Sobre las diez de la mañana, sólo la presencia de unos cuantos periodistas frente a la casa de José Joaquín Ripoll en Vistahermosa alteraba la rutina de la calle, un área de chalés a los que se accede por viales, en algunos casos sin asfaltar, pese a tratarse de una zona residencial con viviendas de lujo como la del propio presidente de la Diputación. "Este coche es de la policía judicial", indicaba uno de los periodistas a los compañeros señalando un utilitario azul marino aparcado frente a la casa en la que sólo de vez en cuando se podía ver algo de movimiento a través de un ventanal redondo que dejaba ver unas escaleras de acceso al último piso de la vivienda. "¿Sabéis si Ripoll está dentro?", preguntaba otro, "A su mujer sí la hemos visto a través de la ventana", indicaba un tercero. Efectivamente, en algunos momentos se pudo ver a la esposa de Ripoll, Margarita de la Vega, a través del cristal, así como a otros familiares y a miembros de la policía judicial que, desde las ocho de la mañana estuvieron registrando la vivienda. A Ripoll no se le vio aunque estaba dentro asistiendo al registro.

A las once y cuarto llegó un furgón. Los cinco agentes que lo ocupaban desplazaron a la docena de periodistas, fotógrafos y cámaras que a esa hora seguían esperando noticias sobre el resultado del registro, hacia la esquina de la calle Luis Bellido desde donde se perdía la visión frontal de la casa. Después, un Mercedes con las lunas tintadas accedió al garaje de la vivienda. "Habéis visto si iba alguien detrás"?, preguntaba un fotógrafo. "No sé. Creo que iba alguien con una camisa blanca", respondía otro.

Los periodistas, colgados de los móviles, intercambiaban las últimas noticias del caso pero, de lo que ocurría dentro de la casa, poca cosa. Un cordón de agentes de la Policía Nacional, mantenían a la prensa a una distancia prudencial de la vivienda ante la curiosidades y estupefacción de los escasos vecinos que pasaban por la zona. Un niño en bicicleta fue obligado a dar marcha atrás en la esquina, al igual que un par de coches. De hecho, durante la hora en que la calle estuvo cortada, sólo se permitió el acceso a un trabajador de una obra que se está realizando enfrente justo de la vivienda de Ripoll. Tras la llegada de un segundo furgón policial, salió del aparcamiento de la vivienda el Mercedes que entró una hora antes y en el que, al parecer, Ripoll fue trasladado desde su casa hasta la Diputación para proceder al registro de su despacho en el palacio provincial. A partir de ahí, todo fue muy rápido; agentes judiciales, abogados y policías, uno tapado con un pasamontañas, abandonaban la vivienda poniendo fin a cuatro horas de registro. A las doce y cuarto, la calle recuperó la normalidad.