«Somos unos privilegiados. Podemos ir a la universidad, hacer deporte, cursos, desarrollar aficiones... Hay infinitas posibilidades aunque muchos mayores necesitan que sus allegados les animen a hacer cosas. Hay familias que te dirían que estás loca por querer hacer teatro con 84 años». Este es el resumen que hace de la situación actual de la tercera edad la investigadora del Observatorio de Mayores y Medios de Comunicación de la Universidad Permanente de la UA, Chelo Oñate. Pocos como ella para dar ejemplo de que la jubilación no supone una merma de la actividad ni de la capacidad de disfrutar, aprender y ayudar a los demás. «A los 73 años me quedé viuda y decidí que no me iba a quedar en casa y que tenía que hacer algo después de años muy movidos porque he tenido 6 hijos», narra Oñate. «Entré en la Universidad y luego en el teatro con Juan Luis Mira y después creamos un grupo amateur con el que estoy ahora, Teatre La Clandestina». Chelo también participa en el grupo Verso a verso. «A raíz de dar clases de literatura con Emilia Gómez empecé a amar la poesía, y ahí seguimos». Muy activa en la Universidad Permanente en la que sigue recibiendo clases, este año de Psicología del cine, Chelo Oñate analiza las necesidades y situación de los jubilados en el Observatorio de Mayores, unos jubilados distintos a los de anteriores generaciones, más preparados y cultos, más preocupados por su salud, más inquietos y dispuestos a utilizar el tiempo libre para aprender, ayudar a los demás o disfrutar de unas aficiones incompatibles con una jornada laboral.

El Informe 2014 sobre Personas Mayores del Imserso confirma el progresivo envejecimiento de la población española. En la provincia un 24,7% de la población tiene más de 60 años. Son una generación que se ha adaptado bien a los cambios de los últimos años, desde el matrimonio homosexual, a la interculturalidad, las innovaciones científicas y las nuevas tecnologías. El informe del Imserso pone de manifiesto el uso de la red entre los jubilados menores de 70 años cuya proporción de usuarios alcanza la tercera parte del total.

En el Informe «Un perfil de las personas mayores en España, 2015» del CSIC, se destaca la mayor preparación y educación. Así, se señala que en los últimos 40 año «ha disminuido sensiblemente el porcentaje de personas de más de 65 años analfabetas, al mismo tiempo que ha aumentado el porcentaje de mayores con estudios secundarios y superiores». Esa inquietud cultural hace que sean muchos los mayores de 60 años que han optado por empezar a estudiar de nuevo. Es el caso de Luis Juan Marcos, quien a sus 62 años ha empezado a estudiar el grado de Historia en la Universidad de Alicante. «Es una cosa que siempre he querido hacer y ahora tengo tiempo». Luis Juan es militar en situación de reserva y es ahora cuando ha encontrado el tiempo para ir a unas clases en las que está rodeado mayoritariamente de jóvenes recién salidos del instituto. «Yo me he adaptado a las clases y voy bien. En el primer cuatrimestre sólo suspendí Filosofía. Trabajo como el resto de mis compañeros, tenemos varios grupos de trabajo y otro grupo en whatsapp e intento relacionarme como un estudiante más». Su objetivo en la consecución del grado de Historia es simplemente aprender «lo hago por saber, por aprender. Me interesa mucho la Historia y esto me da la satisfacción del deber cumplido».

Los cambios en la tercera edad de los últimos años también han modificado los hábitos de vida. Cada vez son más los jubilados que acuden al gimnasio, que salen a correr y que se preocupan por su salud y su alimentación. La percepción que tienen de sí mismos es diferente a la que tenían sus padres a su edad, y hay quien no ha dudado en señalar que los 70 años actuales equivalen a los 60 de hace medio siglo. De hecho, más de la mitad de los mayores de 65 años considera que su salud es buena. Es el caso de José Moratinos que, a sus 72 años, es uno de los runners más populares y activos de Alicante. «Yo trabajaba en la administración y tenía una vida sedentaria», relata, «pero me subió la tensión y el médico me dijo que tenía que hacer una vida más activa» algo que hizo cuando se jubiló a los 60 años. Desde entonces, ha corrido unas 600 carreras, entre ellas 40 maratones, el último en Valencia hace dos años, y ha hecho tres carreras de 24 horas. «Se me da bien y me da mucha sensación de bienestar, aunque evidentemente hay que controlar, no excederse y entrenar bien. Yo salgo a correr a diario y me encuentro fenomenal». José Moratinos no se dedica solo a correr sino que su jubilación le ha dado tiempo también para escribir. Ya lleva cuatro obras, entre ella el libro «Ser feliz corriendo», y una novela histórica titulada «El alado alazán». Ahora está terminando otra novela policiaca. «Yo aconsejo a todos los jubilados que hagan alguna actividad física o mental, o mejor de las dos a la vez», indica riendo.

Otros mayores aprovechan la jubilación para ayudar a los demás. Por ejemplo, Joaquina Peregrina García, una ilicitana que a sus 60 años participa activamente en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca ayudando a otros igual que la ayudaron a ella. «Yo tenía un quiosco, pero cuando falleció mi marido me dejó una serie de deudas y acabé con una amenaza de desahucio. Al final el juez me archivó el caso, pero al recibir tanta ayuda de la plataforma me decidí luego a seguir en ella». Joaquina desde la PAH no sólo protesta para evitar los desahucios. «Ayudo a mucha gente a hacer gestiones, por ejemplo a ir al decanato, al registro de la propiedad, al banco... Mucha gente a la que le amenazan con el desahucio se encuentra perdida, sin saber a dónde recurrir; gente que viene llorando desesperada y en la PAH encuentra una luz. Yo lo he pasado y me satisface mucho ayudar a otros. Para mí la PAH ha sido una tabla de salvación porque ayudar a los demás te llena y te aporta mucho».

Los ejemplos de Chelo, José, Luis Juan y Joaquina son solo cuatro de los miles de mayores activos de la provincia, jubilados que no se conforman con sentarse delante de la televisión sino que aprovechan el tiempo libre que les da el final de su actividad laboral anterior para ocuparse de tareas tan gratificantes o más que las que ejercieron en su juventud.

Tal como indica Chelo Oñate desde la experiencia de sus 84 años, «Hay que insistir en la importancia de hacer cosas. La actividad lo aporta todo. Yo sigo con mi actividad familiar que es muy importante, pero además hay que hacer cosas que te den ilusión y que te obliguen a salir, a cuidarte y a relacionarte con los demás». La investigadora del Observatorio de Mayores lanza además un mensaje para las familias: «Que animen a sus mayores a realizar actividades y les apoyen. Todo esto ayuda a desarrollar las inquietudes sociales y da muchísima felicidad y calidad de vida».