Las orugas de la procesionaria han eclosionado ya en los montes de la provincia y en las pinadas de las ciudades, como el monte Benacantil de Alicante, a causa del cálido invierno que estamos teniendo en todo el Mediterráneo. La plaga se ha adelantado más de dos meses puesto que en diciembre las orugas ya bajaban hacia el suelo en espacios naturales como el Clot de Galvañ, en Elche, donde han precintando miradores y bancos ante la invasión de la procesionaria, cuando lo normal es que haga su aparición en febrero. Empresas de control de plagas están recibiendo con adelanto llamadas de particulares solicitando información sobre qué hacer para eliminarla aunque, según expertos de la Universidad de Alicante, el problema está, más allá de lo tempranero de la plaga, en que se repita cada año por no aplicarse los tratamientos preventivos adecuados en época de reproducción, que suele ser en verano, aunque deberían adaptarse en todo caso al ciclo biológico. La procesionaria puede acabar secando los pinos y éstos caerse con el consiguiente peligro.

«Lo que está ocurriendo tiene relación con el fenómeno de El Niño en el Pacífico que ha alterado la circulación atmosférica en todo el planeta, con temperaturas muy por encima de lo normal en noviembre y diciembre. Ahora están entrando borrascas desde el Atlántico, pero aquí no dejan lluvia y suben las temperaturas por el viento de poniente, lo que altera el ciclo vegetal de árboles, plantas y vegetales, adelantándose los procesos fisiológicos», explica el director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. «No es raro que se haya adelantado el ataque de brotes de procesionaria, por el calor inusual de estos meses y la falta de precipitaciones, condiciones más propias de la primavera».

El ciclo biológico de la procesionaria es siempre el mismo, explica el director del departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales de la Universidad, Santos Rojo. Suele comenzar en verano, que es cuando copulan y ponen los huevos. En otoño salen las larvas que comen las hojas de los pinos y se refugian en bolsas. Después las orugas bajan de los árboles y en fila van buscando un lugar donde enterrarse. Se transforman en crisálidas en el subsuelo y nace la mariposa, repitiéndose el ciclo. «Ahora estamos en la parte final y el mal está hecho, especialmente en el campo. No deberíamos tener este problema porque el ciclo biológico se conoce desde hace siglos y existe una amplia gama de productos de tratamiento. Hay que tratarlo cuando las mariposas están poniendo los huevos, normalmente en verano, algo relativamente sencillo. Ahora es complicado, caro y en la mayor parte de los casos inefectivo», explica.

Rojo instó a ayuntamientos, diputaciones y a las instituciones responsables del control de las plagas en montes públicos a incentivar el uso de trampas con feromonas para capturar a los machos. «Cada macho que muere son entre 500 y mil orugas menos. Si se hace durante años baja mucho el nivel aunque la eliminación total no se puede conseguir». También es posible atacar la plaga en otoño, cuando la oruga es pequeña, en jardines y montes urbanos, donde la compatibilidad de la procesionaria con la actividad humana es complicada: no pueden enterrarse tan fácilmente, se pierden y acaban en aceras y portales. «Si no se trata en verano ni otoño llegamos a fechas como ésta en que la oruga baja del árbol y no se puede hacer nada, sólo evitar tocarlas y que no se acerquen los perros».

Empresas de control de plagas como Higia, con sede en Alicante, admite que el inicio de la plaga ha avanzado en urbanizaciones y jardines de particulares con pinos. En este caso, ofrecen tratamientos que aseguran pueden acabar con la procesionaria con trampas que se adaptan al ciclo de vida del insecto, aunque el más efectivo es en fase de mariposa, inocuo para el campo. Para cuando ya ha salido la oruga, los productos son más agresivos y pueden dañar flora y fauna. Hay empresas que ofrecen por internet trampas a 37 euros cada una para la fase de descenso de la oruga, es decir, para la actual, con una efectividad del 97%.