La tercera ola de contagios por coronavirus está azotando con fuerza a Ibi, un municipio del interior de la provincia de Alicante que ya ha alcanzado una incidencia de 4.610 casos por cada 100.000 habitantes, una de las más altas de la Comunidad Valenciana. La situación, catalogada por el propio alcalde, Rafael Serralta, de «extrema gravedad» está provocando entre la población «mucho miedo e incertidumbre». Por ello, el primer edil ha pedido «hasta en seis ocasiones a la Generalitat que aplique el confinamiento domiciliario». «El autoconfinamiento es válido para quienes están concienciados, pero necesitamos más medidas, porque hay quien todavía no lo tiene claro», ha insistido Serralta.

Aunque se desconocen las razones, el alcalde achaca la alta incidencia a que «en Ibi siempre hay mucha entrada y salida de gente», sobre todo, ha insistido, en los polígonos industriales. Aunque también ha apuntado que «muchas empresas están realizando PCR mensuales a sus trabajadores y están actuando con mucha prudencia». Otro factor que, según Rafael Serralta ha podido influir, es que «en las anteriores olas no tuvimos muchos casos y hay poca gente con anticuerpos».

Fuera como fuere, los vecinos tienen miedo y cada vez «hay menos gente en la calle, porque salen lo justito», ha explicado Mari Carmen Ibáñez, propietaria de una mercería. «Hay veces que una misma persona compra para medio edificio», incluso «yo misma estoy llevando encargos a domicilio». En su caso, reconoce que no se puede quejar, porque «se ha incrementado la venta para hacer labores» como escape al aburrimiento.

Inmaculada Jiménez, propietaria de una farmacia, ha explicado que «empecé a darme cuenta de la gravedad hace dos semanas, cuando en una guardia todo el mundo que venía había dado positivo o querían medicamentos para familiares o amigos que estaban contagiados». Ante esta situación, ha asegurado que están intentando asesorar y concienciar a sus clientes de la importancia de no salir de casa.

Los trabajadores de un horno de pan han lamentado que «todo el mundo tiene ya algún familiar, amigo o conocido que ha contraído el virus», y que esto está provocando «un miedo exagerado», según también ha manifestado Cristina Beneito, propietaria de una carnicería que ha asegurado que «en un día hemos llegado a repartido 24 pedidos a domicilio a gente confinada».

Marcos Picó, gerente de un estanco que reabrió esta semana tras contagiarse ha añadido que al miedo también hay que sumar la preocupación que «los clientes han mostrado por nuestra salud».