Coco se ha convertido en la sombra de Marc. Este golden retriever de 8 meses es mucho más que una mascota. Sabe detectar con antelación cuándo su joven dueño va a sufrir un ataque de epilepsia, alertar y, llegado el caso, ponerse delante para que Marc no se caiga al suelo.

Desde hace cinco meses está recibiendo entrenamiento para convertirse en un perro de alerta médica. «Todo se basa en la saliva. De forma previa a una crisis de epilepsia, esta cambia y el perro es capaz de olfatear ese cambio de olor», explica Miguel Martínez, entrenador de la empresa Acea, dedicada al adiestramiento de perros de alerta médica.

Así, el adiestramiento se plantea como un juego para perros como Coco. «Impregnamos juguetes con saliva que hemos obtenido tras una crisis y se los damos para que juegue». De esta manera en el momento en el que el perro detecta el olor característico que precede a una crisis, se excita e incluso se pone a ladrar. El margen de antelación con el que puede llegar a alertar puede ser hasta de 10 minutos. «Así da tiempo a que las personas que están con el niño le tumben o le sienten para que no se lastime»

Además de la saliva, afirma Martínez, «los perros también son capaces de detectar ciertos sonidos guturales que se producen antes de una crisis». Las certificaciones que obtienen perros de alerta médica como Coco son las mismas que en el caso de los perros guía, por lo que pueden acompañar a su dueño a cualquier lugar. Toda una tranquilidad para María del Mar Rubio, madre de Marc. «Mi hijo es dependiente al cien por cien, por lo que todo tipo de ayuda es muy valiosa. Más adelante también le servirá como estimulación y como una ayuda en las sesiones de fisioterapia». A Marc «le vuelven loco los animales, así que está encantado».