"Nos vamos yendo y que pague el último". Esta frase con la que todos hemos jugado alguna vez entre amigos alrededor de la mesa de un restaurante, es más real de lo que parece, pero sin que haya ningún último para abonar la cuenta. Intentar marcharse sin pagar no es nuevo aunque, como ha confirmado la encargada de uno de los restaurantes más prestigiosos de Alicante, "con la crisis hay más casos", y no es raro que algún camarero tenga que salir corriendo detrás de algún listillo que intente comer por la cara. Los hay que incluso alardean de ello y no es raro encontrar en internet vídeos o fotos de gente, en general jóvenes, que se autodenominan "sinpa", por lo de sin pagar, aprovechando un descuido del camarero en una terraza para irse con viento fresco. Pero si los que salen en internet "presumiendo" de comer gratis suelen ser chavales que parecen estar cometiendo una travesura, en la realidad no siempre es así, sino que con frecuencia son personas de mediana edad o mayores, bien vestidos y con una imagen absolutamente respetable los que intentan engañar al personal en restaurantes de un nivel medio y alto utilizando todo tipo de trucos.

De esto saben mucho los camareros y el personal de hostelería, y si no, que se lo digan a Silvia Castelló, encargada del Nou Manolín, quien riendo cuenta un caso en el que "él nos timó a nosotros y a la mujer que iba con él y que por lo visto acababa de conocer. Comieron, y a la hora de pagar, él le dijo que aprovechaba que iba al aseo para pagar con la tarjeta pero que, como no tenía suelto, ella le dejara 20 euros para la propina. Ella se los dio confiada y él se marchó sin pagar y con los 20 euros". Otra vez, añade Silvia, "un señor se tomó unas gambas, jamón, un arroz con bogavante, café, copa, y al acabar nos dijo que la cuenta se la pasáramos a Zapatero". En este caso, el restaurante denunció al moroso pero otros muchos optan por no denunciar porque sólo se considera delito a partir de 500 euros. "Yo tuve a uno que directamente me dijo que no me iba a pagar, con toda su cara, pero no nos valía la pena denunciarlo", ha indicado Jeni Perramón mientras que su hermana Raquel, de la Taberna del Gourmet, ha señalado que "nosotros nos hemos encontrado con alguno que ha echado a correr sobre todo en la terraza de la Explanada o darnos un billete y luego decir que era de más valor". Salir corriendo o marcharse aprovechando una distracción del camarero no es extraño, sobre todo en las terrazas, mientras que en el interior de los restaurantes se opta por salir con cualquier excusa. José Juan, encargado en el Piripi recuerda a un cliente "que dijo que iba al servicio y como los aseos están entre el comedor y la barra, ya no volvió".

Pelos o bichos

En La Pepica de Valencia, hace poco se encontraron con los clientes de una mesa "que salieron juntos a fumar, aunque dejaron un móvil y un portafolios para que no nos alarmáramos, pero luego resulta que el móvil es de los chinos y el portafolios no vale nada", ha señalado Pepe, uno de los empleados quien recuerda también un caso en el que "pusieron pelos en la paella para no pagar". Algo parecido cuenta Yolanda Pérez, la encargada del DársenaÉ "Una vez vino una pareja extranjera y empezaron a pedir cosas muy caras, vinos de los mejores mariscos, champagne y luego una paella y entonces dijeron que tenía cucarachas dentro. Increíble".

Lo habitual, con todo, es salir a la calle con una excusa u otra. "Hemos tenido a una pareja muy mayor y como ella no podía andar bien él dijo que la acompañaba al servicio, y ya no volvieron", añade Yolanda resignada mientras uno de los camareros recuerda "a un chico que dijo que no tenía bastante, nos dejó el DNI y se fue, y aquí tenemos el DNI, pero no vale la pena denunciar porque n se puede hacer nada".

También los hay reincidentes. Patricia, del restaurante Baviera, recuerda por ejemplo el caso de "un señor muy arreglado que vino con su portafolios y después de desayunar nos dijo que se había dejado la cartera en el coche y que iba a por ella, y ya no volvió. Lo gracioso del caso es que al comentarlo en otros establecimientos de la zona vimos que les había hecho lo mismo pero ya lo conocemos", añade riendo.

Hablando con los restaurantes se oye de todo, aunque algunos tienen suerte. "Nunca ha pasado aquí que yo sepa", aseguran por ejemplo en el Granaino de Elche o en La Pitanza de Valencia, aunque lo normal es haberse encontrado con estos caraduras que intentan comer gratis. José María, el jefe de sala de La Finca de Elche, asegura que "aquí ha ido bien. En 26 años yo sólo me he encontrado con un caso, el de una pareja joven que tras tomar un menú degustación salió riendo, primero uno y luego el otro, pero ella se dejó el abrigo en el guardarropa que posiblemente valía más que la cena". Por supuesto, la chica, como tantos otros, ya no volvió.