del temporal, que tuvo una de sus puntas más acusadas en la madrugada de ayer, se dejó notar de inmediado en los ríos y barrancos, desde el chorro de El Salt en Alcoy, resucitado después de mucho tiempo, hasta el Barranc de l'Encantà o todos los afluentes del Serpis. De hecho, el río, a su entrada en el pantano a la altura de Alcosser, presentaba una imagen descomunal, totalmente desbordado e inundando amplios campos de cultivo.

La consecuencia es que el embalse tuvo que abrir sus compuertas a media mañana por razones de seguridad, controlando en la medida de lo posible las temidas inundaciones en la comarca valenciana de la Safor.

Los bomberos tuvieron que realizar en la jornada de ayer alrededor de 30 intervenciones por inundaciones de bajos y también para rescatar a los ocupantes de dos vehículos que habían quedado inmovilizados en un paso a bajo nivel en Muro.

También se suspendieron clases en Cocentaina, Muro, Alfafara, Agres, L'Orxa y l'Alqueria d'Asnar.

En Benillup, mientras tanto, los vecinos volvían a mirar con desconfianza el barranco situado a escasa distancia de las casas ante el temor de derrumbes.