El director de orquesta y musicólogo de Cocentaina Ignacio García-Vidal utilizó el confinamiento para dar vida a su libro «Cartas a un joven director de orquesta». Una publicación en forma epistolar en la que este profesor de música manifiesta en cada una de las misivas conceptos o situaciones cruciales para un aspirante a director o profesional de la música. Cartas sin respuesta en las que invita a la reflexión; un método que como indica el propio autor fue elegido por «parecerme una gran arma para captar la atención y que sea llevadero».
Ignacio García-Vidal vio en el confinamiento la oportunidad de sacar a luz todas las conversaciones y experiencias que ha intercambiado con alumnos, profesores y profesionales de la música a lo largo de estos años. «Cartas a un joven director de orquesta» contiene las reflexiones, vivencias y consejos que este musicólogo y doctor universitario intercambia con un ficticio interlocutor epistolar acerca de las complejidades y dificultades de la profesión de la Dirección Musical, carrera que viene ejerciendo con éxito de modo profesional desde su debut con 24 años en la Orquesta Filarmónica de Montevideo. A sus 41 años de edad el parón obligatorio que la vida cotidiana hizo con el confinamiento fue vista por García-Vidal como «una oportunidad de calma para ordenar todos mis pensamientos y experiencias y así dejar que otros aprendan de ellos». Con este libro pretende llenar un espacio literario vacío, ya que la literatura específica acerca de la Dirección de Orquesta es escasa y se centra en biografías o libros técnicos. Su libro va más allá, a través desde su dilatada experiencia y una definida personalidad crítica y reflexiva establece un diálogo que tiene como objetivo que los neófitos comprendan cómo funciona un mundo tan desconocido y orientarlos en sus primeros pasos para que puedan construirse un pensamiento y unas opiniones antes de iniciarse de lleno en la materia práctica.
Sentimientos y frustraciones
A lo largo de las nueve cartas que componen el libro Ignacio deja entrever sentimiento y frustraciones que le han invadido a lo largo de su carrera. Aspectos que traslada a todos aquellos directores noveles con los que se va cruzando y a los que espera que llegue su libro. «he tomado cafés con muchos jóvenes directores y directoras de orquesta y gracias a todos ellos he podido comprobar que es un mundo muy competitivo y agresivo, muy individualista».
Asegura que «un artista que se dedica a la música clásica es un superviviente, y en estos meses en los que la actividad musical se ha visto afectada, aún más, las carreras artísticas están movidas por la pasión y esto en ocasiones choca con la realidad de la vida en la que vivir de esa pasión a veces resulta imposible para poder cubrir las necesidades económicas del día a día».
A lo largo de estos meses García Vidal ha tenido que ver como le caían 45 conciertos «pero hay que valorar que aunque jugamos con cifras y aforos la cultura lucha por salir adelante, ahora si de 1.000 personas acuden 140 por normativa hay que saber apreciar que los aplausos suenan diferente la gente se emociona, te tira besos, que es algo que no me había pasado en la vida, las personas saludan con la mano en el corazón y te dicen gracias por ser músico” que va más allá de las gracias por un concierto donde le curas con tu música. A lo mejor convertimos en sagrado lo que siempre fue sagrado: el arte y la cultura».
