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Una vía convertida en autopista urbana en Alcoy

Vecinos de la calle València exigen medidas para que los vehículos aminoren la velocidad, en un tramo donde hay accidentes con mucha frecuencia

Una vía convertida en autopista urbana en Alcoy

Una vía convertida en autopista urbana en Alcoy Juani Ruz

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Una vía convertida en autopista urbana en Alcoy Antonio Teruel

La calle València de Alcoy tiene un nombre que no da lugar a equívoco: es la salida de la ciudad hacia la capital autonómica, el tramo final de la antigua travesía de la N-340 en dirección a Cocentaina. En sentido norte, tras una ligera curva hacia la izquierda emprende una larga recta con pendiente de bajada. Es un tramo completamente urbano, repleto de cruces con otras calles regulados por semáforos y con accesos a supermercados, una gasolinera y un restaurante, pero el trazado y su anchura, con dos amplios carriles por sentido y otro más reservado a transporte público, favorecen que muchos vehículos circulen por encima de los 40 kilómetros por hora que marcan las señales de velocidad máxima.

Los accidentes son bastante frecuentes en la calle València, sobre todo choques por alcance delante de algún semáforo o colisiones en las intersecciones o los accesos a los servicios. También ha habido atropellos, uno de ellos mortal. El último percance fue hace apenas un par de semanas, cuando un camión de recogida de residuos chocó sucesivamente con un árbol y un semáforo y los derribó. Este siniestro se debió a factores ajenos a la velocidad, ya que el conductor del vehículo sufrió un desvanecimiento, pero vecinos de la zona denuncian que el tramo tiene bastante peligrosidad y que lo ocurrido podría haber tenido peores consecuencias si hubiera transitado un peatón por el lugar justo en ese momento.

Una vía convertida en autopista urbana en Alcoy Juani Ruz

El paso de coches, motocicletas, furgonetas y camiones es constante, y sobre todo en sentido de salida la mayoría circulan a velocidades altas. Alberto Acosta, vecino de la calle, incide en que "no es una paranoia nuestra, se puede comprobar fácilmente". Nada más pasar la curva inicial, los conductores divisan la salida de Alcoy y la vía rápida de dos carriles por sentido que sigue hacia Cocentaina, lo que parece animar a bastantes a pasarse las normas por el forro y pisar el acelerador. Hay un reductor de velocidad en uno de los cruces, delante de uno de los supermercados de la zona, pero no resulta suficiente. Son muy habituales los frenazos, cuando un vehículo que baja rápido tiene que detenerse ante un semáforo en rojo.

Acosta comprende que "el factor humano siempre está" y que es imposible eliminar por completo el riesgo, pero considera que "hay que reducirlo en la manera de lo posible". Añade que en sentido de subida ya se hizo, cambiando la sincronización de los semáforos, lo que redundó en una mejora de la seguridad vial. Aun así, los pivotes plásticos existentes en el punto donde los conductores deben dejar la calle València para seguir por la calle Espejo tienen signos de impactos más o menos recientes. Por ello, apela a que se tome alguna medida en los carriles de bajada, cambiando también la secuencia de los semáforos o instalando más reductores velocidad.

"Un punto negro" que no se respeta

La misma opinión tienen otros vecinos como Marisa Belda, quien afirma que este es "un punto negro" y que, aparte de los accidentes en sí, "hay peligro para los peatones". "Se nos han estampado vehículos en la fachada, parece que hasta que no haya muertes no harán nada". También señala que "son continuos" los alcances Miguel Peidro, quien se desplaza en silla de ruedas y por eso "siempre cumplo el semáforo; por aquí los coches pasan bastante rápido, no me arriesgo a cruzar en rojo". Otras tres vecinas que prefieren no dar su nombre coinciden en que "suele haber problemas; muchos pisan el acelerador ya desde la Rosaleda". En cambio, otros como Jesús Brotons piensan que "la avenida incita a correr, pero hay muchos semáforos", y para Jorge Carbonell "no es peligroso, y los peatones se esperan para cruzar el tiempo que sea necesario".

Vehículos bajando por el tramo inicial de la calle, de sentido único y que hace una pequeña curva. JUANI RUZ

El concejal de Seguridad, Raül Llopis, señala que al Ayuntamiento "le constan" las quejas de los vecinos, y que "somos conscientes de lo que ocurre y estamos analizando posibles medidas". No obstante, hace hincapié en que "eran más problemáticos los carriles de subida, y desde que se cambió la sincronización semafórica la siniestralidad se ha reducido". El edil recuerda que a medio plazo se prevé que en la zona haya dos rotondas, la que hará el Ministerio de Transportes justo a la salida y otra a cuenta del Ayuntamiento en el cruce con la calle Tomàs Llàcer, junto a uno de los supermercados, lo que pacificará aún más el tráfico.

En cualquier caso, Llopis incide también en lo que, por otra parte, resulta muy obvio: "Al final influye más la mala conducta de los conductores, no la señalización". "Que no se respeten las normas es el problema más preocupante", reitera. El edil recalca la obviedad de que muchos se pasan por alto la limitación de 40 kilómetros por hora, y apela que "la gente tome conciencia y circule a la velocidad que debe", por su propia seguridad y la de los demás.

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