La agricultura en la provincia de Alicante está abocada a una muerte segura a medio plazo, si no cambia pronto la alarmante falta de relevo generacional que arrastra el sector. Lo ponen de relieve los últimos datos oficiales que se han publicado, los del Censo Agrario 2009, difundidos hace escasos días por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Según este estudio -el más exhaustivo y fiable de los que se realizan sobre el medio agrario, y que se publica sólo cada diez años-, en estos momentos sólo 41 de las 24.996 explotaciones agrícolas de la provincia tienen al frente a una persona menor de 25 años, lo que sólo supone un 0,16 por ciento. En 1999, en cambio, el número de fincas con propietarios jóvenes era de 383; eso sí, ya no alcanzaban el 1 por ciento de las 51.204 fincas agrarias que había entonces.

Mientras tanto, el envejecimiento en el campo se incrementa de una forma cada vez más preocupante. Los propietarios de fincas con más de 65 años eran un 33 por ciento en 1999; diez años más tarde, este índice había subido al 43%. Las cifras absolutas parecen decir lo contrario, ya que se ha pasado de 17.068 explotaciones con un dueño de edad avanzada a 10.816, pero esto obedece únicamente a que el abandono del campo, en general, ha provocado que el número total de fincas se reduzca a la mitad en tan sólo una década.

Parcelas

Así, como ya se ha avanzado, en 1999 había 51.204 explotaciones, más otras 1.262 cuyo titular no consta. Es decir, 52.466 en total. En cambio, diez años después la cifra era de 24.996 parcelas más otras 882 de las que se desconocen más datos de los titulares. Por lo tanto, 25.878.

De esta forma, el descenso en el número de fincas en este tiempo es de casi el 51%. Un descenso parejo al de la superficie, que ha pasado de 378.375 a 207.341 hectáreas, un 45% de bajada.

La escasa diferencia que hay entre un porcentaje y otro se explica porque algunas fincas no han desaparecido porque se ha dado otro uso a esos terrenos, sino debido a procesos de concentración parcelaria. En concreto, las fincas de menos de 1 hectárea de extensión suponían un 39,36% en 1999, frente a un 20,05% actual. En cambio, la horquilla que va de 1 a 10 hectáreas ha crecido porcentualmente de forma notables: en 1999 suponían cerca del 53% de las explotaciones agrarias alicantinas, mientras que ahora sobrepasan ya el 70%.

Hay otro dato revelador acerca del declive del campo, y es que la superficie agrícola utilizada -es decir, aquella que realmente sí se aprovecha- ha registrado un descenso mucho menor. Ha pasado de 187.233 a 159.935 hectáreas, un descenso del 14,58%. La abismal diferencia entre estas cifras y las de la superficie total o las del número de explotaciones invita a pensar que, en 1999, la provincia contaba con grandes extensiones de terreno agrícola en estado baldío, sin ningún uso.

Esta superficie podría alcanzar, según el Censo Agrario de ese año, las 190.000 hectáreas. En cambio, los terrenos desaprovechados ahora no llegan a 50.000 hectáreas. Es muy previsible que las recalificaciones de suelo -máxime teniendo el "boom" de la construcción- sean la causa de esa gran diferencia entre la pérdida de terreno baldío y la de suelo agrícola en uso.

Desplome del viñedo

Todos los cultivos han visto mermada su superficie en estos diez años, aunque el caso del viñedo es especialmente sangrante, ya que roza el 30%. Así, las vides han pasado de ocupar 22.027 hectáreas a 15.486. De ellas, cerca del 60% se corresponden con parcelas de regadío, que es donde se ha producido el descenso más elevado. Asimismo, también ha registrado una caída similar el cultivo de frutales en secano, donde se han perdido cerca de 9.000 hectáreas.

El único de los cultivos más extendidos en la provincia de Alicante que ha tenido un descenso más leve ha sido el olivar. No obstante, también ha sufrido las consecuencias del abandono de la tierra, perdiendo cerca del 11 por ciento de su superficie en secano.

Las mujeres siguen siendo propietarias tan sólo de una cuarta parte de las fincas

Además de envejecido, la agricultura continúa siendo una actividad laboral con un elevado grado de masculinización. O, al menos, en cuanto a titularidad de las explotaciones se refiere, ya que el hecho de que una mujer no esté al frente de una finca no implica en absoluto que no haya trabajadoras en ella. Pero lo cierto es que, si en 1999 un 24,69% de las explotaciones agrarias de la provincia de Alicante tenían al frente a una mujer, en la última década este porcentaje apenas si ha variado. El último Censo Agrario indica cómo el índice de feminidad al frente de una finca agrícola sólo llega al 26,45%. Además, los datos revelan que, al mismo tiempo que no hay relevo generacional en el campo, tampoco la mujer entra en este sector laboral. Así, las propietarias agrarias jóvenes -las menores de 35 años- son una clara minoría: sólo 148 de 570. Pese a que en términos relativos este índice es similar a la media -un 25,96%-, la presencia femenina entre los estamentos más jóvenes del campo se ha reducido en la última década, ya que en 1999 las propietarias menores de 35 años suponían casi el 32% del total de titulares de fincas de menor edad. De esta forma, al no haber una mayor paridad de sexos, se acentúa el riesgo de que las fincas se abandonen porque no haya quien quiera explotarlas.A. T.