A Laura Fernández e Ingrid Schut se les terminó ayer la paciencia. Hartas de que no les dejen subir al autobús con sus vehículos motorizados, estas dos mujeres, que padecen graves problemas de movilidad (esclerosis múltiple y osteocondromas múltiples congénitos), protagonizaron ayer un acto de protesta en la parada de la avenida Óscar Esplá, impidiendo la salida de uno de los autobuses de línea.

Paradas con sus vehículos motorizados frente al bus, se negaron a moverse hasta que, una hora más tarde, varios agentes de la Policía Local se personaron para levantar acta de lo sucedido y pedirles la documentación.

«Llevamos años viajando sin problema y de la noche a la mañana nos dicen que no se puede, sin darnos ningún argumento convincente», explican Fernández y Schut. Y es que, según denuncian estas usuarias, los motivos por los que se les veta el acceso no son ciertos. «Nos han dicho que el peso es demasiado elevado para la rampa, cuando estos vehículos son más ligeros que una silla de ruedas eléctrica, a la que sí se le permite acceder», señala Laura Fernández. También, «que no podemos anclarnos, cuando les hemos demostrado que sí se puede».

Fuentes de la empresa concesionaria de la línea de autobuses urbanos, Vectalia, señalaron ayer que están a expensas de las instrucciones del Ayuntamiento. Y es que una ordenanza municipal es la que impide desde hace unos días el acceso con estos vehículos a los autobuses de la ciudad.

Una ordenanza adoptada «en cumplimiento de una norma europea», según señalaron ayer desde el Consistorio. No obstante, fuentes de la Concejalía de Seguridad añaden que se hará un estudio de los distintos modelos de vehículos a motor para permitir subir a los que cumplan determinados requisitos, «sobre todo de peso». El problema, añaden, «es que la venta de éstos se ha disparado en los últimos años y hay algunos que están habilitados para viajar en autobús y otros no».

Mientras, Laura e Ingrid seguirán con sus acciones de protesta. «Quiero iniciar una campaña de recogida de firmas a nivel nacional porque no hay derecho a que nos traten así», afirma Fernández. Y es que, para ellas, este vehículo se ha convertido en imprescindible para poder desarrollar su vida con cierta normalidad. «Vivo en Ciudad de Asís y acudo con regularidad al Hospital General. Si no puedo subir al autobús tendría que hacer el trayecto con el vehículo por la carretera, porque la acera está llena de obstáculos o llamar un taxi con el desembolso que esto supone», afirma Fernández, quien añade que «tengo el mismo derecho que cualquier otra persona a subir al autobús».

Ingrid Schut también acude con regularidad al médico debido a la esclerosis múltiple que sufre desde hace años y algunas consultas las tiene en el Hospital de Sant Joan. «Si no me permiten subir al autobús no me queda más opción que pagar 40 euros para ir y volver en taxi», lamenta.

Laura Fernández asegura que ha tratado de trasladar su problema al Ayuntamiento en reiteradas ocasiones «y todavía estoy esperando a que me llamen».