Con su aspecto atlético y juvenil, nadie diría que Gloria Soriano tiene 50 años ni que hace 6 atravesó uno de los momentos más delicados de su vida al detectarse un cáncer en un pecho que acabó con una mastectomía doble. «Tras quitarme el tumor me dijeron que tenía predisposición al cáncer y por eso opté por quitarme también el otro pecho. Fue sobre todo por una cuestión psicológica. No quería tener miedo por si volvía a salir». En la misma operación le realizaron una reconstrucción de los pechos y ahora se encuentra fenomenal. Gloria trabaja en la Fundación Estampa que ayuda a las enfermas de cáncer a cuidarse la piel y a maquillarse para verse mejor. Además, mantiene una de sus mayores aficiones, el running. «Cuando me detectaron el cáncer, la cirujana Paloma Luri me dijo: ponte las zapatillas porque es la carrera más larga que vas a hacer». Asegura que no acogió demasiado mal la noticia. «No sabía muy bien a lo que me enfrentaba, lo fui asimilando poco a poco. Me encontraba bien, acababa de correr una media maratón y de pronto me dijeron que tenía cáncer». ¿Lo peor? Responde sin dudar que la quimio. «Te sientes tóxica, débil, no era yo, pero te recuperas y se te olvida», para añadir que «yo quería volver a correr pronto y lo hice incluso con peluca. Me compré la más chula que encontré e intenté recuperar mi vida, aunque una enfermedad así te cambia, te enseña lo que es importante».