La provincia de Alicante es vista, a ojos de foráneos, como un paraíso turístico donde acudir para disfrutar de playas, sol y buen clima. Un lugar que se gana el adjetivo de idóneo para muchas personas y que así lo demuestran estableciendo en el sur de la Comunidad Valenciana sus lugares de residencia. Pero más allá de las localidades costeras que se extienden desde Dénia hasta Pilar de la Horadada y que acogen grandes comunidades de extranjeros, se encuentra todo un territorio, más montañoso e incluso escarpado en algunos puntos, donde las cifras muestran un índice prácticamente imperceptible de nuevos vecinos provenientes de otros países, es el interior de la provincia.
Mientras que Rojales, Llíber, Daya Vieja y San Fulgencio lideran el ranking con el mayor porcentaje de extranjeros, que en todos los casos supera el 60% del censo municipal, el número de personas sigue siendo bajo, considerándose todos ellos pueblos. No obstante, estos porcentajes no son una excepción, pues el «top ten» lo cierra San Miguel de Salinas, con una población de 6.553 habitantes, según los últimos datos del INE, de los cuales solamente el 49% son españoles. Se trata de territorios en los que Reino Unido sigue a la cabeza, a pesar de los últimos descensos motivados por el Brexit.
La montaña
Todos estos enclaves contrastan con la comarca del l’Alcoià, arropada por el Maigmó y la Serra de Mariola, que es un ejemplo fehaciente de esta diferencia, aunque con matices.
La capital de la comarca, Alcoy, cuenta con una población que se aproxima a los 60.000 habitantes, lo que por ende significa un mayor número de población extranjera, aunque este porcentaje no representa un tanto por ciento considerable, quedándose en un 6,3% de población, el equivalente a 3.705 personas entre las que conviven diferentes nacionalidades.
Estos datos se extraen de la nueva web que la Diputación de Alicante puso en marcha meses atrás, junto con la Universidad de Alicante, en la que los mapas interactivos permiten observar las cifras en cada uno de los municipios de la provincia. Los censos ponen así de manifiesto el bajo número de población que llega al interior, un área en la que el contacto más directo con la naturaleza propició, años atrás, un «boom» de británicos que elegían comarcas como el Comtat para adquirir alguna de las numerosas casitas de campo que se expanden a lo largo de los 32 pequeños municipios que componen esta comarca para pasar su jubilación.
El impacto en el día a día tampoco fue muy grande, pues se trataba de vecinos que mantenían poco contacto social con la población, especialmente por vivir en el campo, recuerdan varios vecinos, sin embargo, había labores como la de cuidar las parcelas de estos vecinos europeos que ya no se realizan, recuerda Emilio, un hombre que ha cuidado los exteriores de varias casitas durante años, «llegabas a entablar un trato más personal, pero ya ha pasado mucho de aquellos tiempos».
En Cocentaina, actualmente quedan censados 106 británicos, una cifra que ya no impacta en un municipio que ronda los 11.450 vecinos, pues el continente europeo ha quedado en un segundo plano. La comunidad marroquí ha pasado a ser la que domina las cifras con 935 censados, lo que representa, aproximadamente, el 8% de todos los contestanos. Un caso similar sucede en Muro, con un 11,8% de extranjeros, la mayoría de ellos marroquíes.
En contraposición, y regresando a l’Alcoià, los resquicios de aquellos británicos que se asentaron en el interior siguen presentes en Castalla y Tibi, poblaciones donde el alto porcentaje de estos vecinos se explica a las urbanizaciones que años atrás veían en los europeos un cliente en el que enfocarse y al mismo tiempo potenciar el turismo interior, algo que no lograron del todo, es el caso de Castalla Internacional.
