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Director del Instituto Interuniversitario de Geografía

«El agua del Júcar que nos quieren trasvasar no es apta ni para beber»

Sustituye en el cargo a toda una institución en el campus de San Vicente, Antonio Gil Olcina, su maestro

Antonio Rico posa en la cubierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante. C. DE MIDDEL

Sustituye al frente del Instituto al profesor Gil Olcina, su maestro. ¿Vértigo?

La sensación no es exactamente esa, pero sí que se parece. Es más bien un sentimiento de lealtad y y compromiso hacia el Instituto de Geografía, al cual mi maestro ha estado dedicado durante muchos años. Y fruto de ese esfuerzo, los más jóvenes recibimos uno de los mejores centros de investigación geográfica de España. Las infraestructuras de investigación y el equipo humano con que cuenta el Instituto lo convierten en un referente no sólo nacional, sino también internacional. La responsabilidad es enorme. Alicante le debe al rector Gil Olcina la materialización de la Universidad de Alicante, y sus discípulos hemos de estarle inmensamente agradecidos por trasladarnos unos principios éticos de rigor, compromiso y lealtad hacia la Universidad.

Al Instituto se le conoce por sus investigaciones en clima y agua, pero es algo más ¿no?

Efectivamente, es mucho más. Es cierto que las líneas de investigación con mayor proyección social han sido las de defensa del agua y los riesgos climáticos, que en la provincia de Alicante adquieren una importancia de primer orden. Pero es obligado hacer notar que el Instituto Interuniversitario de Geografía es mucho más. En el Instituto, además del Laboratorio de Climatología se integran otros 25 profesores que desarrollan su actividad investigadora en Alicante en el seno de los respectivos laboratorios de Climatología, Geomorfología y Geomática. En el Instituto se han afianzado otras líneas de trabajo de enorme interés científico y aplicado, como las vinculadas al diseño y gestión de Sistemas de Información Geográfica.

¿Considera un despropósito que Alicante no pueda recibir una sola gota de agua porque el Júcar-Vinalopó está parado?

No sé si será un despropósito, pero sí me atrevo a decir que constituye una deslealtad a la cuarta provincia de España en contribución al PIB y en creación de empleo. Que esté parado el Júcar-Vinalopó tiene sus razones. Y de mucho peso, por cierto. Si no se completa el trasvase como fue diseñado inicialmente, desde Cortes de Pallás, la conducción actual no servirá para nada. Alicante no se merece una toma de agua donde llegan retornos de riego con pesticidas y vertidos de aguas residuales..

O sea, el agua no vale.

No es apta para beber y tampoco para regar hortalizas. Y este dato puede ser verificado en los análisis de calidad de la Confederación del Júcar. Y al margen de este serio y excluyente inconveniente, existe otro mucho mayor. No hay regadío en España que soporte un bombeo de 770 metros, que es la altura de bombeo desde Cullera a Villena, y mucho menos al precio actual de la electricidad, que se ha duplicado desde 2007. Debieran exigirse responsabilidades políticas a quienes enterraron literalmente 400 millones de euros en el cambio de toma del Júcar-Vinalopó. Fue una de las decisiones más dañinas e irresponsables que ha sufrido la provincia de Alicante durante décadas. Y dicho esto, lo deseable sería que el Gobierno complete el trazado desde Cortes de Pallás, cuya toma está acabada. Sólo faltan tres tramos de túneles, y que el Ministerio favorezca un acuerdo entre regantes valencianos para aprovechar conjuntamente la conexión Júcar-Vinalopó. Con unas reglas de explotación adecuadas, la toma de Cortes puede beneficiar a todos.

¿Nos quedaremos algún día sin el agua del Tajo?

De momento, y a pesar de lo que digan regantes y gobiernos implicados, lo cierto es que el umbral de reserva en los embalses de Entrepeñas y Buendía, se ha elevado hasta 400 hm3, cuando antes era de 240 hm3. Durante sequías intensas, las nuevas condiciones de explotación dificultarán el funcionamiento del trasvase. El umbral de no trasvase se ha elevado en 160 hm3, y ello se justifica en un incremento de la demanda urbana en Madrid y Castilla-La Mancha que no es real. Técnicamente, esa decisión no se sostiene de ninguna forma. La solución a sus problemas de agua no se encuentra en la cabecera del Tajo, y a costa de detraer recursos al Tajo-Segura. Cuando se produzca un cambio en el Gobierno de la nación, Castilla-La Mancha volverá de nuevo a la hoja de ruta para eliminar el trasvase Tajo-Segura.

¿Tenemos el memorándum?

Sí que es cierto, que si el llamado memorándum se convierte finalmente en decreto ley, los regantes alicantinos lograrían un balón de oxígeno muy importante para mantener el trasvase a corto plazo. El mayor logro en esta negociación, ha sido la derogación de la llamada cláusula Narbona, que era la principal amenaza de muerte del trasvase Tajo-Segura al cambiarlo por agua desalada. Una solución prohibitiva en términos ambientales y económicos, que ha causado un roto a las arcas públicas de este país de más de 1.400 millones de euros, ya que las desaladoras jamás podrán competir en términos de eficiencia energética con el trasvase Tajo-Segura. Sin embargo, aquí surge otro interrogante inquietante. ¿Por qué el señor Arias Cañete firmó en junio de 2012 un préstamo de 500 millones de euros para finalizar unas desaladoras que nadie puede pagar.

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