Educación arranca el curso escolar poniendo sobre la mesa un nuevo plan experimental para corregir la conducta de los alumnos indisciplinados y castigarlos con trabajos para la comunidad en lugar de expulsarlos a casa.

Para ello ha redactado un formulario que deben firmar las familias para responsabilizarse de sus hijos, tanto sobre su comportamiento en el aula como en su quehacer diario en casa.

La firma del contrato será voluntaria y participan tanto el alumno como la familia y el profesor tutor. Las tres partes se comprometen a cumplir con una serie de premisas que abarcan desde los estudiantes de tercer curso de Primaria hasta la Secundaria.

Se trata de una medida que algunos institutos ya han emprendido el curso pasado de forma puntual por su cuenta, de ahí que desde la federación de enseñanza de CC OO consideren que lo único que pretende Educación con este nuevo plan es «crear otra cortina de humo que enmascare la ausencia de becas para la compra de libros de texto y la deuda de impagos que acumula», como señala Xelo Valls.

Desde la conselleria hacen hincapié en que este nuevo plan pone en valor la autoridad del profesorado, afianza la autonomía de los centros y destaca la función de los tutores, al tiempo que implica a las familias en la marcha de la escuela con el seguimiento de las tareas de sus hijos.

Lectura y deberes

El contrato establece una serie de premisas a cumplir por cada parte. Los padres se comprometen a que el hijo sea puntual y vaya a clase con el material necesario; a aportar informes médicos sobre situaciones que puedan afectar al aprendizaje; informarán sobre los hábitos de ocio del alumno y colaborarán para que cumpla los deberes. Además tienen que fijar unas horas de lectura y premiar la mejora de resultados, en su caso, aceptando las indicaciones del profesorado.

El alumno tendrá que enseñar a diario su cuaderno de tareas, cuidar el material, aceptar las medidas que se le impongan, tener una actitud participativa y contar todo lo que haga en casa.

Los técnicos educativos sostienen que todas estas medidas contribuyen a mejorar los resultados académicos. Además se fijarán objetivos a cumplir según el nivel del alumno.

De modo preventivo, para los más pequeños, de tres a cinco años, se propone que se inicien en habilidades lógico-matemáticas y de lectoescritura, en el movimiento y el gesto. Que empiecen a descubrir las nuevas tecnologías y que existen dos lenguas en la Comunidad y otras en Europa, para iniciarles en una de ellas.

A partir de Primaria, padres y docentes se comprometen a que el alumno respete a los demás al margen de géneros, etnia o religión; a desarrollar hábitos de trabajo individual y en equipo; a adquirir habilidades en la prevención y resolución de conflictos; a aplicar las matemáticas en situaciones cotidianas; a valorar la higiene y respetar el cuerpo de otros; y a acompañarles en el uso de las tecnologías de la información.

Para los de Secundaria se añade a las anteriores el respeto por el patrimonio artístico y la historia; acompañarle en el conocimiento de la afectividad y la sexualidad; favorecer la confianza en sí mismo, y que asuma responsabilidades además de potenciar su sentido crítico sobre los conocimientos.