­La tradicional fiesta de las paellas de la Universidad de Alicante concentró ayer a más de 10.000 estudiantes, un tercio de los matriculados este curso, que convirtieron el aparcamiento del Aulario III en un «botellódromo» al uso, en plena polémica sobre la conveniencia o no de acotar un espacio público en la ciudad para que los jóvenes se reúnan... y beban.

Por primera vez se controló la entrada para que no se colara nadie ajeno al Campus y para que se pagara un mínimo de 3 euros. Los 5 euros extra daban derecho a ración de paella y litro de bebida (cerveza, sangría o refresco), pero en su gran mayoría optaron por el mínimo coste y acceder al recinto, de unos 4.000 metros cuadrados, con sus propias bebidas, siempre en recipientes de cartón o plástico y con no más de 18 grados de alcohol.

Pocos, por tanto, probaron la paella preparada de catering, ante la prohibición de hacer fuego en el Campus, aunque «estaba muy buena», como reconoció Efren, de Turismo, a quien no le hizo ninguna gracia­­ tener que pagar, ni tampoco que se limitara el espacio con respecto a ocasiones anteriores. «O hemos sido más que nunca o estábamos más apretados porque nos han quitado la pinada», decía al término de la fiesta.

David Navarro, que se estrena como presidente de los alumnos, lamentaba que el Rectorado les haya dejado por vez primera sólos a la hora de correr con los gastos, unos 20.000 euros, aunque en cuestión de organización han contado con la vicerrectora Calzada.

Una empresa externa, Babalú, se encargó tanto de la seguridad como de la música y el catering y, de las ambulancias, el Rectorado, aunque las tendrá que pagar el Consejo de Alumnos. Ayer calculaban que se atendió a una decena de estudiantes. «Ha comido muy poco», reconocía la compañera de uno al que se llevaban entre sirenas a Elche, a las 18.30 de la tarde, cuando ya se vació el recinto y buena parte de sus integrantes se esparció por el resto del Campus para seguir la fiesta. La acampada-protesta de los guardas de seguridad semejaba a última hora una pequeña isla entre decenas de pequeños botellones.