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Tres décadas sin conexión con el sur

Se cumplen 30 años del cierre de la línea férrea entre Murcia y Granada, que dejó a la provincia sin comunicación por tren con Andalucía oriental

Dos imágenes del Expreso que comunicaba Barcelona y Granada a través de la provincia, poco tiempo antes del cierre de la línea en 1985. JOSÉ VICENTE COVES / ASOC. ALICANTINA DE AMIGOS DEL FERROCARRIL

Las conexiones ferroviarias de la provincia sufrieron un golpe hace justo ahora 30 años, con el cierre de la línea que comunicaba Murcia y Granada y que, en consecuencia, permitía viajar desde Alicante hacia el sur de la península. El tramo entre la estación murciana de Almendricos y la granadina de Guadix, de 161 kilómetros de longitud, fue uno de los que se clausuraron el 1 de enero de 1985, siguiendo un acuerdo tomado tres meses antes por el Consejo de Ministros. Aquel día dejaron de circular los trenes que hasta entonces comunicaban a diario Barcelona y Valencia con Granada, y que paraban en las principales estaciones de la provincia, como Villena, Elda, Elche y Orihuela, además de Alicante.

Desde entonces, la única posibilidad de ir en tren a Andalucía desde la provincia es dando un gran rodeo a través de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) o, desde hace apenas año y medio, llegando casi hasta Madrid por la línea de alta velocidad. Sin embargo, las comunicaciones directas con la zona más oriental de esa comunidad no han sido restablecidas, lo que ha tenido una repercusión directa sobre los flujos de transporte de viajeros y de mercancías, cuyas posibilidades se cortaron de raíz hace 30 años. Aquel cierre de líneas, que afectó de una forma u otra a más de 1.600 kilómetros de vías, supuso la interrupción del corredor ferroviario a lo largo del Mediterráneo. Así, aunque evidentemente la zona más afectada por este corte fue la que se quedó sin tren, sus consecuencias afectaron a gran parte del país.

Las comunicaciones existentes antes del cierre no eran nada cómodas; en diciembre de 1984, el viaje de Alicante a Granada duraba siete horas y se hacía a bordo de un tren como los que en la actualidad hacen los servicios de cercanías en la provincia. No obstante, se da la paradoja de que precisamente ese otoño se había puesto en marcha un servicio de paquetería por ferrocarril entre ambas ciudades. Además, justo después del cierre entraron en servicio dos variantes de trazado en las provincias de Murcia y Granada que hubieran reducido notablemente el tiempo de viaje desde Alicante.

La línea podría haberse mantenido abierta si la Junta de Andalucía hubiera aceptado sufragar el déficit, tal y como sucedió en otros tramos de toda España, varios de ellos en esa misma comunidad. El vicesecretario de la Asociación Alicantina de Amigos del Ferrocarril (AAAF), Pedro José García, lamenta que aquí el gobierno andaluz «no mostrara interés», porque esta clausura resultó «catastrófica» para las comunicaciones a lo largo del sur y este peninsular. En cualquier caso, García considera que se trató de «una decisión política» donde no se tuvo en cuenta el potencial de la línea, sobre todo en cuanto al tráfico de mercancías, ni aspectos como que «la explotación era antigua y muy lenta» y «los horarios no se adecuaban» a los flujos de viajeros existentes. Además, recuerda que «entonces había mucho más interés en el transporte por carretera».

Para el vicesecretario de la AAAF, aquel cierre está vinculado a que «España tenía que entrar en la Unión Europea y había que cumplir una serie de criterios», reduciendo gastos a corto plazo por encima de otras cuestiones. García admite que el ferrocarril requería en 1984 de una solución urgente, pero cuestiona que se optara por cerrar grandes corredores e impulsar líneas de alta velocidad, en lugar de apostar más por modernizar el tren convencional.

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