Navidad de luto en Alcoy en 1922

Se cumplen 100 años del accidente ferroviario en el que murieron 13 militares del cuartel de Alzamora y más de 250 resultaron heridos, el peor en la historia de línea que llega desde Xàtiva - El suceso causó una gran conmoción en plenas Fiestas, al ser la mayoría de las víctimas jóvenes soldados de reemplazo

Panteón en el cementerio de Alcoy en el que reposan los restos de los militares muertos en el accidente ferroviario de 1922.

Panteón en el cementerio de Alcoy en el que reposan los restos de los militares muertos en el accidente ferroviario de 1922. / LUCIO ABAD

Alcoy recibió las Navidades de luto y conmocionada hace justo ahora un siglo. En las mismas vísperas de las Fiestas, en la noche del 22 de diciembre de 1922, un trágico accidente ferroviario costó la vida a 13 militares del Regimiento Vizcaya 21, que tenía su base en el cuartel de Alzamora y del que se puede afirmar que era una de las "fuerzas vivas" de la ciudad en aquel entonces. Otras más de 250 personas, todas ellas pertenecientes al mismo acuartelamiento, resultaron heridas en aquel siniestro, el peor en la historia de la línea férrea Alcoy-Xàtiva y que, cien años después, permanece en el imaginario colectivo de Alcoy y también de Ontinyent, donde se produjo la catástrofe.

Aquel 22 de diciembre de 1922, siendo ya noche cerrada y en medio de un ambiente de neblina, más de medio millar de militares, entre mandos y soldados, regresaban a Alcoy tras haber estado realizando unas maniobras en Chiva. El tren lo componían 22 coches de viajeros, más dos locomotoras para tratar de salvar la fuerte pendiente hasta Agres, punto más alto de la línea. Una de las máquinas no respondía correctamente, hasta que finalmente no dio más de sí a la altura del paraje conocido como el Bancal Redó, en el término municipal de Alfafara. Se tomó la decisión de separar los 11 vagones de cola y que la cabecera llegara hasta Alcoy, para que luego la máquina volviera a por ellos. Pero eso precipitó la tragedia.

Las ruedas de la locomotora deslizaron al ponerse en marcha la máquina a causa de la humedad y la primera mitad del tren dio un bandazo hacia atrás y golpeó a la segunda, con tal fuerza que la empujó cuesta abajo. Aquellos 11 coches de viajeros emprendieron un descontrolado descenso, que se fue acelerando cada vez más por la pendiente, y que terminó de manera violenta al cabo de seis kilómetros, en Ontinyent, cuando los vagones chocaron contra un tren de mercancías que esperaba en la estación, dejando un panorama de desolación y muerte en mitad de la noche. Las fotografías que se tomaron a la mañana siguiente dan una idea de la magnitud del impacto.

Estado en el que quedó el tren siniestrado en Ontinyent en el que viajaban los militares hacia Alcoy.

Estado en el que quedó el tren siniestrado en Ontinyent en el que viajaban los militares hacia Alcoy. / ARCHIVO MUNICIPAL DE ALCOY

En el accidente fallecieron nueve soldados, dos sargentos, un maestro herrador y el teniente coronel José Cañamaque; este último tenía 49 años, y el resto oscilaban entre los 21 y los 30. Entre las víctimas había un joven de Alcoy, y también las había de Ibi, Cocentaina, Castalla y Alicante. El resto eran originarios de Murcia y Granada, muchos de ellos reclutas de reemplazo, "soldados de cuota" que se decía, tal y como señala el director del Archivo Municipal de Alcoy, Josep Lluís Santonja. La noticia de lo sucedido llegó esa misma noche del 22 de diciembre a Alcoy, mientras los heridos eran atendidos en el Hospital de Beneficencia de Ontinyent o en las casas de los muchos vecinos que acudieron a auxiliar en la catástrofe.

