Viento en popa. La Lonja del Pescado de Alicante ha cogido velocidad de crucero y ayer, cuando se cumplieron los primeros 45 días desde que inició su actividad, hasta la dársena pesquera del Puerto de Alicante llegaron veinte barcos, una cifra que no se recordaba desde los mejores tiempos de la desaparecida cofradía de pescadores de Alicante a mediados del siglo XX. Embarcaciones que llegaron a faenar a la bahía de Alicante desde Castellón y Murcia, y que junto a los barcos alicantinos descargaron más de diez toneladas de pescado, fundamentalmente boquerón y sardina, y es que el banco de estas especies está esta semana justo frente a la costa alicantina. La pesca se distribuyó por Alicante, el resto de la provincia y los mercados de Murcia, Madrid y Sevilla hacia donde partió en camiones frigoríficos para llegar en el mismo día.

Los gestores de Llotja d'Alacant, Felipe Fuster y Francisco Mira, están encantados de la aceptación que ha tenido su iniciativa y esperan ahora el permiso para que el Puerto de Alicante reciba la autorización para la venta de atún rojo y pez espada, especies muy protegidas a la vez que rentables.

En la Lonja los tripulantes trabajan, además, con mucha comodidad, ya que cuentan con luz, agua, hielo, sal, cajas, varadero y alimentos. Al estar el banco de boquerón y sardina en la bahía de Alicante sus costes se reducen y ganan en rapidez.

El Puerto aprobó en abril de 2016 adjudicar a la mercantil Llotja d'Alacant, la gestión de la lonja, una infraestructura cerrada desde hace 12 años, que llevó incluso a la quiebra a la Cofradía de Pescadores de Alicante, y que ahora recupera su actividad de comercialización del pescado en primera venta. Llotja d'Alacant paga un canon de cien mil euros al año al puerto, que también se beneficia de la actividad de la lonja.