Patrimonio alicantino en el abandono. Murales de los artistas alicantinos Gastón Castelló y Manuel Baeza que tienen más de sesenta años permanecen en el olvido y deteriorándose a cada día que pasa en los conservatorios superiores de Música y Danza, en el Monte Tossal de Alicante.

Las valiosas pinturas, que llenan varias paredes del edificio, han sufrido el imparable paso del tiempo, afectadas por las filtraciones de agua que se producen cuando llueve con fuerza, como ha sido en las últimas semanas. La Generalitat Valenciana lleva desde el año 1991 recibiendo peticiones para la restauración de las obras, solicitudes que fueron cayendo en el saco del olvido a pesar de incluir informes alertando de su estado de deterioro.

Hasta que en 2013 se aprobó la reforma de unos murales que constituyen una parte importante del patrimonio de la ciudad. ¿Qué ha sucedido entonces para que, pasados tres años, nada se sepa de esta actuación? Pues que las Consellerias de Educación y Cultura carecen del presupuesto necesario para acometer esta acción, según confirmaron fuentes autonómicas.

El Instituto Valenciano de Conservación (Ivacor), que llegó a realizar un informe hace años sobre el proyecto de restauración, reconoce que «hace falta mucho dinero» y, dado que no lo podía asumir, Patrimonio se puso en contacto con la dirección territorial de Educación para compartir el gasto entre ambas consellerias, al estar la sede de dos conservatorios, en unas instalaciones que dependen de dicha área.

Pero aunque Educación y Cultura consideran que la actuación debe realizarse, ambas la tienen «pendiente de ejecución en los presupuestos».

Mientras, el director del Conservatorio Superior de Danza, Ángel Ramón Martínez, corrobora el deterioro de las obras: «Están peor que hace tres años porque el tiempo pasa y las humedades y los sudores de los alumnos afectan a los murales».

Y es que varios de los frescos se encuentran en paredes de clases a las que acuden los alumnos del Conservatorio Profesional de Danza, quienes ni siquiera reparan en ellas ajenos a la calidad de las obras de dos de los artistas alicantinos más destacados del pasado siglo. Otras están repartidas en aulas de música y en el salón de actos y en casi todas se observa una pérdida de la pintura. Unos murales que están condenados a permanecer en el rincón de la memoria.