Los primeros trazos de la primero colegiata y más tarde Concatedral de Alicante (1959) fueron obra de Agustín Bernardino, discípulo de Juan de Herrera, con el que trabajó en la construcción del monasterio de El Escorial. De ahí que se diga que el céntrico templo, que acaba de cumplir 400 años en su actual configuración, sea de estilo barroco «descarnado» o herreriano.

Realmente la historia de esta iglesia en honor de San Nicolás, el santo con más iconografía en el orbe cristiano después de la Virgen, patrón de todas las Rusias y copatrón de Alicante, es anterior. Fue edificada sobre los restos de una mezquita, y lo más antiguo que queda es el claustro, del siglo XV y estilo gótico, que fue reconstruido.

La primera piedra de la colegiata se puso en marzo de 1616 y se acabó en 1662. Su interior es amplio, con una cúpula de 44,79 metros de altura. Es un auténtico contenedor de arte, con decenas de pinturas y esculturas. Destaca el Cristo de la Buena Muerte, imagen italiana que se remonta a 1500.

Su órgano, en restauración, es del siglo XVI, como algunas de sus campanas, y tiene una de las cajas más antiguas de España. Cuenta con joyas de orfebrería certificadas por Roma del año 1500; un cáliz de plata de 1787, y un relicario con cabellos del Papa Juan Pablo II. Destaca su baldaquino de mármol italiano y alicantino del XVII. El texto más antiguo es una valiosa copia manuscrita de la declaración de colegiata de 1682, escrita en latín.La cúpula se abre en verano y es transitable

Por una escalera de caracol se asciende al campanario, que al cabildo le gustaría hacer visitable en pequeños grupos si tuvieran apoyo económico para acondicionar un itinerario seguro. En verano se abre la cúpula «y te puedes asomar, porque teóricamente es transitable», explica el deán, Ramón Egío. Las vistas del Casco Antiguo, del Benacantil y de las demás iglesias de la zona (Santa María, San Roque, Santa Cruz, las Monjas de la Sangre) son inmejorables.

María Nicolasa Fernanda, la grande, con dos mil kilos de peso

Hasta nueve campanas suenan desde lo más alto del templo. La más famosa es María Nicolasa Fernanda, la más grande, con casi dos mil kilos. Se llama así porque los franceses robaron la primitiva de la iglesia y el rey Fernando VII donó unos cañones para hacerla de nuevo. Ha sufrido varias restauraciones, la última en 1978. Se resquebrajó y hubo que refundirla. Todas las campanas tienen nombre: Virgen del Remedio, Nuestra Señora del Carmen, que data de 1865, Sacramento o San Pedro y San Pablo, las más «escandalosas». Las más antiguas son pequeñas y datan del año 1600.

Capilla principal barroca y baldaquino genovés

La capilla de San Nicolás, al fondo, es la principal de la Concatedral, en estilo barroco, obra de Juan de Villanueva. Está presidida por una imagen de la iglesia anterior, del siglo XVI, gótica tardía. Fue adaptada al retablo a la conclusión de la colegiata, en 1662. Delante está el baldaquino, pieza maestra del templo. De 1669, mezcla mármol italiano y rojo Alicante que se mandó a Génova. Después se trajo en barco a Alicante y se montó aquí.

La Virgen del Remedio, talla anónima de finales del siglo XVIII

La patrona de Alicante, la Virgen del Remedio, fue declarada alcaldesa perpetua en 1950 y posteriormente coronada canónicamente. La devoción a esta imagen llegó probablemente de los padres Trinitarios, que embarcaban en el puerto de Alicante para llevar a cabo su labor de redención de cautivos. En 1603 el Papa Clemente VIII autorizó la creación de la cofradía de la Virgen del Remedio. Es decir, es una devoción histórica.

Las pinturas e inscripciones del cuarto de los campaneros

De camino al campanario hay una sala llena de pinturas e inscripciones que hacían los campaneros y que se conservan. Desde estas dependencias, se manejaban antiguamente las cuerdas para hacer determinados toques sin necesidad de subir hasta lo más alto. La maquinaria del reloj, que antaño estaba en la torre, se conserva hoy en el claustro, y a su ritmo se movía la campana de las horas, de 1888 y 1.400 kilos.

La capilla radiante de La Comunión

Se trata de una de las más bellas muestras del alto barroco español, y se debe al empeño del ilustrado deán Martí, formado en Italia. Es la última capilla que se construyó en la Concatedral, en 1738. Destacan las esculturas de los cuadro padres latinos de la Iglesia. En los relieves del retablo hay una escena del incendio de Santa María y el cáliz reproduce en plata la puerta de acceso a la capilla desde el claustro. Tiene suelo radiante.

Tres esculturas, un icono de San Nicolás y una pieza de orfebrería

Entre las representaciones de San Nicolás que atesora la Concatedral hay un icono griego del siglo XVIII con el santo en el centro y alrededor la historia de su vida. Está catalogado y se debe a una donación de un particular. Además del icono, hay un San Nicolás de orfebrería; el hierático del siglo XVI que está en la capilla principal; la imagen que sale en procesión, y otra talla de devoción anónima de finales del XVII de estilo barroco. «Es lo mejor que tenemos en la sacristía por su factura, hechura y policromía. Se aproxima a Salzillo».

«El retablo de las ánimas», el cuadro más antiguo, y con diablesa

En la antesacristía del templo está colgado el cuadro más antiguo que tiene el templo, «El retablo de las ánimas», de Nicolás Borrás, datado en 1574. Es una escena sobre el infierno y el purgatorio, y el valor salvador de la misa. En la pintura aparece un diablo con pechos y se cree que Nicolás de Bussy la conocía y que pudo inspirarse en este retablo para su obra escultórica de Orihuela. Ha sido restaurado en dos ocasiones, primero por el Patronato de Amigos de San Nicolás, y después para la exposición «La luz de las imágenes».

La Sala Capitular, la gran desconocida

Pocos conocen la Sala Capitular, llena de tesoros, que se ha empezado a abrir al turismo. Tiene pinturas, antiguos asientos del coro y el retablo de las reliquias. Éste pertenecía a la vieja capilla del cementerio de San Blas, y alberga reliquias auténticas enviadas por la Santa Sede, de San Nicolás, San Pío X, San Blas, y San Silvestre Mártir. Son las del cofre, que antes estaba en un altar y «alguien se asustó y le dio un ladrillazo».

El claustro, del siglo XV, pertenecía a la primitiva iglesia gótica

El claustro ya existía en la primitiva iglesia gótica, cuando aún no había empezado a erigirse el templo actual. Abierto al público, conserva lápidas que estaban en el suelo, que se retiraron para que las pisadas no las desgastaran. La más valiosa data de 1579, muy bien conservada, por lo que se atribuye a un noble. En la puerta que da a la capilla de La Comunión hay escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, y la Cara del Moro.