El incendio originado el sábado en la Vall d'Ebo y que ha acabado afectando de pleno a varias localidades de El Comtat ha supuesto un auténtico mazazo para una zona ya de por sí castigada por otros factores. El desánimo se ha instalado entre unos vecinos acostumbrados a tener que lidiar con circunstancias difíciles en el día a día, y que ahora ven con pesar cómo su paisaje se vuelve gris, perdiendo un rico patrimonio natural que es uno de sus grandes atractivos, y cómo las llamas amenazan sus casas.

El área afectada por el fuego, en la que El Comtat y la Marina Alta se dan la mano, es precisamente la más afectada por la despoblación y el envejecimiento en la provincia, y también ha sido duramente golpeada por la plaga de xylella, que ha supuesto la desaparición de grandes extensiones de almendros, en medio de una gran controversia. El atractivo paisajístico y la tranquilidad de la zona son dos de los principales recursos del entorno, en el que, por otra parte, no falta voluntad por relanzar el territorio. Son muchas las acciones promovidas en los últimos años por los Ayuntamientos, al margen de su color político y de la edad de quien esté al frente, para reivindicar que estos pueblos están vivos.

Los vecinos salieron casi con lo puesto, rápidamente. Este martes, la carretera de Benimassot hacia Gorga era un continuo ir de vehículos. A algunos tuvieron que ir a buscarlos sus familiares, como a Juanita, una mujer de edad avanzada a la que fueron a recoger sus hijas desde Muro y que fue de las últimas en abandonar el pueblo. Poco antes, expresaba su preocupación por saber "por cuánto tiempo será esto", porque "yo en mi casa estoy muy bien". Ya después de haberse marchado, volvieron para recoger unos medicamentos que se habían dejado, una de las pocas situaciones de fuerza mayor en las que se permitía el paso, pero para marcharse otra vez enseguida. Un poco más abajo, en Balones, algunos vecinos incluso paraban a los coches de la Guardia Civil para pedirles información.

Un mazazo para una comarca castigada JUANI RUZ

También tenía permiso para acceder a su pueblo Rubén Cervera, de Margarida, casi designado por sus convecinos de manera espontánea para que se encargara de vigilar que todo esté en orden mientras la gente tenga que estar fuera. "He podido venir para dar agua y comida a los animales, me han dejado entrar exclusivamente para eso". No obstante, se quedó en el cruce de entrada a la población, junto a la Guardia Civil, "para que nadie quiera entrar, porque es peligroso venir hasta aquí", señalaba. También en Fageca se ha quedado un grupo reducido de personas, entre ellas la teniente de alcalde, Isabel Sancho, quien aludía con pesar a "todo lo que se ha perdido: la zona de los poblados moriscos, el barranco de Malafí, Capaimona...". Lugares emblemáticos para las gentes del lugar, e incluso para la historia de la actual Comunidad Valenciana.

Un mazazo para una comarca castigada JUANI RUZ

En Benimassot también se quedó, realizando labores de guardia, el alcalde, Ismael Molines. "Aparte de la seguridad para los vecinos, queremos evitar cualquier riesgo de pillaje", indicó. Los últimos habitantes en marcharse fueron una familia de origen alemán, que en principio se iba a ir al albergue habilitado en Muro, pero que a última hora decidieron quedarse en casa de unos allegados en Benillup. El alcalde de esta última población, Javier Navarro, llegó hasta Benimassot justo en ese momento, muy preocupado porque su pueblo está justo detrás de la montaña que ardía y que había provocado el desalojo del municipio vecino. El espontáneo abrazo entre los dos alcaldes fue la prueba manifiesta de la unión y el apoyo que hay, ya de por sí y más en estos momentos, entre todas las gentes de la zona.

Un mazazo para una comarca castigada JUANI RUZ

A última hora de la jornada, las llamas estaban cerca del casco urbano de Tollos, al tiempo que seguía activo el foco entre Famorca y Castell de Castells, con el consiguiente miedo a que el fuego pasara a la Serrella. La noche volvería a ser larga en una zona donde cunde la preocupación por que las llamas dejen de consumir el entorno y no lleguen a afectar a los pueblos.