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Un alcoyano denuncia que un religioso abusó de él en el colegio cuando tenía 8 años

Miguel Canales, de 49 años, asegura que fue obligado a masturbarse y practicar felaciones en el colegio de los Franciscanos en Cocentaina

Miguel Canales, en Radio Alcoy. | INFORMACIÓN

Miguel Canales, un vecino de Alcoy de 49 años ha denunciado que cuando era un niño fue víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote en el colegio de Cocentaina donde estudiaba. Canales se ha animado a contar su experiencia ante el ejemplo de otras víctimas como el escritor Alejandro Palomas, que relató su caso en la Cadena SER. Tal como ha contado en la misma emisora Miguel Canales, nació en Alcoy pero a los 8 años se tuvo que mudar con sus padres a Cocentaina y empezó a estudiar en el colegio de los Franciscanos de esta localidad donde sufrió abusos sexuales por parte de un religioso durante un año y medio. Según su relato, fue obligado por parte de un sacerdote del colegio a masturbarse y practicar felaciones. «Siempre con la mano derecha en la sotana se masturbaba él, me masturbaba a mí...» relata recordando el horror que vivió cuando tenía solo 8 y 9 años. Canales guardó silencio hasta que en 2008, cuando nació su hija, decidió exponer su caso a través de una carta en el Arzobispado de Valencia, jurisdicción a la que corresponden Alcoy y Cocentaina, pese a que su caso había prescrito.

Siempre según el relato del alcoyano en la radio, tras enviar su escrito de denuncia, otro franciscano le pidió perdón por teléfono y le dijo que el religioso que había abusado de él había sido apartado del culto y del centro escolar. Sobre su decisión de hacer público ahora su caso, Miguel Canales añadió que «todos los años escucho alguna noticia. Salen casos de antes y de ahora... Pero lo de este hombre, (en alusión a Alejandro Palomas) ha sido muy valiente y me ha dado fuerzas. ¡Si ya no me pueden hundir más! Si es Dios el que hunde o deja de hundir, que él no hace daño a nadie, lo que tengan que hacerme, que me lo hagan».

El Arzobispado de Valencia, según la Ser, ha confirmado la versión de los hechos y asegura que también ha ofrecido asesoramiento y apoyo al denunciante.

Al margen e este caso concreto, el Arzobispado de Valencia asegura que el problema de los abusos a menores «no compete solo a la Iglesia», cuyos miembros, «son responsables del 0,2 % de estos actos», por lo que cree que se deberían investigar también los cometidos en el seno de la familia o «entornos sociales dependientes de la Administración».

El director de la Oficina de Protección al Menor del Arzobispado de Valencia, Daniel Juan, explica que el departamento que dirige no ha recibido una sola denuncia «formal», sino «casos o datos» (aunque no ha cuantificado la cifra) facilitados o conocidos en su mayoría por medios de comunicación, de las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado. Además, dijo ayer que han puesto en conocimiento de la Fiscalía el caso de un abuso supuestamente cometido por un laico en 2021.

El responsable de la Oficina del Menor realizó estas declaraciones tras publicar este diario que el Arzobispado investiga cuatro casos de abusos y remite uno a la Fiscalía, al tiempo que esta trata de recabar todos los casos que pueda de los últimos años tras la petición de la Fiscalía General del Estado de enviar, en un plazo de diez días, el número de causa, el año y también el órgano responsable de la investigación en la comunidad autónoma.

Por otra parte, según explicó ayer Daniel Juan, ningún sacerdote ha sido apartado de su cargo en el ámbito de actuación del Arzobispado de Valencia desde que existe la referida oficina de Protección al Menor, creada en 2020 siguiendo las indicaciones del papa Francisco, que instó a las autoridades eclesiásticas en 2019 a registrar las denuncias y cooperar con la justicia comunicando todos los testimonios de abusos.

«Hemos de partir del axioma de que un solo caso es demasiado», insiste Daniel Juan, quien defiende que la Diócesis de Valencia fue la primera en abrir la oficina de Protección del Menor y reitera la total disponibilidad a acoger, escuchar, acompañar y reparar el daño, y ofrecer incluso apoyo psicológico o asesoramiento legal, ya sea en el ámbito penal o en el canónico. «El problema para nosotros es que no podemos contar solo con datos sociológicos, o casos sin caras o personas a las que poder dirigirnos», añade. Preguntado por si la Iglesia está en condiciones actualmente de ofrecer un entorno seguro para la infancia, Juan asegura que «sin duda». «De un tiempo a esta parte hemos puesto todos los medios, creo sinceramente que nuestros colegios y parroquias han sido pioneros en esta protección del menor», reivindica.

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