Gran impacto social

El suceso generó una gran conmoción en Alcoy por la relevancia que tenía en la ciudad el acuartelamiento de Alzamora, y más aún por las fechas en que se produjo el accidente. "El impacto fue brutal", resume Santonja, hasta el punto de que "al funeral vinieron todas las autoridades del momento". El entierro, como señala el historiador alcoyano Àngel Beneito Lloris en un artículo sobre el accidente publicado en 2002, se realizó el 31 de diciembre, con un cortejo fúnebre que recorrió todo el centro de la ciudad acompañado, entre otros, por un batallón del Regimiento y las bandas de la Primitiva y la Nova. Días después, el 4 de enero de 1923, se celebraron las exequias en la iglesia de Santa María, con una nutrida representación institucional.

Imagen del entierro de las víctimas en Alcoy, el 31 de diciembre de 1922.

Imagen del entierro de las víctimas en Alcoy, el 31 de diciembre de 1922. / ARCHIVO MUNICIPAL DE ALCOY

La coincidencia de un hecho tan luctuoso con las Navidades hizo sopesar la idea de suspender la Cabalgata de Reyes Magos, explica el director del Archivo Municipal de Alcoy, aunque finalmente sí se llevó a cabo. "Había que salvar la ilusión de los niños", que no eran culpables de lo ocurrido, señala. Los fallecidos fueron enterrados en el cementerio municipal de Alcoy, incluso los que eran de localidades cercanas, en un panteón construido de manera expresa para honrar a las víctimas de esta tragedia. Ahí siguen sus restos, un siglo después, bajo una lápida descolorida que resulta difícil leer y que cita la "catástrofe ferroviaria" del 22 de diciembre de 1922. Aún hoy, este panteón sigue siendo propiedad del Ministerio de Defensa.

Detalle de la lápida del panteón, que resulta difícil de leer en la actualidad.

Detalle de la lápida del panteón, que resulta difícil de leer en la actualidad. / LUCIO ABAD

Mientras tanto, en Ontinyent se honró a los sanitarios que asistieron a los heridos tras el accidente. Los cinco médicos, tres practicantes y dos farmacéuticos que participaron en estas tareas fueron condecorados con la Cruz de Beneficencia de primera clase, según se recoge en el libro El ferrocarril Xàtiva-Alcoi. Empeño y supervivencia, de Basilio Álvarez Úbeda, editado en 2005. Y no solo eso, ya que, en reconocimiento a la respuesta de la población en general, que acudió en masa a ayudar a los heridos en la medida de lo posible, la capital de la Vall d'Albaida recibió en febrero de 1924 por parte del rey Alfonso XIII el título de "Ciudad Muy Caritativa" que en la actualidad ostenta.

Responsabilidades

Resulta un tanto paradójico que hace 100 años ya se hablara de las deficiencias en la línea férrea Alcoy-Xàtiva, pero en este caso no en lo que se refiere a la infraestructura, que no llevaba ni 20 años en funcionamiento, sino al material móvil. Tras el accidente, muchas voces acusaron de negligencia a la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, titular entonces de la línea, por el estado de las locomotoras y los coches de viajeros empleados para prestar el servicio, entre ellas el mismo Ayuntamiento de Alcoy, según recoge Àngel Beneito en su artículo. La empresa, sin embargo, no tuvo que afrontar ningún tipo de consecuencia por el siniestro, ni tampoco pagó indemnización alguna a las víctimas.

Imagen de la estación de Ontinyent, donde se produjo el siniestro hace ahora 100 años.

Imagen de la estación de Ontinyent, donde se produjo el siniestro hace ahora 100 años. / JUANI RUZ

Ha pasado un siglo, y afortunadamente no ha vuelto a producirse una tragedia de esta magnitud en esta línea y sería muy difícil que se produjera a día de hoy, pero la controversia en cuanto a su estado sigue sobre la mesa. En cambio, la catástrofe que conmocionó a Alcoy en los últimos días de 1922 parece totalmente olvidada, borrada como las letras de la lápida bajo la que descansan los restos de las víctimas. Las inscripciones de sus nombres talladas en la losa, eso sí, mantienen viva la memoria de aquellos infortunados militares que pagaron con sus vidas la precariedad de los medios de transporte de entonces.