Fernando Vera fue el primer director de la Escuela de Turismo de la Universidad de Alicante. Su trayectoria investigadora de 30 años se centra en el análisis de destinos turísticos y la planificación. Sus aportaciones se concretan en más de un centenar de publicaciones. Actualmente, desarrolla su tarea investigadora en el marco del grupo de investigación sobre «Planificación y Gestión Sostenible del Turismo» de la UA.

La Costa blanca vive y no mal del sol y la playa. ¿Es suficiente en estos momentos?

En un contexto económico tan complicado, cabe resaltar que la evolución de la actividad turística en 2013 es positiva, gracias al incremento del gasto total de los turistas extranjeros en la Comunidad Valenciana, con un 5,7% hasta mayo. Por su parte, los viajeros y pernoctaciones en establecimientos hoteleros de la provincia de Alicante han aumentado significativamente con respecto a 2012, con niveles de ocupación de antes de la crisis en destinos como Benidorm, paradigma básico de nuestro turismo de sol y playa.

O sea, que funciona.

Se puede decir que la Costa Blanca está funcionando como un destino asequible para la demanda nacional, que ha visto reducida su renta disponible a la hora de ir de vacaciones, y como destino refugio para la demanda internacional, ante la inestabilidad política de países como Egipto o Turquía. El sector turístico se ha adaptado bien a este complejo entorno de mercado, pero con ajustes de precios que suponen un esfuerzo empresarial considerable y con precariedad en el mercado laboral. Como producto, el sol y playa sigue siendo nuestra referencia, pero es un producto que ha evolucionado y que, aunque sigue atrayendo a millones de personas en Europa (en torno al 20% de las vacaciones principales de los europeos se dirigen a destinos de playa), podemos hablar de un producto que precisa porque el turista así lo demanda incorporar actividades específicas para el disfrute del tiempo de ocio en el propio destino turístico: deportes, naturaleza, cultura, gastronomía, entre otras.

¿Y qué habría que hacer?

El reto está en mejorar día a día nuestro producto estrella para hacerlo más competitivo, pero desde un profundo ejercicio de reflexión que permita ver las limitaciones y amenazas. Para ello habrá que dejar de lado ese enfoque recurrente que lleva, en unos casos, a caer en triunfalismos y visiones excesivamente optimistas; y, en otros, a negar lo que significa vivir del turismo y, por tanto, a postergar los retos que deben afrontarse. El mensaje esencial es que debemos seguir trabajando para fortalecer un producto con valor añadido, que nos diferencie de la competencia.

¿Cuál es su opinión sobre la oferta complementaria de la provincia?

Cada vez tiene menos sentido denominar oferta complementaria a actividades y servicios turísticos que se han convertido en la motivación principal de las vacaciones, como ocurre con la náutica, el golf y otros deportes, o la gastronomía, para públicos muy concretos. El hecho de que la oferta de sol y playa se ve complementada por determinadas actividades y servicios turísticos responde a la creciente segmentación de la demanda. Como resultado, esta oferta específica se ha incrementado cuantitativa y cualitativamente dentro de un proceso que hay que seguir impulsando para diversificar la demanda, captar turistas con mayor poder adquisitivo y desestacionalizar.

¿Hacia dónde cree que debemos caminar?

La oferta turística de la Costa Blanca tiene que evolucionar hacia un enfoque de producto, mediante la captación de mercados específicos (naturaleza, deporte y ocio activo, salud, etc.) que nuestros destinos pueden satisfacer con ofertas debidamente adaptadas a sus exigencias y expectativas.

A estas alturas, ¿es posible captar turistas que no nos elijan solo por las playas y el buen clima durante todo el año?

Sí, es posible, e incluso es una cuestión clase para el futuro, con un enfoque de producto que requiere la colaboración entre empresas y administraciones públicas. Las posibles orientaciones siempre van a estar asociadas, en mayor o menor grado, al atractivo que supone el clima.

Entonces, sí está todo hecho.

No, a la hora de elegir destinos similares, el turista se puede decantar por un lugar que, con similares condiciones climáticas, ha mejorado su accesibilidad y puede ofrecer una oferta de alojamiento y restauración de excelencia, equipamientos, playas certificadas, oferta náutica y espacios naturales que han de estar bien conservados y gestionados, con una amplia gama de posibilidades para el ocio y la recreación. Sin duda, hay mucho por hacer en aras de la mejora de nuestro modelo, pero en ese esfuerzo se encuentra la base de la diferenciación y desarrollo de nuevos productos.

¿Y como experto, qué estrategia aconseja?

Resulta necesario definir una estrategia por productos/mercado que nos permita ser eficientes y aprovechar otras ventajas, como esa buena accesibilidad respecto a las áreas emisoras de clientela, y la experiencia y trayectoria de nuestra oferta turística. Por otra parte, las tecnologías de la información son una herramienta magnífica para llegar a segmentos de mercado específicos.

Parques temáticos. ¿Está la oferta a la altura de la demanda?

La Costa Blanca y Benidorm en particular constituyen una de las principales zonas de concentración de ocio temático del Mediterráneo. Sin embargo, esta oferta no ha tenido el papel dinamizador que se esperaba. Es una oferta atractiva para el turismo familiar pero todavía presenta patrones demasiado estacionales y un posicionamiento débil para justificar por sí misma desplazamientos turísticos. Es el caso de Terra Mítica, cuya capacidad de atracción se sitúa por debajo de las expectativas generadas desde su creación. Los parques constituyen una oferta complementaria de primer orden pero no configuran en sí mismos una propuesta de viaje suficientemente atractiva. En cualquier caso, la oferta temática potencia las actividades de ocio que demandan los turistas durante las vacaciones y configura una ventaja competitiva con respecto a otros destinos de sol y playa.

¿Está todo inventado y la clave es dar calidad o buen servicio o hay algo por inventar?

El destino que piense que está todo inventado en el mercado turístico actual tiene un problema muy serio. Seguramente, el peso de las segundas residencias en la Costa Blanca favorece una percepción de cierto inmovilismo en las prácticas turísticas, pero desde la oferta más dinámica se asiste en los últimos años a cambios notables en el comportamiento del turista y en los sistemas de gestión, promoción y comercialización turísticas. En este contexto de cambio, la Costa Blanca ha logrado una adecuada relación calidad-precio que, combinada con la accesibilidad y el referente del clima, es la clave de su competitividad. Sin embargo, el sector turístico tiene que apostar por la innovación. La provincia de Alicante es un destino maduro pero también experimentado, circunstancia que le sitúa en una posición de ventaja para la diversificación de productos, la captación de mercados emergentes y la adaptación de las nuevas tecnologías a los procesos de gestión y marketing turístico.

¿Faltaría una mayor coordinación de todos los agentes?

Es una cuestión clave. Resulta fundamental la coordinación entre actuaciones de diferentes administraciones y entre éstas y los empresarios, como un aspecto crítico por resolver, sobre todo a la hora de la creación y comercialización de productos que se han de basar en la integración de distintos atractivos y elementos del sistema de oferta y que hasta ahora suelen aparecer disgregados.