Hace medio siglo llegó a la ciudad de Alicante, como al resto de España, el yeyeísmo o movimiento yeyé.

Surgió como un nuevo estilo musical en el programa de radio francés «Salut les copains», que salió al aire por primera vez en diciembre de 1959. En una sección de este programa radiofónico, «Le Chouchou de la Semaine», se presentaban canciones que rápidamente alcanzaban el éxito y que empezaron a ser conocidas como yeyés. Dentro de la denominada música pop, las «chouchous» ('favoritas') o canciones yeyés se inspiraban en diversos estilos.

La mayoría estaban interpretadas por chicas adolescentes, que alcanzaron la fama rápidamente. France Gall, por ejemplo, tenía 14 años cuando grabó su primer disco y 17 cuando ganó el festival de Eurovisión en 1965. La llamaron música yeyé por el sonido del estribillo y del acompañamiento que hacían los coros, sustitutivo del inglés americano «yeah-yeah».

El movimiento musical yeyé fue predominantemente europeo, pues se extendió rápidamente a Italia y España, pero también se popularizó en algunos países hispanoamericanos, en el Canadá francés y en Japón.

Además del tipo de música, que sirvió de catalizador, el movimiento yeyé supuso un cambio de actitud en la juventud con respecto a la moda, la cultura y hasta la forma de entender la vida, que escandalizó en un principio a los sectores más conservadores de la sociedad española. Los jóvenes afirmaban su personalidad con signos externos que resultaban extravagantes a ojos de sus padres y abuelos: los chicos se dejaban melena y las chicas vestían pantalones o minifaldas. La moda yeyé femenina estaba a medio camino entre la inocencia y la sensualidad, con estampados caleidoscópicos, talles marcados por las caderas, pendientes grandes, y calcetines largos y con infinidad de colores o medias de malla muy abierta. Tanto ellos como ellas vestían pantalones acampanados y cinturones anchísimos.

En España, tras dos décadas de dictadura, el yeyeísmo llegó como un movimiento juvenil que reclamaba pacíficamente una mayor libertad. El final del aislamiento político internacional; la recuperación económica, con aparición de una clase media cada vez más numerosa y con mayor poder adquisitivo; la llegada masiva de turistas, con sus costumbres y formas de vida más modernas; una mayor información de lo que acontecía allende las fronteras, a través muchas veces de los emigrantes; propiciaron que penetrara en España el movimiento yeyé y que se produjera un importante cambio social. Y como además el yeyé fue el primer movimiento cultural encabezado por chicas, patentizó el ansia de la mujer por una mayor autonomía personal y profesional, así como la igualdad de derechos con los hombres.

La música yeyé encontró una importante plataforma de lanzamiento en España en el programa de TVE Escala en Hi-Fi. De este programa surgió Karina, quizá la cantante yeyé más representativa. Otras chicas yeyés famosas fueron Marisol, Jeanette, Salomé, Massiel y Conchita Velasco. Fue ésta última quien popularizó la canción que ha pasado a la historia como el himno del yeyeísmo en España. Una canción que, aunque ahora puede parecer ñoña, fue un símbolo de los cambios sociales que se estaban produciendo a mediados de los años 60, al proponer un nuevo modelo de mujer joven. «La chica yeyé» formó parte de la banda sonora de la película «Historias de la televisión» (1965), protagonizada por Velasco.

En cuanto a los chicos yeyés, los más célebres fueron Raphael, Bruno Lomas y Luis Aguilé, si bien fueron conjuntos como Los Bravos, Los Brincos, Los Pekenikes, Los Sirex o Los Mustang los que más se identificaron con la música yeyé. Música que los jóvenes escuchaban en tocadiscos y bailaban en guateques o salas de baile.

En Alicante, mucha gente asoció el yeyeísmo con el turismo. Como aquellas dos chicas que fueron fotografiadas paseando por la calle, y en las que un reportero de este periódico reconoció «un atuendo muy "ye-ye", el superexistencialismo parisino tan de moda» (30-10-1964); o en la pareja de jóvenes alemanes que se ganaban unas pesetas pintando en el pavimento: «bajo esa semblanza que ahora se reconoce por "ye-yé", y que anteriormente era bohemia o "existencialismo"» (3-12-1965). Está claro que los periodistas andaban bastante desconcertados por aquellos primeros años del yeyeísmo alicantino, donde llegaba incluso a confundirse la moda yeyé con la indigencia: «han sido acogidos "ye-yés" extranjeros que se han quedado sin dinero» en el albergue de Cáritas (5-12-1965). Cualquier turista joven era un yeyé aficionado a las guitarras eléctricas, el auto-stop y los pantalones «elefantes».

