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Esteban Velázquez, en el monte Gurugú con la ciudad de Melilla al fondo.JORDI NAVAS

ESTEBAN VELÁZQUEZ. RESPONSABLE DE LA DELEGACIÓN DE MIGRACIÓN EN NADOR.

«Hay que acabar con la violencia y con las devoluciones en caliente»

Sus artículos en la Prensa nacional, ser calificado de «El ángel protector» de los inmigrantes o entrevistas televisivas relevantes le han convertido en referente de los medios a la hora de saber qué pasa en la frontera sur.

Agonizaba el franquismo cuando un joven cura se presentó ante el gobernador civil de Granada portando una carta en la que pedía la liberación de presos sindicales. El resultado, un mes en la cárcel por no pagar una fianza de 100.000 pesetas. «No las teníamos y no íbamos a pagar como niños bien para estar en libertad mientras los sindicalistas seguían en la cárcel». El compromiso y la fe vistos desde la piel del otro, si ese otro sufre algún tipo de injusticia. Así era y sigue siendo Esteban Velázquez, el sacerdote cuya sola presencia ilumina con una sonrisa las caras afligidas de los chicos de Petit Bamako y del resto de los campamentos del Gurugú.

Sus artículos de opinión y las crónicas sobre «El ángel protector» de los inmigrantes, en la Prensa nacional o entrevistas en televisión en programas de denuncia le han convertido en el referente de los medios a la hora de saber qué pasa en la frontera sur.

Él no rehuye a la Prensa, que le ayuda a difundir un mensaje unívoco de compromiso con los derechos humanos, pero tampoco olvida la labor diaria de intercesión y ayuda a los desesperados que aguardan poner el pie en Europa, sin saber muy bien lo que les espera.

Quien sí sabe lo que busca y lo que espera es este jesuita canario, que pasó por El Salvador de Monseñor Arnulfo Romero e Ignacio Ellacuría antes de tomar las riendas de la Delegación de Migración en Nador del Obispado de Tánger. «Que oigan las voces de los emigrantes y nuestras voces como organizaciones que trabajamos en el terreno cotidianamente con ellos. El diálogo y la cercanía entre autoridades gubernamentales y organizaciones sociales creo que se hace indispensable si se quiere acertar en las soluciones. No tienen sentido los discursos paralelos frutos de la lejanía, el desconocimiento mutuo o la infravaloración y condenación recíproca».

Sus palabras han calado en la opinión pública, tal vez por la credibilidad que le aporta su frenética actividad a pie de valla, a despecho de una artrosis galopante y un ojo que se apaga.

«Nuestras demandas son claras y concretas: por un lado, acabar con aquellas actuaciones policiales o militares, de ambos lados de la frontera marroquí-española, que sean ilegales o de dudosa legalidad tras una investigación rápida y serena: devoluciones en caliente del lado español y trato violento y deportaciones forzadas del lado marroquí. Y, por otro lado, la creación de la figura de observadores internacionales de derechos humanos a ambos lados de las fronteras de Ceuta».

Argumentos no le faltan a este hombre en cuya biblioteca convive la doctrina social de la iglesia con Paul Krugman, Hans Küng, Jon Sobrino, Joseph Stiglitz y Toni Negri. Un mestizaje intelectual acorde con la iconografía que decora las paredes de su minúsculo estudio-dormitorio de Nador. El Cristo de Murillo, una foto con Pedro Casaldáliga, con los compañeros de El Salvador, de Diamantino, frases de San Ignacio de Loyola, de Tagore...

«Por supuesto que hay otros temas pendientes de afrontar: mafias, relaciones Europa y África (cooperación, comercio, economía€). Pero los antes mencionados, relacionados todos con los derechos humanos de los emigrantes, nos parece a nosotros los más urgentes viendo la situación desde el dolor diario de estos hermanos nuestros. ¿Serán oídas sus voces o prevalecerá la preocupación exclusiva por frenar los flujos migratorios? Hagamos todo lo posible para que sea lo primero». Amén.

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