Los imponentes ficus de Canalejas, de la avenida de Salamanca, Benalúa, Portal de Elche o Gabriel Miró superan el siglo de vida -140 años en el caso del de Benalúa- y conviven con otros árboles centenarios o de gran envergadura como olmos, robles australianos, espigadas palmeras y araucarias que, en el caso de la plaza de Galicia, alcanza los 50 metros de altura. Estos ejemplares, incluidos en el «top ten» del patrimonio arbóreo de la ciudad, se encuentran protegidos o en proceso de catalogación después de haber sorteado enfermedades, como en el caso de los olmos de la plaza de Santa Teresa, y amenazas de tala, como el ficus de Benalúa.

Una de las zonas con más valor ambiental dentro de la ciudad es Canalejas, donde los sinuosos ficus centenarios lo convierten en uno de los paseos más monumentales, acogedores y sombreados. La dimensión que han alcanzado los ficus desde que se plantaron hace más de un siglo es tal que las ramas de algunos ejemplares han tenido que apuntalarse con muletas, como explican desde el departamento de Parques y Jardines de Atención Urbana. Se encuentran incluidos en el catálogo municipal de especies arbóreas protegidas y están acompañados de un par de robles australianos en sus extremos, que también están catalogados. Estos últimos miden alrededor de 19 metros y también son ejemplares centenarios. Y es que el proyecto de jardinería de este paseo data de 1886 y fue ideado por el arquitecto municipal José González Altez.

Así se recoge en el itinerario promovido por el Ayuntamiento de Alicante para recorrer los árboles singulares de la ciudad y rentabilizar turísticamente este patrimonio municipal. Además de los ficus y robles de Canalejas, en el «top ten» de los árboles singulares se encuentran también el que, probablemente, sea el ejemplar de ficus macrophilla más notable del país por sus imponentes medidas y se ubica en la Plaza de Gabriel Miró, según Atención Urbana. Tiene más de 120 años de historia, como los otros tres ejemplares que lo acompañan y que llegan a alcanzar los 39 metros de diámetro y los 20 metros de altura.

En la plaza también hay varios ejemplares de olmos centenarios que, al igual que los existentes en la plaza de Santa Teresa -Panteón de Quijano- datan del siglo XIX y son ejemplares típicos de los jardines románticos de la época, como recuerda Rubén Bodewig, de Alicante Vivo. Estos olmos centenarios de gran porte se sometieron hace dos décadas a una cirugía arbórea para sanear sus troncos. Al frente de la operación estuvo el perito agrícola Andrés Medrano, como profesor entonces de la escuela taller de jardinería municipal. Cuenta que fue en 1990 cuando los alumnos procedieron a sanear los ejemplares en ambos lugares. «Tenían el tronco podrido y teníamos que ir con mascarillas», recuerda. Más de veinte años después celebra que los olmos hayan sobrevivido y destaca que «hay pocos de esas características».

Además de los olmos, en la plaza de Santa Teresa se puede contemplar una araucaria araucana o pino piñonero con una antigüedad de 95 años y de 30 metros de altura, según los datos del catálogo. Una altura superada por la araucaria de la plaza de Galicia, una especie originaria del Pacífico que hace varias décadas plantaron los jardineros municipales y que, según Atención Urbana, alcanza los 50 metros de altura. En esta plaza destacan también los tres olivos centenarios y un árbol candelabro originario de África, de la familia de los cactus, con 45 años de historia.

Los ficus del entorno de la Estación se encuentran entre los más antiguos, al igual que el de la calle San Agatángelo en Benalúa cuya edad, según Bodewig, ronda los 140 años y podría ser el ejemplar más longevo de la ciudad. Los movimientos vecinales lograron salvarlo de la amenaza de tala por el proyecto para construir un centro de salud con aparcamiento subterráneo.

Los ficus del Paseíto de Ramiro o los del Portal de Elche también están entre los ejemplares más monumentales. En el caso del Portal de Elche, entre las frondosas copas de los ficus, que fueron trasplantados allí, se abre paso una palmera washingtonia de más de 25 metros de altura que ha logrado desafiar a la sombra y que ha buscado un hueco para buscar la luz del sol.

A estos árboles hay que sumar las palmerales de la Explanada y de San Gabriel, así como las pinadas que bordean las laderas de los castillos de San Fernando y Santa Bárbara.

Colectivos ciudadanos exigen que se amplíe el catálogo

Colectivos ciudadanos, como Alicante Vivo, reclaman que el catálogo municipal de árboles monumentales de interés local se amplíe con la inclusión de otros ejemplares como, por ejemplo, algunos existentes en el entorno de la plaza de España y en Campoamor, así como en las partidas rurales. Además, reclaman la máxima protección del patrimonio arbóreo para evitar que sufran agresiones o puedan acabar desapareciendo como, por ejemplo, el conjunto de cipreses de la Ereta que, tal y como recuerda Rubén Bodewig, se taló en lugar de integrarse en el parque de la zona.

Por su parte, desde el área de Parques y Jardines inciden en que están realizando una revisión del catálogo para actualizarlo con la inclusión de nuevos ejemplares. Entre ellos, algunos árboles ubicados en propiedades privadas, como es el caso de un ficus que se encuentra dentro de una urbanización de la Playa de San Juan. Se incluirá también la palmera de 25 metros del Portal de Elche y otra de Gabriel Miró, así como otras palmeras monumentales del parque de Cocheras del Tranvía y del Paseíto de Ramiro.

Ficus de Benalúa. Un superviviente de un siglo y medio. El movimiento vecinal, agrupado en una plataforma, logró salvar de la tala el que, según Alicante Vivo, es el ficus más antiguo de la ciudad -alrededor de 140 años-. El proyecto para construir en la parcela un centro comunitario y de salud con un aparcamiento subterráneo amenazaba a este árbol centenario que ha podido sortear la amenaza. El ejemplar fue plantado inicialmente en una parcela de Investigación Agraria del Jardín Botánico de Benalúa y posteriormente fue trasplantado al lugar actual.

Olmos centenarios de los jardines románticos del XIX. Los olmos de las plazas de Gabriel Miró y Santa Teresa tienen más de un siglo de vida y son ejemplares típicos de los jardines románticos de la época. Hace un par de décadas, en los años noventa, fueron sometidos a un proceso para sanear sus troncos por la podredumbre que presentaban en su interior. Más de veinte años después, los árboles centenarios de un porte mayor al habitual, han logrado sobrevivir y siguen formando parte de la arboleda de estos espacios emblemáticos de la ciudad.

Una araucaria de 50 metros de altura en la plaza de Galicia. Los jardineros municipales del Ayuntamiento de Alicante plantaron este pino originario del Pacífico hace 40 años, según fuentes del departamento de Atención Urbana, que indican que el ejemplar se adaptó fácilmente al terreno y ha ido creciendo año tras año hasta alcanzar los 50 metros de altura. Se trata, por tanto, del ejemplar de mayor altura incluido en la ruta de árboles singulares diseñada por el Ayuntamiento de Alicante y se ubica en la plaza de Galicia.