La intervención de los adolescentes compañeros de las víctimas es básica para acabar con el ciberbullying o ciberacosociberbullying . Esta es una máxima aceptada por todos los expertos pero, sin embargo, una gran mayoría de chicos y chicas opta por no intervenir para evitar ponerse en el punto de mira de los acosadores. Se trata de un problema grave que en algunos casos ha llevado a la víctima al suicidio suicidio y que no es un hecho aislado. En la provincia, entre un 1.1% y un 6,1% de los alumnos de ESO, según los institutos, asegura sufrir ciberbullying moderado o severo lo que en la práctica supone que alrededor de 2.500 adolescentes sufren llamadas anónimas, mensajes ofensivos o insultantes, propagación de rumores y chantaje de forma habitual a través de llamadas y mensajes.

Con el fin de analizar el problema y buscar soluciones, el psicólogo colaborador de Vida Libre (Asociación Alicantina de afectados por la ludopatía y otras adicciones) Víctor Cabrera Perona, con la colaboración de la Obra Social la Caixa, ha realizado desde febrero a octubre un estudio en 7 institutos de la provincia trabajando con unos 600 chavales. Su objetivo con este trabajo era diseñar, y evaluar un programa de prevención sobre ciberbullying dirigido a los alumnos de Enseñanza Secundaria centrada en los observadores, los compañeros de los acosadores y sus víctimas. Tras el trabajo realizado con estos jóvenes se ha conseguido que más de la mitad se conciencien y muestren su disposición a intervenir en caso de percibir este tipo de conductas.

Tal como ha señalado Víctor Cabrera, «las investigaciones demuestran que el observador tiene mucho peso. En el ciberbullying los acosadores necesitan tener audiencia y observadores, y ahí es donde los compañeros son fundamentales». Cabrera considera que «los menores están dispuestos a ayudar, pero no saben cómo y nosotros con ese programa hemos intentado indicarles qué pueden hacer».

En este sentido, los expertos han incidido en la necesidad de que los compañeros muestren el rechazo a estas conductas, denuncien la página o grupo donde se está realizando el abuso, abandonen el grupo donde se humille o acose a otro menor y no secunden ni se rían de estas conductas. También se ha incidido en la necesidad de que no contribuyan a la difusión de las fotografías, vídeos o menajes de los acosadores y detengan la cadena de reenvíos. Al tiempo, se insta a los adolescentes a informar a los adultos y a pedir a la persona acosada que cuente lo que le ocurre.

Tras el trabajo realizado desde febrero a octubre, los investigadores consideran que la mitad de los adolescentes están dispuestos a intervenir. «Puede parecer poco, pero no lo es», ha indicado en este sentido el director de Vida Libre, Antonio Castaño, quien añade que «ante un caso de acoso o ciberacoso, siempre hay un acosador principal, dos o tres que le ríen la gracia y una gran mayoría que mira hacia otro lado. Mediante las actividades preventivas queremos que haya una mayor intervención de los alumnos como colectivo» En cualquier caso, a juicio de los expertos, las intervenciones ante el ciberacoso deben ser globales «con la implicación de todo el centro, alumnos, padres, profesores y dirección».