En verano el perfil del usuario del transporte urbano cambia. Los estudiantes no tienen clase y muchos trabajadores disfrutan de sus vacaciones, por lo que la demanda varía por completo. Durante la época estival es habitual ver a turistas preguntando por la parada que deja en la playa, ancianos que resisten toda la tarde en el interior para soportar el calor o autobuses fantasmas a primera hora de la mañana.

Las líneas que llegan a la costa, en especial la 21 y la 22 que atraviesan la zona de playas más transitada de Alicante, aumentan su actividad durante estos meses, aunque varios conductores coinciden en que otros años la demanda era superior. Prueba de ello es que normalmente durante el verano el servicio de este tipo de autobuses se alargaba hasta las 23.00 horas, este año finalizan la jornada a las 22.30 horas, al igual que en el resto de estaciones. Parece ser que la demanda de transporte es otro daño colateral más de la crisis. Aún así, este año se ha duplicado el número de usuarios en este tipo de autobuses, según los datos facilitados por la empresa Subús de Alicante.

Además, la existencia del Tram provoca que los usuarios disminuyan. "También va a las playas y es más directo, ya que no tiene el problema del tráfico y tiene un horario establecido", afirma un conductor de la línea 21. Aunque no ve en el Tram una amenaza porque asegura que "los autobuses siempre podrán modificar su recorrido en función de los cambios que se vayan produciendo en la disposición de la ciudad, pero el Tram no".

Las líneas que recorren los distintos barrios de la ciudad, pero que no pasan por la costa notan la reducción de usuarios. Como la línea 3, que durante el invierno recoge a 13.000 pasajeros los días laborables y en verano suben al autobús 11.500 usuarios en una jornada. "A la una de la tarde el autobús va medio vacío", explica un conductor de la línea 1. Algo que en invierno no ocurriría. Sin embargo, la línea 5, que llega hasta la playa del Postiguet, mantiene el mismo número de viajeros, según se asegura desde la citada empresa Subús. Por otro lado, desde esta misma compañía se señala que la línea 22, con destino en la costa, puede llegar a triplicar el número de usuarios durante los meses de verano. Si un día festivo en invierno esta línea tan solo recoge a 800 ciudadanos, en verano pueden concentrase hasta 2.300 pasajeros en el transporte. El número de usuarios del 22 se duplica los sábados de verano, pues durante el invierno alcanza los 1.500 y en verano los 3.000. En esta línea los días laborables la diferencia no es tan amplia. Pues si durante la temporada estival lo utilizan 5.000 personas en invierno la cifra se reduce a 4.000, indican los datos recogidos por Subús.

Posibles mejoras

Algunos de los conductores creen que las rutas que siguen los autobuses deberían ser modificadas, ya que todos pasan por Maissonave y por Alfonso X El Sabio, dos avenidas principales de la ciudad, pero ninguno transita por Benito Pérez Galdós, otra de las arterias de la capital. Además, hay barrios por lo que pasan varías líneas y otros distritos que tan solo tienen una o ninguna. "Los recorridos están obsoletos, todos los ciudadanos pagan los mismos impuestos, y sin embargo algunos tienen paradas al lado de casa y otros no", cuenta un conductor. Otro trabajador reclama la necesidad de modificar determinadas líneas durante la época estival, ya que algunas no tienen mucha afluencia. "Es gasolina que estamos gastando y no conviene en plena crisis económica", sentencia.

Entre los usuarios también hay propuestas para mejorar el servicio. Algunos reclaman que la frecuencia de parada sea menor, ya que hay líneas que tardan más de media hora en llegar, otros que el aire acondicionado no sea tan fuerte. El precio es otra de las quejas más comunes, ya que en la actualidad el billete asciende a 1,40 euros. Está claro que nunca llueve a gusto de todos.