Pero también entre los adolescentes alicantinos triunfó la moda yeyé. Se formaron numerosos conjuntos (Los T. Boys, Los Tropicales, Los Tarantos, Los Bichos, Los Flamencos, Los Nosotros, Los Diablos, Los Gritos, Los Fans, Los Black Stones, etc.) y hubo una legión de solistas (Jaime Morey, Federico Jover, José Ángel Guirao?) que grababan y cantaban canciones yeyés en conciertos y festivales organizados por salas de fiesta, ayuntamientos, hoteles (para Nochevieja de 1967, el Hotel Palas contrató «al trepidante conjunto ye-ye Los Senis»), equipos deportivos (el Hércules organizó el 14-8-1968 en la plaza de Toros un festival músico-taurino) y hasta seminarios. En el festival salesiano de Canción Blanca celebrado en marzo de 1967, los ganadores fueron dos alumnos, Girona y Ferragut, que pusieron en pie a todo el público tocando música yeyé con sus guitarras eléctricas. Incluso se celebró un concurso para elegir a «Míster y Miss Ye-yé Alicante 1967», en la plaza de Toros de Paquito Esplá. Pero el gran espectáculo yeyé alicantino fue el concierto de Johnny Halliday (marido entonces de una de las chicas yeyés más famosas, Sylvie Vartan) en la plaza de Toros (3-8-1967), organizado por el Gallo Rojo.

Tan de moda llegó a estar lo yeyé que, repasando los ejemplares de Información, encontramos vestimenta para secretarias yeyés (21-11-1965), un robo yeyé (18-12-1965), unos príncipes yeyés (5-1-1966), futbolistas yeyés (20-2-1966), seminaristas yeyés (con sus conjuntos Los Escatons y Me lo dijo Pérez, en 1966), tiendas yeyés (la inauguración del comercio de instrumentos musicales Savall fue un «acontecimiento "ye-yé"», según la publicidad aparecida en este diario el 26-4-1966), bodas yeyés (28-7-1966), primeras comuniones yeyés (17-8-1966), toreros yeyés (11-11-1966), villancicos yeyés (27-12-1967), coches yeyés (el Seat 600 es considerado un icono de esta moda), castillos yeyés (lo fue el de Santa Bárbara por mor a los concursos musicales que en él se celebraron en verano), un travesti yeyé (24-7-1968) y hasta un record mundial tocando música yeyé (5-11-1967).

Había quienes se consideraban muy yeyés («llevo el pelo largo para llevar la contraria a la gente, que se me queda mirando y se pone a murmurar haciendo cruces de mí», (25-6-1966); rabiosamente yeyés (Soledad, 24-9-1967); bastante yeyés (25-6-1966); algo yeyés (Cecilia, 24-7-1965 y Pili, 25-6-1966); según y cómo («si ser yeyé es ser gamberro, coquetear o ser frívola, es malo ser yeyé; pero no lo es porque uno baile o lleve calcetines de color», opinaba la Bellea de 1966); «a veces sí y a veces no» (Cristina y Elena, 25-6-1966); «no muy ye-yé» (Encarnita, candidata a bellea en 1968); «soy moderna, pero sin llegar a ser ye-yé; no me gusta nada eso de ser ye-yé» (Esperanza, hija del delegado provincial de Información y Turismo, 10-3-1967).

Hubo gente que no solo no le gustó el movimiento yeyé, sino que lo despreció, utilizando términos despectivos para descalificarlo: gamberros, histéricos, mamarrachos. «Una subraza de pelo largo, sin sexo determinado, con pantalones de campana y minifaldas de colores chillones, que se contorsionan al ritmo de unas danzas salvajes sin preocupaciones intelectuales, con un hastío hacia la vida e indiferencia hacia el amor. Es así como la gente sesuda y en su mayoría sin pelo, opinan y juzgan a los ye-yés», contaba un redactor de este periódico el 25-6-1966.

El yeyeísmo fue un movimiento radical que modernizó la cultura española y supuso una ruptura generacional en España, pero no tuvo consecuencias políticas. Además, la ruptura generacional fue superada conforme desaparecía el miedo a que aquel movimiento fuese el prólogo de una revolución. Hasta el punto de que muchos padres acabaron asumiendo la moda yeyé, dejándose crecer la melena y vistiendo como sus hijos.

Una vez que el régimen franquista comprendió que el movimiento yeyé no suponía una amenaza política, trató de sacar provecho de él. Si aquel fenómeno tenía como campo de cultivo el bienestar europeo de los últimos años, ¿por qué no habría de darse también en el bienestar español que habían logrado los gobiernos de la dictadura? Al fin y al cabo, las novedades manifestadas por aquella generación yeyé no eran peligrosas: ahora los jóvenes seguían a los cantantes de moda y conocían sus vidas, de la misma manera que sus padres seguían a los equipos de fútbol y se sabían de carrerilla sus alineaciones; y si éstos continuaban gritando en los campos de fútbol para desahogarse, ahora sus hijos lo hacían en los guateques o salas de baile. Así que eran igual de inofensivos.

Ciertamente, durante aquellos años las mujeres tomaron un papel más activo en la sociedad, sobre todo en el ámbito universitario y laboral, pero su autonomía personal siguió estando muy limitada en la sociedad machista del franquismo.

El yeyeísmo duró en España más que en los demás países, siendo el periodo más importante el comprendido entre los años 1964 y 1968. Desapareció dejando paso a otro movimiento inconformista: el jipi.

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