El congreso de los socialistas valencianos ya lleva muchas semanas disputándose. Y con especial intensidad después de la durísima derrota del PSPV en las generales del pasado 20-N. Francesc Romeu y Manuel Mata fueron los primeros que anunciaron su intención de aspirar a la dirección del socialismo valenciano. Era un secreto a voces que Romeu lo volvería a intentar después de que hace cuatro años sumara sus avales a los de Ximo Puig, alianza que, finalmente, fue derrotada por Jorge Alarte. Desde entonces, Romeu está en campaña permanente.

Manuel Mata lidera la plataforma Esperanza Socialista, a la que se ha sumado, sobre la base de la corriente Izquierda Socialista, el sector de militantes que reclama un cambio más profundo dentro del PSPV. Son los dos candidatos que, sobre el papel, tienen menos opciones pero, desde luego, sus votos pueden ser decisivos en un congreso en el que nadie tiene mayoría para ganar en solitario y sin acuerdos externos.

El lermista Ximo Puig, diputado y alcalde de Morella, fue el último en lanzarse a la carrera para aspirar a la secretaría del PSPV, como ya hizo, entonces sin éxito, en 2008. Lo anunció tras el congreso federal de Sevilla, donde acabó de tejer una alianza con Leire Pajín y Ciprià Ciscar -hace cuatro años alineados con Alarte- de cara al cónclave de los socialistas valencianos. Fueron a respaldar a Carme Chacón. No ganaron pero, en una cena con brindis incluido, sellaron el acuerdo para intentar mover la silla que, hasta ahora, ocupa Alarte.

El actual líder del PSPV está en una situación muy comprometida. Necesita, de forma urgente, acuerdos para coger aire; Rubalcaba, al que respaldó para hacerse con el mando del PSOE, se declara ahora neutral ante un congreso incierto; y, encima, la mayoría de las agrupaciones rechazan su gestión. Son cuatro nombres para un congreso, como es norma de la casa, que se complica día a día.